Frenética tempestad

Y el hombre dio su último suspiro, intangible y exasperado

Solo…culminando la etapa del recuerdo

Impetuoso y decidido, ¡dios! ¿Quién responde al extenso llamado del silencio?

Interminable desidia, la mano de hierro

Impondrá sus enquencles penurias y los ángeles capturarán a un cielo inconsciente

¡cobarde! O la muerte rodea cada parte del universo y ¡la hipocresía!

Inundando la tempestad, negando alguna existencia coherente.

El hombre por voluntad propia, invade un círculo ambiguo de proezas

Entre sí, no se acumulan pecados internos

Y nuestra alma ¡pobre! Vagabunda, anticuada desde el principio de

Los tiempo, impunidad desoladora atrayendo indescifrables desdichas.

Y de las puertas del infierno impulsó pasos de una necedad determinada,

Los ángeles arrodillados ante el ser perfecto y complejo despojado

En las tinieblas desde el inicio de los tiempos y “dios” perplejo,

Recluido en la soledad de su egoísmo mantuvo la postura

Erguida, despotricando a un hijo bastardo.

Y el tiempo cederá espacio en la infinidad de nuestros males,

Contagiando ingratos y despreciables vertientes de amor

Humillando aquella felicidad testaruda que nos mantuvo preso

¡Y el infierno o el cielo! Soportan advenimientos testarudos.

 

*JUAN SALAZAR GONZALES

Tal vez el mañana se encuentre escondido en nuestros sueños tan efímeros, si la muerte conlleva responsabilidad entre su destino el silencio ameniza cálidos recuerdos.

Soy natural de Amazonas – Perú, por muy precario que suene mi existir una sonrisa esconderá miles de insatisfacciones pues a mis cortos 22 años el tiempo no fue generoso cosechando derrotas por doquier y emulando una victoria insurrecta.

Salazar Gonzales Leonardo, benditos pronombres personales que marcan el impertinente desaire existencial. Muchos me tildan como un precoz escritor pero no hacen más que catalogar a cualquier individuo por intermedio de características fugaces.