¿Feliz día del periodista 2024?

Portada: Periodista Damián Landinez de la cadena radial Blu Radio en Bogotá (propiedad de Caracol Televisión/VALOREM) siendo agredido por manifestantes oficialistas en la marcha convocada por el Gobierno Nacional y sindicatos afines para el 8 de febrero de 2024 en inmediaciones del Palacio de Justicia. Foto: Noticentro 1.

 Censura y autocensura causadas por el  predominio de los poderes políticos, económicos y criminales a todos los niveles sociales y del Estado; salarios indignos por debajo del ingreso promedio del colombiano promedio formalizado en el mercado laboral local, dominado respectivamente por una informalidad maligna que pareciera fomentada por el mismo sistema gobierno tras gobierno (sobre todo con la bellísima reforma tributaria reciente). Una visión diferente, sin culpar a actores externos, ni a la coyuntura política, ni a la tecnología…ni siquiera a las cada vez mayores y más mediocres facultades de “comunicación social y periodismo” que pululan por las universidades de todo tipo en el país como nacimientos no deseados…La transformación del ejercicio de informar, educar y entretener depende del talento, la escala de valores y los talentos que cada practicante de este bello oficio debe ejercer. Eso será el realismo que sin ser indiferentes a las nuevas “inquisiciones” salve nuestro trabajo. Nada más.

DEDICATORIAS ESPECIALES

El Nodo Colombia, Al Poniente y Kien y Ke. Mis casas periodísticas que llevo en el alma.

A las inspiradoras, roca de fortaleza y símbolo de lo positivo de la vida, del emprendimiento y las mujeres de Colombia Claudia Santodomingo y Diana Patricia Macías Armesto. GRACIAS. Ustedes saben por qué.


LA GRAN DESAZÓN

Las líneas que escribo a continuación son resultado de la observación desde el sentido común de los luctuosos hechos que rodean el ejercicio periodístico en este país, los últimos días. Extorsiones, amenazas, agresiones y un ejercicio cada vez más precarizado y tal vez, de forma irónica más depreciado socialmente en la época donde las comunicaciones y la conectividad superarían la imaginación de cualquier ser humano, aún de los más afines a las utopías hasta hace menos de sesenta años.

Mientras las conmemoraciones Del Día Nacional del Periodista el pasado 9 de febrero llenaban o intentaban llenar la incendiaria agenda de los hechos del día anterior ocurridos en el Palacio de Justicia de Bogotá, donde la prensa ha sido y desde días antes la más afectada, creo que hay una evidencia de la doble moral de la sociedad colombiana, manifiesta en el cada vez más invisibilizado y peligroso de ejercer en Colombia.

Periodistas amenazados de muerte por supuestos “influenciadores” y agredidos en las calles, mientras que el jet-set periodístico criollo tomaba café, contaba malos chistes y se convertía en la sociedad del mutuo elogio como lo ha sido el Círculo de Periodistas de Bogotá-CPB -que pide para ser miembro ser graduado de pregrado de periodismo y comunicación social, traicionando la esencia empírica del oficio, ya que esas facultades no se formaron en el país sino hasta finales de los años setenta, una época muy lejana de los años cuarenta cuando se fundó-.

FALTA AUTOCRÍTICA DE LOS MEDIOS

El pensamiento crítico al igual que los valores no son intrínsecos a las personas, se construyen. Y para construir dichas estructuras de pensamiento deben formarse en diferentes áreas del conocimiento humano -se recomienda mucho el rescate de la lectura de libros y revistas escolares de 2007 hasta 1960 de ser posible para en algo tratar de remediar las taras mentales de las décadas presentes del siglo XXI-. Lo que no se desarrolla individualmente en una matriz constructiva colectiva muy difícilmente se adopta como valores propios, y todavía más se puede traducir en políticas empresariales. La traducción de esto para nuestro tema que es el periodismo y los medios, es que la decadencia de los valores axiológicos y la decadencia educativa colombiana no solamente se refleja en las pruebas PISA de cada año, sino en el imaginario de los medios de comunicación que tenemos hoy día.

