Memorias de los mundiales: Camino a Rusia 2018

88 años después del pitazo inicial de Domingo Lombardi (árbitro uruguayo) en el que un balón denominado el T-Shape, fabricado con tiento (cuero de vaca o de potro) y cosido a mano, rodara en el estadio Pocitos de Uruguay e inaugurara la primera edición de un mundial de fútbol, el mundo se prepara hoy para el comienzo de una nueva edición del torneo orbital, en el que Rusia, un enigmático país, se convierte por primera vez en anfitrión y en el que 32 selecciones competirán por el honor de levantar un trofeo que 44 años atrás (1974) recibiera el onceno de Alemania occidental, y que se convertiría en el reemplazo de la mítica Jules Rimet, azotada por los robos y desaparecida definitivamente en Río de janeiro en diciembre de 1983.

Por eso, esta serie de textos que hoy inicia es un tributo debido a todos los amantes del deporte que paraliza a millones de espectadores en el mundo y que tiene como único y verdadero lenguaje la euforia del gol. Éstas son historias que quedaron en las memorias de algunos y que hoy tiempo después merecen ser contadas para todos, con el sublime objetivo de mantener viva la única religión en el mundo que, como dijera Eduardo Galeano, no tiene ateos.

URUGUAY 1930

El comienzo de un sueño…

Con el deseo de olvidar los años de la guerra y buscando escapar de la pesadilla de una crisis económica como la de 1929, el mundo entero ponía por primera vez sus ideales en la organización de un torneo, que ya desde 1921 había sido el sueño de hombres que como Jules Rimet, presidente de la FIFA, promovían el fútbol como aquel que podría mantener  los vientos de una paz verdadera.

Invitados no clasificados…

Para el 18 de Mayo de 1929 el pleno de la FIFA reunido en Barcelona, decidía que Uruguay sería la primera nación anfitriona de una copa mundial, reconociéndole así su calidad de campeón olímpico en Amsterdam un año atrás y a su vez considerando la celebración del  centenario del juramento de su constitución, realizado el 18 de julio de 1830.

Sin embargo, la noticia no fue acogida con agrado en todo el mundo, en especial en territorio europeo, en donde muchos de los países se mostraron reticentes a cruzar el Atlántico, argumentando problemas económicos, generados por el crack del 29 y, a su vez, considerando el viaje como algo extremadamente agotador. En consecuencia, muchos países europeos desistieron de su participación; pero otros como Bélgica, Francia, Yugoslavia y Rumania terminaron por concurrir al torneo bajo situaciones de presión como fue el caso de los franceses, país de origen de Jules Rimet presidente de la FIFA, o solventados y elegidos por el monarca Carol, como fue el caso de los Rumanos, quienes enviaron 15 obreros pertenecientes a una firma petrolera británica, que de no ser por una indemnización real, se hubiera negado a otorgar el permiso a sus trabajadores.

Curiosamente el primer torneo orbital no obtuvo sus competidores por eliminatorias, sino por invitación. Así entonces, 4 naciones europeas, 8 latinoamericanas (incluido el anfitrión) y un elenco del representativo norteamericano, compuesto en su totalidad por veteranos escoceses e ingleses, conformaron el cuadro de cuatro grupos eliminatorios que solo fueron sorteados una vez que todos los participantes desembarcaron en tierras uruguayas.

Grupo A               Grupo B                Grupo C           Grupo D

Argentina           Yugoslavia            Rumanía           U.S.A

Chile                   Brasil                     Perú                    Paraguay

Francia              Bolivia                  UruguayBélgica

México

Los primeros…

En el minuto 19 del partido inaugural entre franceses y mexicanos, Lucient Laurent (Francés) sería el encargado de abrir la cuenta en un encuentro que a la postre marcaría un 4 – 1 en favor de los galos y le convertiría en el primero en anotar un gol en la historia de los mundiales. Por otra parte, el jugador Rumano Steiner sería el primero en fracturarse, paradójicamente en un mundial en el que no se permitían los cambios y tampoco existían las tarjetas (amarilla y roja) para amonestar a los jugadores.

