Tribulaciones animales

La política es la continuación de la guerra, en otros términos:

Es prudente señalar que mi conocimiento geopolítico no se extienda más de lo que ustedes pudiesen investigar a partir de bases previas de cultura general e historia de educación media.

Parto de suponer, claro, que se conoce el hecho de que la Organización de Naciones Unidas nace como una respuesta de la civilización a las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial hace poco menos de 80 años (categoría etaria de muchos de nuestros abuelos) y con ella el multilateralismo entre países (entre otros, Alemania como epicentro en aquel entonces, Estados Unidos de América, Rusia y China) miembros, que reconocían y aceptaban esta pluralidad institucional como mediadora de la paz en el mundo, sin que se viera implicada la soberanía de los Estados (razón por la cual a ella pertenecen países como Venezuela, Cuba, Afganistán, Iraq, Suiza, el Estado de Israel o el centro mediático actual: Ucrania) y los procedimientos del poder al interior de los mismos.

Cabe recordar que esta, como organización pactada por países así reconocidos, los cuales poseen sistemas políticos y de gobierno distintos pero burocráticos, no es lejana de tal efecto. Quienes son la voz de cada estructura gubernamental reconocida como mandataria del país miembro, son también la autoridad jurídica, política, económica y moral que determina la razón de los hechos que ellos deciden considerar en Asamblea General. Es pertinente mencionar que al igual que en el interior de los países existen oposiciones, resistencias, sesgos, ambiciones y transacciones sometidas a la fuerza; a nivel internacional este tipo de estructuras no son ajenas al poder de facto y el lobby que influencia intereses, generalmente de quien puede comprarlos, o en su defecto, presionar para obtenerlos.

La –extinta– Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y los Estados Unidos de América lucharon como ‘Aliados’ contra Hitler en un momento cercano de la historia, sin embargo, el homo sapiens sapiens requiere mucho más que estar del mismo lado en escenarios bélicos para evolucionar: su pensamiento, sus relaciones, sus juicios, etcétera… Con el muro de Berlín se construye el paradigma malogrado del Siglo XX que sumerge al mundo en la Guerra Fría y golpea a la modernidad con el decadente uso de la ciencia.

Con la caída del muro de Berlín y la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas hace no más de 30 años, también se abre a paso la globalización y el neoliberalismo; un modelo de económico que advierte sobre la depredación de una competencia sin límites y la rentabilidad de trastocar culturas para el consumo, la posibilidad de hacer cliente a un país entero y de explotar materias primas en países con bajo poder de negociación ante la comunidad internacional.

La política es humana y la humanidad es diversa:

Como bien data el nacimiento de otras épocas, la pugna imperial se hace necesaria para el progreso porque debela la irónica precariedad del poder. El tributo que se rinde mediante la legitimidad y la laboriosidad de los rangos inferiores de la configuración propiedad(es)-trabajo-ciudadanía, han soslayado el conflicto a la par que producen tecnología y cantidades inconmensurables de información interconectada con el mundo. Un mundo que al ser muchos, solo se hace posible para el poder a través de la postverdad, que, como arma biopolítica, desde mi perspectiva, percepción y posición, puede ser tanto más amenazante que un arma nuclear y equiparable (a un largo plazo) su peligrosa reacción. Señalo que no me sorprende el hecho de que la cultura de la cancelación se asocie actualmente al progresismo como en algún momento lo hizo a la ortodoxia, ni que la impresión categórica de las guerras la determinen los medios de comunicación financiados por élites, mucho menos que la pantomima geopolítica que juega con la suerte de las monedas en bolsillos de a pie y del único planeta accesible para el 99.99% de los seres humanos, llegue justo después del casi retorno total a la ‘normalidad’, hecho soportado entre otros motivos particulares de cada gobierno, en las tasas de inmunidad desarrolladas por la población tras el contagio masivo de la variante Ómicron de COVID-19.

Al igual que las revoluciones industriales anteriores han sugerido que, más allá de un nivel en la técnica, se manifiestan rasgos generacionales de pensamiento que afectan criterios filosóficos, científicos, políticos, socioeconómicos, ambientales, religiosos, jurídicos y demás; la cuarta revolución – que incluye a groso modo la robótica, la inteligencia artificial, big data, la cadena de bloques (blockchain), la nanotecnología, la computación cuántica, la biotecnología, el internet de las cosas, la impresión 3D, vehículos autónomos, la realidad aumentada – no puede sustraerse de tales hechos, aunque apele a acciones antiéticas (como el bombardeo, bloqueo, amordazamiento, fusilamiento, hambre, estigma a civiles) que rodeen determinado statu quo y su discurso.

Gracias a la democratización del conocimiento es posible hacer ejercicios que comparen territorios y las humanidades que les constituyen, aunque se requiere un grado de humildad muy grande como para aprender en ello. Es así como la propiedad del cuerpo se hace más evidente en regímenes democráticos y liberales con respecto a regímenes autoritarios y conservadores donde, por ejemplo, se censura el género y se somete la sexualidad a dogmas religiosos o culturales. O regímenes que otorgan mayor poder de participación política intersectorial y diferencial, otros que la anulan definitivamente. Regímenes más igualitarios, otros más jerarquizados, algunos que practican la eugenesia, otros el etnocidio. Regímenes que se justifican agregando adjetivos a la muerte, otros que confunden la población con su fanaticada. Regímenes donde las personas son objetos y los objetos semidioses, regímenes donde las personas se deben a lo otro antes que a sí mismos, regímenes donde no hay valor solo tenencias, regímenes donde ni siquiera se puede tener.

Erotismo político:

Me atraviesa con la sombra,

Penetrante le comprendo

Con mi piel, otras historias

Más me igualo y le sublevo

Quién fusila tantos sabios

Dota armas sonriendo

No le basta que alimente

Mi sudor que está labrando

Pese a lo Thanos de su juego

Materialismo, aquí es sequía

Bebo del vaso con veneno

Corto, sangre, y es tan roja

Yo también abracé un sueño

Espigas, trigo, es el poder

Brinda, trago de lo ajeno

Quién tan libre, buen idiota

Carga la patria

Como candado sellando el pecho

A la compasión, ignorante, adverso

Llueven ácidas mentiras

Sobre heridas sin cuerpo

Por la opinión distorsionada

Esta vez soy el producto interno

 

FUERO INTERNO:

El despliegue de la vida que se da paso a través de nuestra propia experiencia, accesible en cuanto existimos.

Quizá alguien esté muriendo y una persona nazca en este instante, mientras tanto unos señores patriarcales continúan dramatizando estrategias para medirse–la fuerza. Una fuerza que proviene en gran medida de una cotidianidad silenciosa construida por quienes realmente hacen labores importantes (como la señora de las empanadas, el mecánico de la estación de servicio, la enfermera de la sala de urgencias, el obrero de un nuevo puente, el programador ‘pirata’, la asistente del magistrado, la abuela que sigue criando los nietos, el profe de la vereda, etcétera…) para habitar y abrir paso a que habitemos el mundo mediante el esfuerzo invirtiendo su única propiedad – en mayor o menor medida – garantizada según sus condiciones particulares necesariamente delimitadas por el entorno, que es su cuerpo (el cerebro como órgano) y quizá mueran de viejos sin notarlo; fuerza que sigue avante en la carrera por pervivir en este, nuestro territorio hecho de afectos, en el que solo somos una especie más que la maravilla de la naturaleza manifiesta, con la posibilidad de afectarla haciendo uso de la razón, bien sea para transformarla o destruirnos.

Lo personal es político y personalmente quisiera entender, pero nunca asesinar.

María Mercedes Frank

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