La decadencia y poco valor del periodismo en la sociedad colombiana proviene de la misma actitud de las matrices creativas y de influencia del periodismo, a saber, los medios masivos de comunicación, las compañías de publicidad y las escuelas o facultades de periodismo.

Su primer punto es precisamente favorecer patrones erróneos de ejemplo ciudadano “porque está de moda”. Así nació la figura de los “influencers” a quienes se perdona todo, hasta la ruptura de la Ley porque “son populares” y porque “le gustan a la juventud”. Y esa es la misma escena de alguien que le regala a una persona de la calle una navaja para que se defienda…uno nunca sabe si esa navaja el día de mañana será contra uno mismo…

De este mismo orden, son los discursos de odio, y las matrices de la falsa polarización creada por matrices de odio. Los locutores de la radio masiva análoga, en un país donde la radio digital es incipiente -pese a existir más de casi dos mil emisoras digitales en el país-, diariamente incendian, adoctrinan e inclusive influyen y afianzan comportamientos negativos y rayanos en la disociación. Peleas callejeras, toxicidad en redes sociales, peleas físicas y rupturas familiares y de amistades en el mundo real tienen su origen en dichas voces, que en una esquizofrenia colectiva escuchamos acompañadas de una música machacada durante décadas, palabras comunes, poco fondo intelectual en la mayoría de casos o una militancia político-ideológica disfrazada de “inteligencia” y “análisis”.

¿Resultado? Desde farsantes dejando en ridículo su propia vida y una industria, hasta famosos por ser nadie y nada, pero célebres temporalmente por sus excesos y desperdicio de tiempos, recursos y poder efímero en un país lleno de miserias y dolor. Y estos monstruos creados por el mismo sistema, terminan por comerse a lo que tienen alrededor, incluidos a los que una vez fueron sus amigos, promotores -y quienes por el maldito afán de lucro de la guerra del centavo de la pauta son comprados por dichos “generadores de opinión”-.

¿QUÉ HACER?

Romper con la cadena de la rata. El que tenga formación de pregrado, que no haga carrera de comunicador, sino que se forme en estudios de especialización y maestría en comunicación de acuerdo a su énfasis, e inclusive con cursos cortos de herramientas digitales en inteligencia artificial, redes sociales y desarrollo de aplicaciones web y móviles. ¿Para qué enriquecer facultades que se lucran de una profesionalización que no es garantía en nada para el mejoramiento de la calidad de vida de los medios?

Más bien, el estudio de economía, contaduría y administración de empresas es lo ideal para superar la crisis. Pensamiento gerencial para que no se tenga que repetir el mismo esquema de la guerra del centavo de la pauta. La competencia será letal, y solamente el tener actitudes fuera de la ética, hermanar intereses económicos con agendas políticas ajenas a la naturaleza informativa será el único recurso para el sustento.

¡No agremiarse! Hay más gremios de medios y periodistas en Colombia que bandas criminales en las capitales de América Latina. Los gremios son la fuente de recursos y poder para los que son sus dueños, pero de poco o nada le sirven a sus afiliados a la hora de resolver problemas y mejorar el bienestar. ¿Qué sirve más que una agremiación? Un ejercicio empresarial ético. Dar empleo a los mejores periodistas y comunicadores será el mejor apoyo que se puede dar al emprendimiento. Lo demás, es politiquería.

¿Qué hay que perder apostando a hacer algo diferente? A lo mejor, y en 2025 si habrá un Día del Periodista un poco más feliz.


Todas las columnas del autor en este enlace: Jhon Jairo Armesto Tren

Jhon Jairo Armesto Tren

Con estudios en Administración ambiental de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas-Bogotá. Veedor ciudadano en presupuesto electoral de la Universidad desde 2011 hasta hoy registrado ante la Personería de Bogotá. Columnista de opinión en varios medios de comunicación digitales desde 2013. Actualmente director publicitario de El Nodo Colombia y columnista habitual, además en El Quindiano (Armenia) y Diario La Piragua (Montería, Córdoba)

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