Valor y confianza

La paz nos pertenece a los colombianos. Que los actores armados firmen el fin de su confrontación bélica es un punto de partida que no puede desaprovecharse para hacer de la paz un proyecto común. Para construir una Colombia para los colombianos, sin distinción; la firma de los acuerdos debe constituirse en el inicio de un trabajo de los ciudadanos por apropiarse del futuro mejor como proyecto.

La paz nos pertenece a los colombianos. Que los actores armados firmen el fin de su confrontación bélica es un punto de partida que no puede desaprovecharse para hacer de la paz un proyecto común. Para construir una Colombia para los colombianos, sin distinción; la firma de los acuerdos debe constituirse en el inicio de un trabajo de los ciudadanos por apropiarse del futuro mejor como proyecto.

No basta con la intención de los actores de la guerra por cesar el conflicto, hace falta que una nueva ciudadanía para la paz, una ciudadanía que constituya una sociedad valiente y con confianza.

Un país distinto requiere una valentía especial, el tipo de heroísmo que entiende su condición de vulnerabilidad y que enfrenta el miedo, es necesario el valor que deviene de entender la existencia del Otro. Para hacer la guerra solo hace falta miedo, por el contrario, para hacer la paz requerimos un tremendo valor, requerimos especial  esfuerzo de todos los colombianos, por eso es un proyecto común, porque depende de todos no solo de los combatientes.

Habrá que celebrar un nuevo heroísmo, no el de los que empuñan un arma y creen que el calor de su fusil forja su carácter heroico; sino el de colombianos inermes que privilegian el perdón a la venganza. Hace falta muchísimo valor para enfrentar a tu victimario a los ojos y derrotarlo con el perdón, que no es debilidad sino fuerza, la fuerza de entregarle a un guerrero lo que no espera: el desconcierto de no recibir violencia por la violencia ejercida.

Vivir en paz no significa que desaparezcan los antagonismos, por el contrario, constituir un país de todos implica que se celebren los conflictos, naturales a nuestra existencia como sociedad, pero que se resuelvan con métodos no violentos, debemos construir un país donde nadie quiera matar a nadie por lo que piensa y nadie se sienta en la necesidad de tener que violentar a otros para que se escuche eso que piensa.

Por otro lado, un futuro nuevo y mejor requiere que los colombianos asumamos las riendas del país, necesitamos recuperar la confianza, debemos como sociedad empezar a creer que nos merecemos un país mejor y que estamos en la capacidad de construirlo.

Recuperar nuestra autoestima requiere un esfuerzo por transformar la cultura. El sistema de valores que sirve da base a nuestra sociedad es un individualismo que nos derrota como individuos, parece paradójico pero es su lógica más profunda.

Desde que nacemos y nos insertamos en la sociedad nos dicen que con el mero esfuerzo individual en un sistema de competencia, podremos conseguir un Ferrari, ir a la mejor universidad, tener la apariencia física de Kent y conseguir por compañera una Barbie.

Pero nos enfrentamos a una realidad en la que los Ferrari ni siquiera pueden andar por el tipo de calles en que vivimos, la universidad es un privilegio de muy pocos y claramente no somos kent ni Barbie y cualquier proyecto de relación que iniciemos alrededor de nuestras expectativas de consumo va a fracasar.

Para disminuirnos como individuos nos venden discursos inviables, nuestra fuente de identidad no es más que una propaganda y nos resumen a sujetos fracasados, pesimistas frente al futuro mejor y en resumen con expectativas irrealizables en la sociedad que tenemos en la realidad.

Por eso aceptamos con tranquilidad que nada de lo público funcione, nuestras expectativas están en la búsqueda individual y está separada de lo público,  es normal que la plata de todos sea usada en proyectos individuales, al final, todos haríamos exactamente lo mismo. Esta sociedad es un fracaso como proyecto ético.

La construcción de otro país requiere la destrucción de nuestro modelo de individuo fracasado por naturaleza, requiere en suma la construcción de confianza, tendremos que empezar a creer que como sociedad de verdad podemos vivir en paz.  Y convencernos de que tenemos la valentía para vivir con otros sin tener que matarnos, hagamos que venga la paz, vamos a decirle SI a la paz.

 

Carlos Mario Patiño González

Abogado de la Universidad de Antioquia, Magister en Derecho económico del Externado de Colombia, de Copacabana-Antioquia. Melómano, asiduo conversador de política y otras banalidades. Tan zurdo como puedo pero lo menos mamerto que se me permita.

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