Emprender en Colombia: debate entre subsistencia, burocracia y formalidad

El emprendimiento cobra hoy inusitada importancia por el anhelo de muchos de lograr su independencia y estabilidad económica. Los altos niveles de desempleo y la baja calidad de los mismos han creado en las personas la necesidad de generar sus propios recursos, de iniciar sus propios negocios, de pasar de empleados a ser empleadores”

El siguiente artículo, se propone contextualizar la situación del emprendimiento en Colombia. En principio se tomarán algunos referentes conceptuales de naturaleza técnica, posteriormente, se procederá a detallar la dinámica e impacto socioeconómico y finalmente, se comentarán las condiciones de la institucionalidad y algunas propuestas de cara al fortalecimiento del ecosistema emprendedor del país.

 Referentes conceptuales e importancia del emprendimiento

El emprendimiento se refiere a “la capacidad de una persona para hacer un esfuerzo adicional por alcanzar una meta u objetivo”; utilizada también para referirse a “la persona que inicia una nueva empresa o proyecto” (Gerencie.com; 2018). El economista francés Jean-Baptiste Say (Citado por Herrera; 2012) lo define como “agente que reúne y combina los medios de producción”. También como “un individuo líder, previsor, tomador de riesgos y evaluador de proyectos”. Joseph Schumpeter (Citado por Herrera; 2012) propone incorporar las ideas y las innovaciones como la clave del crecimiento económico. De esta forma cambia el rol de entrepreneur (pionero) para convertirse en un innovador de productos y servicios.

En esa misma línea, (Rodríguez; 2014), en un artículo para la Revista Forbes de México, explica que “la figura del emprendedor ha cambiado. Si bien el emprendimiento existe desde el principio de los tiempos, la imagen del emprendedor arriesgado y mítico que se generó en el siglo XIX y  parte del XX, se desvanece y toma su lugar un emprendedor más humanizado, que más que ciencia, requiere práctica y pasión”. En Colombia, la ley 1014 de 2006, define el emprendimiento como “una forma de pensar, razonar y actuar centrada en las oportunidades, planteada con una visión global y llevada a cabo mediante un liderazgo equilibrado y la gestión de un riesgo calculado, su resultado es la creación de valor que beneficia a la empresa, la economía y la sociedad”.

En otras palabras, el emprendimiento es un conjunto de iniciativas previamente identificadas y orientadas a la creación de valor, a partir de la viabilización de los factores de producción disponibles para el beneficio económico y social de la población. Naturalmente, las acepciones sobre emprendimiento variarán de acuerdo a la visión de las escuelas de pensamiento y autores que han abordado su estudio; en este sentido (Herrera; 2012) respalda lo dicho, afirmando “en este campo no existe una sola teoría que defina y explique este fenómeno; tampoco hay acuerdo acerca del objeto de investigación debido al débil marco conceptual que presenta (…); en consecuencia, ninguna definición de emprendimiento es lo suficientemente precisa o descriptiva.” Respecto del estado del arte sobre emprendimiento, según (Herrera; 2012) “a partir de los años noventa, se ha incrementado la literatura que hace referencia al campo del emprendimiento, donde los autores prefieren los métodos cualitativos e  investigaciones empíricas que les permita hacer aportes conceptuales. El tema de mayor interés es el proceso de crear empresa, las motivaciones y la elaboración de los planes de negocio.

La importancia del emprendimiento está relacionada con el dinamización de la economía de un país en materia de generación de empleo, aumento en la productividad y expansión en los índices de innovación; en tal sentido, el Departamento Nacional de Planeación en Colombia, a través del Documento CONPES 3866 de 2016 indica que “los países suelen lograr aumentos en su crecimiento económico cuando implementan procesos de diversificación que les permite producir bienes con un nivel de sofisticación mayor al nivel de aquellos que conforman su canasta de producción, siempre y cuando la capacidad requerida para producir los bienes más complejos no diste mucho de la capacidad ya instalada” ; así mismo, (Arboleda; 2011) resalta que “el emprendimiento cobra hoy inusitada importancia por el anhelo de muchos de lograr su independencia y estabilidad económica. Los altos niveles de desempleo y la baja calidad de los mismos han creado en las personas la necesidad de generar sus propios recursos, de iniciar sus propios negocios, de pasar de empleados a ser empleadores”; de la misma manera, el profesor Rafael Vega, afirma que “la evidencia internacional confirma que los niveles más altos de desarrollo corresponden a los países que muestran también altos niveles de emprendimiento innovador en sus economías” dado que este, según Innova es «el principal mecanismo diferenciador de los países emergentes para superar las denominadas trampas de la pobreza y sobrepasar el umbral del progreso«. Finalmente, la misma fuente indicó al respecto que “las empresas de nueva creación generan una significativa cantidad de innovaciones, rellenan nichos de mercado y aumentan la competencia, promoviendo de tal modo la eficiencia económica (…) esta perspectiva ofrece una mejor comprensión del motivo por el que el emprendimiento se convierte en un factor vital para el crecimiento de la economía en su conjunto.”