Finalmente, en cuestión de penales un insólito partido disputado entre Argentinos y Mexicanos tuvo como curiosidad el arbitraje del técnico de la selección Boliviana, Ulises Saucedo, quien parecía conocer poco las reglas, sancionando unos cuantos penales, uno a favor de los argentinos (min 23), el cual sería desperdiciado por Fernando Paternoster (convirtiendo en figura al arquero mexicano Bonfiglio) y otro en favor de los “manitos” (min 65) que el portero albiceleste (Ángel Bossio) atajaría a Manuel Rosas, quien en este mismo partido anotaría un gol de tiro penal (min 37) convirtiéndose en el primer jugador en la historia de los mundiales en anotar desde los 11 metros.

La selección Argentina…

Entre estudiantes, goleadores y espías…

Las continuas referencias a la selección Argentina durante este mundial no fueron para nada triviales, pues entre sus toldas hacían carrera hombres que con el tiempo serían reconocidos en el ámbito internacional del fútbol, como fue el caso de Guillermo Stábile, quien se convertiría en el mayor anotador de la copa del mundo (8 anotaciones) y quien luego haría  carrera en el fútbol italiano; o el caso del capitán Manuel “Nolo” Ferreira, quien se perdería uno de los cotejos del mundial, cuando aquel 19 de julio, día del enfrentamiento contra México, el apodado “Nolo” tuviera que volver hasta Buenos Aires para rendir un examen en la facultad de Derecho donde se preparaba desde años atrás para la carrera de escribanía (Derecho).

Así mismo, el argentino Luis Monti se convertiría en el único jugador en participar en 2 finales de campeonatos mundiales (1930 – 1934) con la casaca de dos selecciones diferentes (Argentina – Italia), todo debido a una historia que hizo mella en el campeonato de Uruguay de 1930, donde según fuentes oficiales, espías italianos enviados por el Duce Bennito Mussolini, amenazaron de muerte a Monti para que no jugara su mejor fútbol en la final y así fuera acusado por los argentinos como traidor y luego sobornado para que fuera a jugar con la escuadra italiana, con la que 4 años después saldría campeón.

Tiempo después, algunos comentaban que las palabras entre los espías al iniciar la final del campeonato fueron: «Dentro de noventa minutos sabremos si tendremos que matarlo u ofrecerle mucho dinero para ir a jugar a Italia…»

Una final muy anecdótica…

En un escenario construido en tiempo récord (6 meses) los charrúas levantaron por primera vez en la historia una copa del mundo. El mítico estadio, llamado El Centenario, en honor a los cien años de la constitución nacional, sería para la selección uruguaya un comodín que empezaría a brillar cuando el 18 de julio de 1930 “el manco” Castro marcara el gol con el que los uruguayos derrotarían a Perú y que a la postre se convertiría en el primero de muchos que presenciaría esta majestuosa construcción.

Así el 30 de julio de 1930, más de 60.000 espectadores adornaron las graderías del majestuoso Centenario para presenciar una vez más un enfrentamiento entre Argentinos y Uruguayos, que se convertía en la primera final de un campeonato del mundo en el que cada equipo había exigido jugar con su propia pelota, a lo que el árbitro del partido, el belga John Langenus, quien además de impartir justicia era periodista deportivo del semanario alemán «Kicker«, accedería, permitiendo jugar el primer tiempo con la pelota argentina y el segundo con la uruguaya, la cual había sido importada especialmente de Inglaterra.

Finalmente los charrúas ganarían por un marcador de 4 goles contra 2, haciéndose acreedores a la primera copa Jules Rimet, la cual había sido creada en 1929 por el francés Abel Lefleur y cuya estatuilla representaba a la diosa griega de la victoria (Niké), quien era considerada hija de Zeus y se le atribuía la virtud de correr y volar a gran velocidad.

Espere la próxima semana Italia 1934 y Francia 1938…

Mauricio Albeiro Montoya Vásquez

Docente e investigador. Coordinador del proyecto de escritura “100 preguntas y respuestas para comprender el conflicto colombiano”. Fue reconocido en 2012 con la beca Jóvenes Investigadores de la Universidad de Valencia (España). Ha sido docente de diferentes universidades de Medellín e invitado como conferencista tanto en Colombia como en el extranjero.