La uribización del debate público en Colombia

En una columna anterior titulada «Epidemiologia y charlatanería» se advertía: “En principio todo colombiano es médico, abogado e ingeniero”. Bien, ahora estamos en nuestra faceta de abogados. Sin haberse publicado la decisión de 1.554 páginas de la Sala de Instrucción de la Corte Suprema que dispuso la detención domiciliaria para el Senador Uribe, nuestros analistas ya copaban todo el espectro de la discusión. Estamos en un momento doblemente propicio para la especulación: la pandemia y el caso Uribe. Y decimos especulación porque en ambos casos lo que sucederá al final, es de momento, incierto.

A diario especuladores de todos los pelambres hacen todo tipo de análisis. Pasamos de expertos epidemiólogos a depurados penalistas. El esfuerzo de nuestros comentaristas es enorme con tal de mantener cautivo al oyente, televidente, lector y cibernauta. La justicia convertida en espectáculo desplazó de tajo al Covid–19, ahora el tema es: Uribe. Mientras, la pandemia ‘mejora’ cada día sus números. Pese a esto, nuestra atención se concentra en el caso más “importante de la historia del país”; ese culto a la persona que nos hace ver a seres mortales como algo que no son, es una de tantas cosas que debemos revisar.

Empeñados en mantener la emoción a tope, nuestros medios hacen lo que haga falta. Especiales comentando lo ya comentado, a su vez, otros escriben columnas catastrofistas, incluso, a falta de más o menos 20 meses se realizan encuestas sobre las próximas elecciones presidenciales. Cualquiera dirá que nos encantan las elecciones cuando faltando tanto tiempo ya se hacen encuestas; sí se enteraran de nuestros niveles de abstención quedaríamos en ridículo, pero bueno, nuestra predisposición a pensar en el país para cada cuatro años, es otro asunto que debemos repensar. Y es precisamente el resultado de las encuestas lo que alimenta las barras. Estamos en una especie de reality show donde con cada publicación, like, retweets, video, comentario, se lleva a cabo un pulso entre los bandos que alientan al Senador y los que no.

Pensar con el deseo nos lleva a celebrar una medida cautelar que no define nada de fondo. Esta novela apenas empieza y le faltan bastantes episodios y desde luego, sorpresas por doquier. Mientras tanto, se escoge al Defensor del Pueblo, Procurador General de la Nación, asimismo, se esperan los resultados de los anuncios del Fiscal General de la Nación de los cuales poco se sabe, incluido, del propio Fiscal, que desde su viaje a San Andrés optó por el perfil bajo, todo lo anterior, sin contar la discusión del presupuesto del año 2021. Todo esto discurre al mismo momento en que Uribe sigue donde se encontraba: su casa. Inclusive, allí seguirá.

Los asuntos mencionados merecen igual o más atención que el proceso penal del Senador, el cual será largo, solo comparado en extensión a padres e hijos. Es entendible que ver un poderoso político rendir cuentas ante la justicia, especialmente en un país donde pasa de todo y no pasa nada, cautive la atención. Pero aún falta bastante. Guarden arrestos que esta carrera no es de velocidad, es de aguante. Ya veremos a los defensores recusando hasta el repartidor que lleva el almuerzo a los magistrados y empleando todo tipo de excusas para dilatar el proceso. Esto desgraciadamente es la constante en estos casos. Se dice a manera de broma, que un abogado defensor se pega hasta de una primaria con tal de defender a su cliente.

El problema mayor son los graves efectos para nuestra economía gracias a la pandemia que tiene el aislamiento como la constante hace unos cinco meses. No debemos perder de vista el debate en torno a la reactivación de la economía; por lo demás, habrá que esperar el desarrollo del proceso penal. El llamado es simple: prestemos atención a los detalles, tratemos de no pensar con el corazón y recordemos que un truco de magia requiere una distracción, el control de la atención y la simulación, por ello, se guían las miradas hacia puntos que se puedan controlar. No olvidemos, es fundamental que la vista se distraiga hacia un punto lejano a donde ocurre la magia[1].


 

[1] Cfr. ¿Cómo se logra que un truco de magia sea exitoso? https://www.elobservador.com.uy/nota/-como-se-logra-que-un-truco-de-magia-sea-exitoso–20172816570.

Juan Carlos Lozano Cuervo

Abogado/Magister en filosofía. Profesor universitario

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