Emprendimiento en Colombia

En cuanto a la situación del emprendimiento en el país, según la Universidad del Rosario, “Colombia, desde 1993 ha desplegado un conjunto de iniciativas (8 proyectos de ley) para el fortalecimiento de una estructura que adopte el desarrollo sostenible de emprendimientos”; en este sentido, (Arboleda; 2011) indica que “el país cuenta con una política nacional de emprendimiento que tiene por objetivos fundamentales promover la articulación institucional, facilitar la formalización de la actividad empresarial y fomentar emprendimientos que incorporen, cada vez más, ciencia, tecnología e innovación”.

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Un reportaje para El Tiempo en Agosto de 2015,  indica que “el país cuenta con características singulares que hacen posible el emprendimiento, entre las que se destacan el tamaño del mercado, la positiva predisposición ante los negocios y el ingenio para buscar herramientas que hagan posible la formación de nuevas corporaciones que contribuyan a la generación de oportunidades”. En el mismo sentido, un artículo de la revista Dinero, afirma que en términos socioculturales, la aceptación hacía a la idea de crear empresa, para el 2016, fue del 66%, en la medida que, “el hábito de emprender cada vez toma mayor fuerza, ya que Colombia es un país líder en pensamiento y desarrollo empresarial, especialmente por sus positivas perspectivas y grandes oportunidades.»

Según el Informe Global Entrepreneurship, Colombia “es uno de los países más emprendedores del mundo ocupando el tercer lugar entre una muestra de 43 países, después de Perú ” con una tasa de actividad emprendedora nacional del 20,1%; pese a esto, suscita preocupación que, un reportaje de la Revista Dinero, realizado en 2017,  se afirme que “en el contexto internacional, Colombia presenta una de las tasas más altas en emprendimientos de subsistencia (33,3% de la población entre 18 y 64 años emprende por necesidad)”, este valor no solo es el onceavo entre 60 países evaluados, sino superior a la media mundial; estos (emprendimientos por necesidad) son definidos como “iniciativas de carácter informal , generalmente con bajos niveles de innovación, cuyas posibilidades de perdurabilidad  son muy limitadas no solo por los aspectos antes mencionados, sino adicionalmente porque en la mayoría de los casos sus gestores adolecen de formación bien sea técnica o gerencial, así como de los recursos necesarios para su desarrollo”. En el mismo sentido, (Arboleda; 2011) señala que “cerca del 17% de los emprendimientos en Colombia, se crean en el marco de la formalidad, lo que limita, entre otros, su acceso a financiamiento, cuentan con menores niveles de productividad, mantienen una escala de operación inferior a la óptima, no tienen acceso a los mercados de bienes y servicios ni a los recursos provenientes de las compras públicas y por ende su crecimiento y sostenibilidad son limitados.”

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Al respecto, (Arboleda; 2011) explica que “la formalización empresarial es uno de los principales retos de las economías latinoamericanas y uno de los principales objetivos de la política de emprendimiento en Colombia. Comprende iniciativas que contribuyan a la simplificación de trámites, la reducción de costos, la difusión de información para iniciar empresas formalmente y el desarrollo de programas para incentivar y combatir la informalidad”; en razón que, según el Informe Global Entrepreneurship “somos el segundo país en el mundo con el mayor porcentaje de cierre de empresas, fundamentalmente por factores de rentabilidad (30%) y por razones personales (22%)”;  además, se suman factores como (1) las fuentes de financiación para nuevos emprendedores, puesto que, según la Universidad Antonio Nariño, 17% inician con recursos propios, 13% con deudas, 7% con capital semilla, 3% con recursos públicos, 3% ángeles inversionistas y 0,5% con capitales de riesgo, debido a esta circunstancia, 18% de los emprendedores desisten de sus ideas. (2) las trabas burocráticas y legales, entre las que se argumenta que, para fundar una empresa  se requieren catorce (14) trámites, cuatro más que el promedio latinoamericano, además de la excesiva carga tributaria sobre el empresariado, que según un estudio de (Rincón & Delgado; 2018) para el Banco de la República, la tasa de tributación efectiva se estima entre 52,2% y 59,6%. (3) la poca accesibilidad a nuevas tecnologías que tienen las empresas en Colombia, hace que se dificulte competir a nivel internacional. (4) La falta de acompañamiento, pedagogía y asesoramiento, lo que explica, por ejemplo, que solo el 16% de los emprendedores considere que las entidades de apoyo a las nuevas empresas en el país son suficientes.

