Heredamos sistemas corruptos

Heredamos la corrupción, heredamos modelos de teorías y de partidos políticos que se fueron incorporando en la estructura social dejada por Bolívar y Santander.

Voy a intentar que pensemos, aunque no estemos en mutuo acuerdo. Vivimos de modelos de otros países, desde la propia conquista traían un modelo de economía, de política, de cultura, de armamento, de lujos y detalles de vestir, montar a caballo, tomar vino y un listado que no es del caso enumerar. Ese modelo era, para la época, corrupto y corrompido. El Rey ordenaba,  nada se cumplía en las tierras llamadas Indias. Llegaban encomenderos a llenar sus arcas y alforjas, luego se iban a vivir su vida a palacios y castillos en la España de Castilla y León, Granada y Aragón. Francisco Antonio Zea, en una etapa de la revolución de independencia, aprovechando la confianza que le diera Simón Bolívar, se quedó disfrutando del préstamo que le hiciera Inglaterra, años después Bolívar cancelaría la deuda.

Heredamos una corrupción que galopa a unas velocidades en décadas y siglos. Los organismos de control no cumplen con sus funciones, el estado pareciera está hecho para hacerle la propia trampa. Los modelos de control han fracasado.

Heredamos la corrupción, heredamos modelos de teorías y de partidos políticos que se fueron incorporando en la estructura social dejada por Bolívar y Santander.  Siguieron guerras civiles, creación de fallidas constituciones políticas, la corrupción galopaba en los estados soberanos y la anarquía crecía entre pobladores, colonizadores, palenques y cimarrones. Se consolidaron personajes como Tomás Cipriano de Mosquera en el Valle del Cauca y en Antioquia Pedro Justo Berrio. Llegaron concesiones de vías, puentes y trenes, al indagar, consultar, podríamos observar, fueron grandes negocios para los oferentes y contratistas. Llegaron ingenieros de países Europeos, a implementar sus obras, ni las guerras civiles detenían sus presupuestos y comisiones dejadas en las notarías.

Heredamos una corrupción que galopa a unas velocidades en décadas y siglos. Los organismos de control no cumplen con sus funciones, el estado pareciera está hecho para hacerle la propia trampa. Los modelos de control han fracasado. Las instituciones no cumplen con sus planes de desarrollo anuales. Tenemos una división territorial que opera entre clanes y familias. Escuchar a personajes en declaraciones: «mira, a mí no me importa que roben, pero que nos dejen robar a todos por igual». El sentimiento de la «angustia» es latente entre los ciudadanos. Pareciera nos hundimos en un crucero estilo Titanic, mientras se hunde, la gente aplaude y los músicos tocan hasta tener el agua al cuello. Heredamos sistemas corruptos.

Diego Calle Pérez

Especialista en Gestión Pública. Escuela Superior de Administración Pública ESAP
Especialista Gerencia Educativa con énfasis en Proyectos. Universidad Católica de Manizales.
Historiador - Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín - Analista Político
Miembro fundador de columnistaslibres.com

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