¿Funciona protestar con memes, hashtags y likes en redes sociales?

¿Funciona protestar con memes, hashtags y likes en redes sociales?

“Considero que por medio de las redes sociales se puede lograr la concientización digital, pero los movimientos sociales tienen que preocuparse no solo por la participación a gran escala de manera rápida, sino de procurar desarrollar propuestas políticas coherentes y sólidas, crear consenso y buscar la verdadera gobernabilidad, sin pensar que la protesta es violencia”.


En los últimos tiempos, es innegable el empoderamiento que tienen las protestas por parte de las redes sociales; la tecnología ha venido reforzando a los movimientos sociales; pero, desde una visión más amplia, también los debilita. Lo que cuenta, en definitiva, es el resultado final o a largo plazo.

En Perú, han estado dándose varias protestas, siendo las redes sociales herramientas claves para su organización. Los posts nos mantenían “informados”, en tiempo real y desde el mismo lugar de los hechos. Considero que las personas nos estamos acostumbrando al poder de las redes sociales, ya que gracias a ellas nos enteramos de incidentes afortunados o desafortunados. Recordemos que, durante la etapa más cruda de la actual pandemia, eran estas fuentes las que nos mantenían al tanto de todo, obligando al gobierno y a los medios de comunicación tradicionales a atender estos sucesos.

La gente, ahora, sabe qué hacer. Simplemente sacan sus teléfonos inteligentes y cubren las noticias reales, saben a dónde ir, tomar fotos o filmar y compartirlo en las redes. Siento que utilizamos la conectividad digital para todo -o casi todo-, desde la compra de alimentos hasta las donaciones.

El uso del internet permite movilizar y publicitar las protestas, casi desde sus primeros años de aparición; los movimientos sociales pueden tener alcance nacional, regional y global en muy corto tiempo. Recordemos la Primavera Árabe o el movimiento de los indignados en España y países vecinos, la etiqueta #NiUnaMenos, entre muchísimos otros; una red de tuits o una página de Facebook puede desencadenar una campaña de sensibilización social o convertirse en centro de una movilización de masas.

Sin embargo, los logros que se obtienen o sus resultados no guardan proporción con la dimensión de su fuente o energía de inspiración. Las esperanzas que despertaron “legítimamente”, realmente no corresponden al resultado final; la tecnología digital brinda facilidades a los movimientos, pero no les garantiza el éxito, en algunos casos resulta necesario hacer las cosas de manera tradicional y he aquí el gran tema: protestar no significa violentar. Las nuevas tecnologías pueden empoderar de múltiples maneras, por ejemplo: pueden servir para canalizar suministros a las víctimas de un desastre, no se requiere de conocimientos de logística o de operaciones, simplemente invadir las redes en cuestión de minutos, obteniendo respuesta inmediata.

Antes de ingresar al mundo digital, las protestas eran mucho más difíciles, en aquellos tiempos sin Facebook, Twitter, WhatsApp, etc., se tenía que recurrir a la imprenta o al mimeógrafo para la impresión de los folletos o volantes, luego la distribución del material, el trabajo era arduo y requería -también- reuniones constantes para mantener vigente la aventura.

Ahora, se pueden crear bases de datos y utilizarlas para el envío de mensajes personalizados y programados (tener en cuenta el tratamiento de datos personales también resulta necesario). El problema radica en el resultado, no es el esperado o imaginado, quizá por tomar rutas rápidas en vez del trabajo lento y sostenido.

De hecho, la organización, ahora, es menos orgánica, no se logra pensar en conjunto o consensuar para tomar decisiones complicadas; las marchas de ahora se organizan velozmente, se observa el descontento popular, pero no se obtiene el resultado esperado; sucede lo mismo que con los nuevos negocios que crecieron mucho sin saber qué hacer a continuación, y rara vez logran cambiar tácticamente porque no tienen la capacidad suficiente para afrontar tales cambios; los movimientos sociales de ahora operan informalmente, no quieren un liderazgo institucional, se mantienen al margen de la política porque no quieren verse comprometidos con la corrupción y la cooptación.

Finalmente, considero que por medio de las redes sociales se puede lograr la concientización digital, abriendo las mentes como base para poder cambiar la política, pero los movimientos sociales tienen que preocuparse no solo por la participación a gran escala de manera rápida, sino de procurar desarrollar propuestas políticas coherentes y sólidas, crear consenso y buscar la verdadera gobernabilidad, sin pensar que la protesta es violencia.


Todas las columnas del autor en este enlace: https://alponiente.com/author/gianelasc/

Gianela Sipión Castillo

Estudiante de Derecho cursando el duodécimo ciclo en la Universidad Femenina del Sagrado Corazón (Perú). Analista de Sostenibilidad en Interseguro. Editora del Proyecto del Código Civil en Instituto Pacífico y Jefa económica en Diario El Gobierno. Con especializaciones en la World Compliance Association de Madrid y diferentes estudios en materia de datos personales, sostenibilidad, derecho corporativo, consumidor, entre otros. Columnista e investigadora académica.

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