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En relación al peso del emprendimiento en la economía, según el Departamento Nacional de Planeación, en Colombia, como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB), el gasto destinado al rubro investigación más desarrollo (I+D) es tan solo del 0,19%, mientras que en las actividades de ciencia, tecnología e innovación (ACTI), la inversión es de 0,46%; en contraste con las estimaciones de agencias internacionales que recomiendan invertir el 2%, pero las diferencias son aún más notorias, si se compara con Estados Unidos que invierte en el campo de investigación más desarrollo el 2,49% de su PIB.

Respecto de la asignación de recursos públicos para el emprendimiento, un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo explica que en Colombia existe un predominio por los programas orientados al apoyo de la innovación (44%), seguido del desarrollo y ampliación de la base científica (38%) y el fortalecimiento de las capacidades institucionales (18%). El mismo estudio, indica que dentro las políticas de apoyo al emprendimiento y la innovación prevalecen el crecimiento y expansión de empresas (51%); así como también los programas de apoyo e impulso a la innovación (30%) y de manera residual los programas orientados a la concreción de proyectos de startups (8%).

Algunos resultados del primer censo a los emprendedores

Según el primer censo a emprendedores, desarrollado por Innpulsa y la Universidad Nacional de Colombia, se identificó que en el país hay 2.373 startups de las cuales 47% está en etapa de crecimiento inicial (Ver figura 1). Al respecto, uno de los datos más relevantes que arrojó el estudio es que los emprendimientos con menos de cinco años de operaciones han generado 7.933 empleos directos. También se conoció que, según Innova, “el sector empresarial colombiano pertenece principalmente al sector del consumo, aunque los servicios empresariales han presentado aumentos significativos en los últimos años”; encontrándose que el  mayor porcentaje de emprendedores innovan en servicios (53,4%) y productos (24,4%).

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Figura 1: Cantidad de Startups. Fuente: Elaboración del autor

En la distribución de los emprendedores por edades, se encontró que el 32,4% de la población entre 24 y 34 años son emprendedores nuevos (Ver figura 2); también se determinó que 17,8% de la población entre 45 y 54 años ya son empresarios establecidos. Igualmente, se pudo establecer que de los emprendedores que hay en el país, 69,4% son hombres y 30,6% son mujeres.

Figura 2: Edad de los Negocios. Fuente: Elaboración del Autor

En el censo, también se estudió el nivel de formación de los emprendedores nuevos, donde se encontró que el 32% son profesionales y el 33% tienen postgrado; del mismo modo, para los empresarios ya establecidos, se pudo determinar que el 12% cursaron un postgrado, y el 11% únicamente cuenta con los estudios de básica primaria (ver figura 3)

Figura 3: Educación de los emprendedores. Fuente: Elaboración del autor.

De la misma forma, se estudiaron las motivaciones para emprender de los colombianos, de allí se logró concluir que 51% de las personas que emprenden buscan una mayor independencia. Un hallazgo significativo fue que 40% de los emprendedores buscan mejorar sus ingresos, finalmente entre las personas que señalaron que emprenden por otros motivos que representan el 1%, se encontró que el 58% tomaron el camino del emprendimiento, porque  identificaron una oportunidad de negocio, también se determinó que para esa misma categoría, el 42% emprenden por necesidad, una cifra ligeramente superior a la registrada por el reportaje anteriormente citado (33,3%) (Ver figura 4)

Figura 4: Motivaciones para emprender. Fuente: Elaboración del autor.

En el censo, también se estudió la distribución por regiones en cuanto a la cantidad de startups, en donde se encontró que Antioquia y Bogotá registran la mayor participación con el 41% y 37% respectivamente. Por etapas de desarrollo de las startups, se pudo establecer que Antioquia tiene una mayor participación en la etapa de descubrimiento  (71%), mientras que Bogotá lidera las etapas de crecimiento (48%), aceleración (61%) y estabilidad (86%) (Ver figura 5)

Figura 5: Cantidad de Startups por regiones. Fuente: Elaboración del autor.

