“Frente a los jóvenes además de muchos otros asuntos, el presidente Petro se sigue rajando.”
El mensaje que busco transmitirle por medio de esta columna es claro, hoy los jóvenes seguimos más desamparados que nunca por parte del gobierno nacional en donde las noticias que nos llegan, más que brindarnos un alivio, nos dejan aún más desilusionados y frustrados frente a la administración del presidente Petro. El Decreto 1649 de 2023 por medio del cual se crea el programa nacional Jóvenes en Paz expedido el pasado 12 de octubre y ampliamente discutido desde entonces, iniciará su ejecución en donde beneficiará en su primera fase, en torno a 6 mil jóvenes que cumplan con los requisitos para optar por el subsidio y en donde se les pagará hasta 12 transferencias por beneficiario de hasta 1 millón de pesos para no caer en la delincuencia; el gobierno nacional debe entender que esa vía no es la solución, pero sobre todo, los jóvenes deberemos no caer nuevamente en la tentación de tragar entero, aquí le explico.
A medida que pasa el tiempo y soy testigo de ciertas realidades por las que la sociedad atraviesa, veo que el futuro por el cual los jóvenes deberemos transitar es uno a la inversa, éste siendo cada vez más materialista, además de facilista, la plata fácil pareciera es aparte de bien recibida, altamente pretendida por las personas. Hoy, lo que debería ser un deber ser no solamente a nivel ético sino legal, es presentado por el gobierno nacional como un favor. Mientras el presidente Petro pretende mostrarse como el baluarte de la juventud al expedir dicho decreto, nuevamente nos demuestra lo alterado que dejó su realidad, el paso por el monte mientras fue un subversivo.
Y digo que es un mundo al inversa, porque mientras el Estado se le arrodilla a los pandilleros pidiéndoles el favor de no delinquir y además premiándolos con una cifra para nada despreciable, hoy según varios estudios, 8 de cada 10 jóvenes tienen dificultades para conseguir empleo por falta de experiencia o de oportunidades, siendo una cifra superior a la media en Sudamérica que es de 7 de cada 10 y muy superior a la de países como en Chile, que la cifra es de 4 de cada 10, todo esto mientras que al parecer el gobierno está de brazos cruzados. Hablo de un mundo a la inversa, porque mientras que el gobierno nacional premia a delincuentes con un programa que además nos costará a los colombianos alrededor de 1.2 billones de pesos por año, el Estado “reconoce” a los estudiantes que sacaron el mejor puntaje del ICFES en sus colegios con una simple “placa de reconocimiento”. Hablo de un mundo a la inversa, porque mientras el presidente Petro sigue cazando pelea vía “X”, renegando por la decisión adoptada por el Presidente Milei frente a la gratuidad de la educación superior en la Argentina para extranjeros, los jóvenes colombianos seguimos esperando a que sé nos garantice el acceso a la educación sin sentenciar a las familias a la bancarrota con créditos disfrazados de regalos y sobre todo, que una vez sé nos haya hecho el milagro de poder estudiar, podamos acceder al mercado laboral con suficientes ofertas y con un salario digno para todos.
Ahora bien, entre los requisitos para acceder a dicho subsidio está el componente educativo que es de obligatoria asistencia, que consta de 2 horas diarias de lunes a viernes por un tiempo máximo de 4 meses. No falta aclarar, que como bien la naturaleza del hombre nos demuestra, la obligatoriedad en cualquier contexto termina fungiendo más como un desincentivo que como un incentivo, por lo que la inclusión de dicho requisito no garantiza que haya una introspección verdadera entre los jóvenes ni mucho menos, un cese a cualquier actividad delictiva que estos tengan la tentación de ejecutar. Por otro lado, al momento de hacer la investigación para redactar la columna en cuestión, que valga aclarar es ad honorem, hice un análisis de cuantas horas me tarda prepararme para publicarla y en promedio son 40 horas, por lo que la asistencia a dichos cursos, termina siendo más oneroso que un trabajo académico de investigación, es por esto mismo, que digo es una cifra para nada despreciable.
Para finalizar, es de vital importancia que tanto el gobierno nacional como los jóvenes, comprendan que tener plata en el bolsillo no garantiza un progreso si no viene acompañada de educación que les permita a las personas saber como manejarlo. Es por esto, que es fundamental, que los jóvenes insistamos en que dicho programa más que solucionar un problema, termina creando otro, pues mientras los jóvenes de bien, deseosos de estudiar siguen desamparados, quienes tienen afinidad con la delincuencia terminan recibiendo un premio, sin dejar a un lado el mensaje que hoy el gobierno promociona, “que el recibir plata sin ningún esfuerzo, es mejor que trabajarla”.
Frente a los jóvenes además de muchos otros asuntos, el presidente Petro se sigue rajando.
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