La inversión social puede esperar un poco

De manera sostenida y reiterativa por medio de decenas de columnas en el último cuatrienio, he incluso desde antes; diversos columnistas de este medio hemos venido denunciando el avance sostenido y sin tregua desde varios frentes, que hoy están ahogando a la sociedad quibdoseña y que, tiene al territorio casi que inhabitable para cualquier persona que quiera avanzar económicamente hablando.

Sea lo primero decir, lo principal que se debe garantizar a una comunidad, población o ciudad es la seguridad, esto por ley natural es así, lo podemos en la forma de organizarse que tienen los animales, por ejemplo, las hormigas, lo primero que hacen es construir una infraestructura que proteja a la colonia; erróneamente lo hemos entendido al revés, queremos primero tener colonia y luego donde habitar, sin siquiera preparar a los habitantes para hacer prosperar dicha colonia.

Jamás podremos sacar a Quibdó de la hecatombe en que se encuentra, solo con inversión pública y subsidios para los pobres, no lograremos tener nunca un orden social sólido si la empresa privada NO tiene cabida en un sistema económico que está diseñado para que esta sea un eslabón fundamental para el crecimiento de la población.

De los temas neurálgicos y apremiantes que nos tienen al borde de la inviabilidad administrativa, económica y social en su primera línea se ubica la seguridad, sin eso no hay nada, ni siquiera las instituciones públicas podrán desarrollar sus labores misionales, pues, claro, estás las desarrollan por medio de funcionarios y servidores los que son personas y requieren que se garantice la integridad y vida de ellos también. Entonces, terminamos perdidos en una cacofonía ante la cual no sabemos cómo proceder.

La tolerancia y la contemporización frente a las acciones de los bandidos que tienen azotado a Quibdó, solo los hace reafirmarse en su camino; ocasiona un quiebre en el ejercicio de la autoridad y, desobediencia frente a su mandato. Las fuerzas del orden deben actuar, aplazando de momento el tema de la mal llamada inversión social, reorganizando la estructura social como debe ser, primero la seguridad.

Desde luego, no se puede solo ejercer una represión sobre quienes manifiestan inconformidades con relación en las formas de administrar, se requiere comprender las causas de aquellas inconformidades, que, para el caso concreto considero que están más que entendidas. No es haciendo acuerdos de paz, ni entregando una renta a aquellos que tienen una personalidad criminal determinada que vamos a pacificar Quibdó, quienes ya eligieron su camino simplemente deben atenerse a las consecuencias.

Por último, la ciudadanía no puede seguir indiferente ante todo esto, es hora de salir a marchar, de rechazar a los políticos oportunistas quienes se aprovechan de las congojas sociales para hacerse notar, ¿es que no vemos lo que está sucediendo a diario? El sector comercial debería juntarse y cerrar todos, todo por un fin de semana entero: sábado y domingo, cerrar supermercados, bares, discotecas e incluso iglesias, esto como protesta en contra a todo lo malo que azota y golpea a nuestra sociedad. Hagamos la prueba, manifestémonos y sacrifiquemos un fin de semana por gusto, cerremos el comercio, un fin de semana cualquiera, para que todos veamos hacia donde nos llevan los violentos, paremos por la vida.


Todas las columnas del autor en este enlace: Elias Yesid Aguilar Cuesta

Elias Yesid Aguilar Cuesta

Estudiante de Derecho UAM

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