Una de las conclusiones del censo a los emprendedores, según la Universidad del Rosario, es que el principal reto de Colombia es “realizar una transición efectiva hacia una economía basada en la innovación, donde la creación de startups competitivas juega un rol determinante dada su capacidad para generar valor y sostenibilidad”, en virtud de que, el mismo estudio indica que “la capacidad de crecimiento económico del emprendimiento de negocios todavía no se refleja en el desempeño económico del país”, pese a los esfuerzos realizados en términos institucionales y presupuestales; además, a partir de este instrumento, según Innpulsa, se confirma la importancia del emprendedor, ya que, “juegan un papel crucial en la transformación de las sociedades de ingresos bajos, caracterizados por la productividad reducida y, a menudo por el autoempleo de subsistencia, en economías dinámicas caracterizadas por la innovación y el aumento del número de trabajadores bien remunerados”; en consecuencia “la incorporación de la innovación en las actividades productivas permite ampliar la producción, y es entonces cuando la combinación emprendimiento-innovación tiene como resultado el aumento en la productividad, elemento determinante para el crecimiento económico de una nación.”

Institucionalidad para el emprendimiento

Un estudio de Fedesarrollo indica que Colombia ha dado pasos sustanciales en la materia: los recursos destinados a ciencia, tecnología e innovación, a través de las asignaciones presupuestales a Colciencias y los rubros destinados a este fin en la reforma al Sistema General de Regalías se han incrementado (10% de estos recursos se destinan al Fondo de Ciencia Tecnología e Innovación), se creó “Innpulsa” la unidad de desarrollo de Bancoldex que promueve la innovación y el emprendimiento dinámico a través de instrumentos de financiación mediano y largo plazo, se pusieron a disposición de las empresas incentivos tributarios para las inversiones en ciencia, tecnología e innovación, se han consolidado casos regionales de éxito como Ruta N, Tecnnova en Antioquia y Connect Bogotá.

Por otra parte, un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo, resalta al Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA)  por su apoyo a la innovación a través del Sistema de Investigación, Desarrollo Tecnológico e Innovación (SENNOVA) en el que se destaca el programa de fomento a la innovación y el desarrollo tecnológico, a su vez, menciona diferentes actores subnacionales creados por ley como las Comisiones Regionales de Competitividad, Comités Universidad-Empresa-Estado, Consejos Departamentales de Ciencia y Tecnología; igualmente se resaltan actores en el sector privado como el Consejo Privado de Competitividad, Confederación de Cámaras de Comercio de Colombia, la Asociación Nacional de Industriales, además de los Capitales Semilla para Emprendimientos Dinámicos e innovadores que se muestran en un mapa donde se relacionan todos los actores e instituciones tanto públicas como privadas que tienen relación con el ecosistema de emprendimiento, innovación, ciencia y tecnología (Ver figura 6).

Figura 6: Ecosistema emprendedor en Colombia. Fuente BID; (2016)
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En síntesis, el país en materia de emprendimiento, innovación, ciencia y tecnología, pese a tener una de las tasas de actividad emprendedora más altas en América Latina y en el mundo, se enfrenta a grandes retos respecto del fortalecimiento de los ecosistemas emprendedores,  en cuanto a temas de financiación de proyectos, tributación,  lucha contra la informalidad, generación de capital humano,  desarrollo de redes de conocimiento que  deriven en mejores prácticas durante el proceso de creación y establecimiento de empresas de alto impacto innovador y tecnológico e inclusive, una articulación institucional que permita una mejor irrigación de los recursos públicos en la priorización de las políticas públicas; en ese orden de ideas, Fedesarrollo indica que “es fundamental que exista mayor coherencia entre la visión de largo plazo y las apuestas nacionales, regionales, así como la destinación y ejecución de los recursos”; en resumen, según Fedesarrollo, «los esfuerzos de política pública, si bien correctamente orientados, han sido des coordinados, dado que, se han centrado más en propiciar avances en ciencia y tecnología y menos en hacer aplicables estos avances al sector productivo y en promover una cultura de innovación en los diversos estamentos del Estado y la actividad empresarial.»  

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REFERENCIAS:
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  19. Banco Interamericano de Desarrollo, (2016), Condiciones sistémicas e institucionalidad para el emprendimiento y la innovación. Recuperado de: https://publications.iadb.org/bitstream/handle/11319/7962/Condiciones-sistemicas-e-institucionalidad-para-el-emprendimiento-y-la-innovacion-hacia-una-agenda-de-integracion-de-los-ecosistemas-en-los-paises-de-la-Alianza-del-Pacifico.pdf?sequence=1

Daniel Andrés Aristizábal Guerra

Administrador de Empresas Agropecuarias nacido y formado en la ciudad de Medellín, apasionado por las reflexiones académicas de cara a los fenómenos económicos, sociales, y en raras ocasiones políticos; buscando por medio de mis columnas, que los colombianos tomemos conciencia de nuestra responsabilidad frente al país, sus coyunturas y proyección de futuro.

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