Otra vez, a defender la tierra

CarlosMario Patiño

En la noche del 22 de noviembre de 2019, en el marco de las protestas sociales, corrió por mensajes de WhatsApp que los manifestantes se iban a meter a las unidades cerradas a saquearlas, esto causó el pánico de los vecinos que no tardaron en conformar improvisadas autodefensas para proteger su propiedad y tranquilidad. Pero su tranquilidad ya había sido alterada, por una mentira que deliberadamente causó pánico y que se usufructúa de la violencia que proviene de este.

Ese tipo de mentiras virales, no son inocentes, son una acción deliberada que busca activar a la sociedad en favor de determinados propósitos; en la noche noviembre de 2019 ese miedo buscaba poner el foco en la violencia de los manifestantes para, de paso, justificar una reacción violenta de la fuerza pública que “en defensa” de una propiedad que realmente nunca estuvo en riesgo, arremetió contra la humanidad de los protestantes reprimiendo fuera de todo canon constitucional la protesta social.

Estas falsas banderas, que ponen a la sociedad en guerra consigo misma, consultan lo más profundo de la emocionalidad. Pareciera que la mayoría de los colombianos está dispuesto a organizarse para defender lo que tiene a sangre y fuego su propiedad, incluso ante amenazas hipotéticas, o peor aún, defender a sangre y fuego una propiedad hipotética, como cuando la sociedad mayoritariamente justificó las inminentes violaciones a los derechos humanos por poder ir a una finca que nunca tuvieron en el marco de la política de seguridad democrática.

Por estos días, cuando apenas han transcurrido 5 semanas del gobierno de Gustavo Petro, aparece en los medios – y al parecer solo en los medios – la amenaza de que organizaciones de invasores se van a tomar las tierras ajenas. Esta amenaza ha tenido la consabida respuesta enérgica de los auto defensores de la tierra que ya han hecho gala de su capacidad de violencia sin que se concrete siquiera la amenaza.

El discurso de la autodefensa en Colombia ha sido utilizado por todos los bandos, pero cuando se trata de la autodefensa de las tierras es importante destacar que el paramilitarismo nunca fue, propiamente dicho, un ejercicio de defensa sino, más bien, la instrumentalización del conflicto por los intereses económicos y políticos que en vez de protegerse de la amenaza insurgente despojaron tierras para acrecentar sus latifundios y constriñeron a la población para garantizar su hegemonía política y militar.

Lo que resulta evidente, mucho más que una amenaza articulada de invasión de tierras, es la intención de sectores reaccionarios de la sociedad de alentar el conflicto armado para asegurar sus expectativas políticas y económicas; justo cuando una nueva política de drogas y de paz promete garantizar el des escalamiento del conflicto aparece un nuevo casus beli  para armar la sociedad y ponerla en guerra nuevamente. La amenaza real es la autodefensa, que como sabemos en Colombia, no será tal y configurará un foco de conflicto para desestabilizar el gobierno del cambio. En pocas palabras, esta es la punta de lanza de un sector de la población que ha demostrado que está dispuesto a lograr por las armas lo que no ha podido electoralmente.

La defensa del gobierno del cambio que con tanto esfuerzo elegimos pasa, necesariamente, por quemar rápido estas falsas banderas; no hay que permitir que el pánico se apodere de la sociedad, para eso somos más importantes los militantes del cambio que los que actualmente están en el gobierno, porque solo en el debate de la sociedad civil podemos poner luz sobre los fantasmas que crea el miedo.


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Carlos Mario Patiño González

Abogado de la Universidad de Antioquia, Magister en Derecho económico del Externado de Colombia, de Copacabana-Antioquia. Melómano, asiduo conversador de política y otras banalidades. Tan zurdo como puedo pero lo menos mamerto que se me permita.

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  • Importante hacerle frente a esta amenaza de nuevos grupos paramilitares. Buen momento para realizar este tipo de columnas de opinión.