En la columna pasada se mostró no solo que Colombia no produce hoy suficiente energía para exportar (menos aún «energías limpias») sino que incluso hay riesgo de que haya racionamientos. No será por ahí que se pueda «sustituir la matriz de exportaciones» basada en hidrocarburos y carbón.
El camino alternativo que propuso Petro fue el turismo. Sobre la llamada industria sin chimeneas se ha hablado más en estos días, pero creo útil hacer un compendio de su situación.
Comparto la idea de fondo de apostarle al turismo. El potencial de nuestro país es enorme y pocos, muy pocos países, se le comparan en cuanto a la variedad y complementariedad de la oferta posible.
Tenemos costas en los dos océanos para ofrecer turismo de sol y playa. La oferta ecoturística es incomparable. Somos el tercer país más biodiverso del planeta y el más biodiverso por kilómetro cuadrado: contamos con la mayor variedad de aves del planeta, 1.954 especies registradas, el 20% del mundo; somos el país con más mariposas, 3,642 especies, también el 20%; y la mayor diversidad de orquídeas, el 30%, con 4.250 especies. Con 802 especies, somos la segunda nación con mayor diversidad de anfibios, y también somos segundos en reptiles, 520, y en peces de agua dulce, 1.595. El 31% de la superficie terrestre del país y el 37,6% de las áreas marinas han sido declaradas como protegidas y de conservación, en 60 parques, reservas y santuarios. Por eso y por nuestra variedad geológica, desiertos, montañas, ríos, represas, lagos y lagunas, las posibilidades de turismo de aventura, que mezclan naturaleza, esfuerzo físico y algún riesgo en la experiencia, son también enormes. Y debemos agregar el turismo arqueológico en San Agustín, Tierradentro, el Tayrona y un Chiribiquete sin par.
Además tenemos ciudades incomparables como Barichara, Cartagena, Mompox, Popayán, Santafé de Antioquia y Villa de Leiva. Y la oferta gastronómica y de música, artes y ferias y fiestas es tan variada y rica como nuestra geografía. Hay buena capacidad para el turismo de convenciones y negocios en Barranquilla, Bogotá, Cartagena, Medellín y Paipa. En fin, pocos países tienen tanto para ofrecer.
Pero… pero mucho va de las posibilidades a la realidad. Para que la apuesta por el turismo funcione se requieren varios elementos de los que hoy carecemos. Para empezar, la oferta no está integrada. Se venden separadamente unas cosas de otras. No hay paquetes turísticos que ofrezcan varias ciudades y diferentes tipos de turismo. Y, debilidad enorme y de muy lenta resolución, hay poquísimos operadores bilingües.
Además hay un serio problema de basuras en ciudades, playas y espacios públicos, que alejan a los turistas, y uno aún más grave de informalidad, un incordio que espanta a nacionales y extranjeros.
Después, las posibilidades del ecoturismo y del turismo de aventura, incluso del turismo de negocios, ferias y convenciones, está muy limitado por la persistencia del conflicto armado y de fenómenos de inseguridad crecientes en campos y ciudades. Dirán que tal cosa se resuelve con «la paz total». Será al revés: la paralización de la fuerza pública, la excarcelación de delincuentes y desmontar la lucha contra el narcotráfico, solo traerá el fortalecimiento de las organizaciones criminales y más inseguridad.
Sin resolver los problemas de basura, informalidad e inseguridad, difícilmente podrá aumentarse de manera importante el turismo internacional. También es indispensable ofrecer paquetes integrados con operadores bilingües. Y mejorar sustantivamente la infraestructura de aeropuertos y la alterativas de conexiones aéreas.
Ahora bien, aún bajo el supuesto de que se respondiera bien y rápido a los desafíos señalados, cosa que no se ve ni cercana, el objetivo de Petro de reemplazar «a corto plazo» con turismo los ingresos de hidrocarburos y carbón es imposible de cumplir.
En efecto, para noviembre del año pasado Colombia, las exportaciones totales de Colombia fueron de USD 52.574,8 millones de dólares, de las cuales 17.710,5 millones fueron de petróleo y derivados y 11.157,6 millones fueron de carbón. Suman USD 28.868,1 millones, el 54,9% del total.
Para septiembre del año pasado, las divisas por turismo fueron de USD 5.263 millones. Para noviembre, deberían estar en el orden de USD 6.432,6 millones.
El turismo tendría que multiplicar sus ingresos 4,5 veces para compensar los recibidos por hidrocarburos y carbón. Para noviembre, se proyectaban 4.011.069 visitantes no residentes, recuperando el nivel del 2019. La ocupación hotelera fue del 55%. Con el mismo nivel de gasto por persona, se requerirían más de 18 millones de turistas para tener las mismas divisas que recibimos por petróleo, derivados y carbón. Para atenderlos necesitaríamos dos veces y media la infraestructura hotelera de hoy.
Colombia no tiene como atraer 18 millones de turistas y no tiene ni tendrá ni siquiera mediano plazo la infraestructura para atenderlos. Aunque no le guste a Petro, por muchos años Colombia dependerá de los ingresos de los hidrocarburos y el carbón.
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