Loca, chiflada, desequilibrada, demente, depresiva, ¿Una puta cabra?

Divinas palabras, de Valle-Inclán

Llevamos en la universidad mucho años verificando que la salud mental de los estudiantes está sometida a enormes vaivenes. En el Curso Urgente de Política para Gente Decente recordé que en las sociedades ricas, hasta el 30% de la gente consume algún tipo de ansiolítico, antidepresivo o remedio químico para aguantar el tobogán de nuestras sociedades. Y que el tobogán es estructural, porque descansa en una economía que nos lleva a Marte y al tiempo nos hace llevar vidas miserables. Es conocido el caso de un trabajador sometido a acoso laboral al que el sindicato le ofreció pagarle las pastillas y el psicólogo.

No es un asunto farmacológico. Las medicinas son el remedio, pero el mal es una sociedad que ha perdido la humanidad. Tanto tienes, tanto vales. Y todo se ha convertido en una mercancía y, por tanto, todo se oferta y se vende en mercados donde no siempre vamos a ser competitivos.

Llevamos años denunciando que los patrones de belleza femeninos llevan directamente al quirófano. El porcentaje de top model que han pasado por el bisturí debe ser superior al 90%. Porque si no eres deseable para ese mercado, estás fuera.

Es la misma lógica que lleva a que los deportistas se dopen. Si no hay ruptura de límites no hay espectáculo; si no hay espectáculo, no hay anuncios. Si no hay anuncios, no hay dinero; si no hay dinero, no hay interés.

En esa lógica de cuenta de resultados, jugar es de pendejos y solo ganar, aunque sea haciendo trampas, tiene sentido

El problema es que la gente normal, que no se dedica a las pasarelas, tiene derecho a sentirse bella sin dedicar la vida entera a limar todo lo que la sociedad señala como excedente de su cuerpo. Porque las Miss Mundo luego dicen eso de que Confucio fue el que inventó el confusionismo. Ya se sabe, la confusión y todo eso.

El problema es que es ese mercado del futbol el que lleva a que los padres armen una trifulca los sábados por la mañana cuando van a ver el partido de su hijo del colegio y que incluso se líen a golpes con el árbitro. Porque en esa lógica de cuenta de resultados, jugar es de pendejos y solo ganar, aunque sea haciendo trampas, tiene sentido.

Y ni los jóvenes pueden tener proyecto emancipatorio ni a los padres les cabe otro proyecto que trabajar y esforzarse para sus hijos. Y la vida no es solamente ser padre o madre.

La universidad se ha convertido en una triple llave. La llave para poder llegar a realizar una carrera; la llave para poder hacer luego un máster. La llave para tener la tranquilidad y las condiciones para leer y estudiar. La COVID 19 ha empeorado radicalmente todo esto. Porque además, los jóvenes viven en casa de sus padres hasta los 30 años. Y ni los jóvenes pueden tener proyecto emancipatorio ni a los padres les cabe otro proyecto que trabajar y esforzarse para sus hijos. Y la vida no es solamente ser padre o madre.

Tenemos que gustar, tener muchos likes, arrastrar a muchos seguidores, que todas las opiniones que nos escriben sean favorables –aunque opinen sobre uno descerebrados o mercenarios-, tener éxito en la pareja, en los amigos, en el entorno social, ver todo lo que esté de moda -un programa, una serie, un libro infame, un disco-, no hacer ruido para que no te señalen, no dedicar tiempo a las cosas de afuera porque quitan energías para las cosas de uno mismo.

El amor propio deviene en egoísmo, el egoísmo obstruye la empatía, la falta de empatía te lleva al aislamiento y el aislamiento nos recuerda siempre la eternidad de la muerte. Ahí aparece el fascismo

El amor propio deviene en egoísmo, el egoísmo obstruye la empatía, la falta de empatía te lleva al aislamiento y el aislamiento nos recuerda siempre la eternidad de la muerte. Ahí aparece el fascismo. Con los contornos que sea. No hace falta que venga con correajes. De hecho, en el siglo XXI no va a venir con correajes como en el siglo pasado.

Una vida que merezca la pena ser vivida es una vida dotada de sentido. No me vale la felicidad de los niños, porque somos adultos. Pero algo debiéramos aprender de la felicidad de pueblos que tienen menos que nosotros pero que saben diferenciar entre ser y tener.

Loca, chiflada, desequilibrada, demente, paranoica, bipolar, obsesiva, depresiva, maniaca, autista, perturbada, desquiciada, alterada, perturbada, está como una puta cabra, puta, cabra y loca…

En las novelas y obras de teatro de Valle Inclán, siempre hay una parada de los monstruos, los expulsados de la sociedad recorriendo las ferias. Jorobados, contrahechos, tullidos, apestados, picados de viruela, ciegos, cojos, enclenques, enanos, dementes, locos, trastornados… Símbolos de una sociedad donde aún no había seguridad social.

Hemos ido solventando muchos de estos asuntos, pero las enfermedades mentales siguen manteniendo el estigma del propio lenguaje: loca, chiflada, desequilibrada, demente, paranoica, bipolar, obsesiva, depresiva, maniaca, autista, perturbada, desquiciada, alterada, perturbada, está como una puta cabra, puta, cabra y loca… Pero son mujeres y hombres.

Esa gente son gente que sufre, sufre mucho, y de paso, también pueden hacer sufrir. Y muchas veces nos asustan, como asustaban hace cien años otros enfermos.

«Los enfermos mentales son el símbolo en el siglo XXI de esa ausencia de salud mental que expresa el modelo neoliberal, el consumismo y la medición de los seres humanos por su capacidad de producir o consumir»

Los egoístas los expulsaban fuera de los muros de la ciudad; los decentes, les atendían. Pero hace mucho que la derecha ya no cuida. Ahora son depredadores sin rastro de humanidad.

Los enfermos mentales son el símbolo en el siglo XXI de esa ausencia de salud mental que expresa el modelo neoliberal, el consumismo y la medición de los seres humanos por su capacidad de producir o consumir. ¿Tendrá la sociedad que hacer como con esos personajes que recorrían las ferias pidiendo caridad? ¿O entendemos que las enfermedades de cada época son señales de las dolencias de cada sociedad en cada década?

En el parlamento español, hace años una diputada del Partido Popular hija de un corrupto que robó a esa España que dicen querer tanto, le gritó a los parados: ¡Que se jodan!

No es extraño que crezca la extrema derecha. Sálvese el que pueda. El mito del fascismo siempre fue un mito de la salud de la raza.

Hoy otro diputado del Partido Popular, Carmelo Romero, que piensa que en España, bajo la dictadura del asesino Franco se vivía mejor, le ha dicho a los españoles que tienen enfermedades mentales que se vayan al médico. Vamos mejorando, porque en la Alemania nazi los mandaban a Auschwitz.

Y ojalá pudieran ir al médico. Pero en España, la derecha, con los recortes en sanidad, hacen esto muy complicado. Y una sociedad que no atiende a las enfermedades de su época, es una sociedad en riesgo de disolución.

No es extraño que crezca la extrema derecha. Sálvese el que pueda. El mito del fascismo siempre fue un mito de la salud de la raza.

Juan Carlos Monedero

Es licenciado en Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad Complutense de Madrid. Hizo sus estudios de posgrado en la Universidad de Heidelberg (Alemania). Actualmente es profesor titular de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad Complutense de Madrid (con dos tramos de investigación -sexenios- reconocidos).

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