Este loco, loco mundo

Por Antonio Sánchez García @sangarccs

 

La irresponsabilidad y la locura se adueñan del escenario mundial. Nadie puede esperar que todas esas causas y azares no provoquen un desencajamiento telúrico. Huele a podrido en Dinamarca. Nada nuevo.

No es un azar de la historia que, simultáneamente, un descendiente de africanos, un joven de color y primera generación en los Estados Unidos,  haya llegado a la Casa Blanca; que un jesuita argentino, hijo de inmigrantes italianos criado en la Argentina peronista,  haya llegado al Vaticano; y que Europa, de un extremo al otro, esté sufriendo la más populosa y arrolladora invasión islámica de su historia.  Digamos: que las columnas vertebrales de la política, la religiosidad y la cultura de Occidente estén sufriendo un embate de consecuencias inimaginables. Lo que hoy está sucediendo en el mundo hubiera sido absolutamente impensable hace tan sólo medio siglo. Así no lo advirtamos a plenitud por haber perdido entre tanto espectáculo y chismografía telemática nuestra capacidad de asombro. El masivo, instantáneo y brutal flujo informático no alcanza a ser deglutido y metabolizado y ya ha sido arrollado por otro tsunami informativo.

Contrariamente a lo que hubiera podido esperarse de acuerdo a los parámetros de hace medio siglo, ni Obama, ni Francisco ni las oleadas de yihadistas que reproducen, multiplicadas a la enésima potencia, la Hégira, que hace doce siglos cambio al mundo, se traducen en progreso para la democracia en el mundo ni en América Latina. Producirán, como es dable presumir, efectos contrarios: en los Estados Unidos, una ruptura existencial de su tradición liberal y una emergencia de viejos y atávicos rencores raciales. Como en Europa, en donde la tolerancia se ve seriamente comprometida por los desafueros de la radicalidad talibana, provocando el renacimiento de los fantasmas del fascismo. Por su parte, el populismo declarado y la manifiesta distancia del Papa respecto de las nacientes tendencias liberales en América Latina ni se traducirán en un crecimiento del catolicismo ni en un freno a la búsqueda de estabilidad, prosperidad y progreso que prometen las nuevas tendencias de centro derecha en la región. Qué otra perspectiva no se observa en el horizonte. No es Venezuela la que sufre este terremoto de incertidumbres. Es el planeta.

¿Estamos ante el abandono y el renunciamiento de los viejos liderazgos, sin que hayan emergido los nuevos capaces de responder a los desafíos de los nuevos tiempos? En España se asiste al derrumbe en vivo y en directo, minuto a  minuto de una fórmula de vertebralidad política cuidadosa y afanosamente construida. Una deconstrucción en tiempo real de los viejos y exitosos entendimientos del posfranquismo. El PSOE naufraga a la deriva, carente de toda armazón estructural. Y se permite sufrir una humillación imperdonable en brazos de un joven estúpido e inmaduro. El PP resiste acorralado por una ciudadanía que abandonó sus viejas certidumbres y aparenta ser indiferente al derrumbe de su estabilidad política. Como solía citar Ortega y Gasset, “en medio de la polvareda perdieron a Don Beltrane”. ¿Quieren regresar al viejo estado de la España invertebrada denunciada por el mismo Ortega?

El indetenible ascenso de Donald Trump suena a obra brechtiana: El señor Puntila y su criado Matty. Verificándose un hecho hoy reportado por algunos medios norteamericanos: los pobres prefieren al rico, los ricos prefieren a la demócrata. El mundo al revés. Viéndose los propios republicanos ante el grave desafío de abandonar al chafarote portentoso que podría ser su abanderado y correr a votar por la señora cornuda. La Ópera de tres centavos.

En Brasil, el héroe de ayer es el requerido por la justicia de hoy: Lula podría terminar en la cárcel. Por estafador. Y en Venezuela la satrapía improvisa una suerte de tribunal de los mendigos para salvar a los ladrones. Unos jueces montados en un Tribunal Supremo de emergencia y a la carrera, de manera írrita y contraria a las más elementales leyes y al buen sentido, sirven de palafreneros a la porfía de la barbarie, que se niega a dejar el campo según el mandato popular. Ni siquiera recurre al viejo principio de los conquistadores – “se acata pero no se cumple”. Simplemente el brutal y craso desacato, travestido de ley.

Hay, desde luego, pescadores en río revuelto. Voces críticas europeas denuncian el concubinato de Vladimir Putin con Bashar al-Ásad, para manipular la crisis de los refugiados y empujar Europa al abismo. Los Castro reciben a Obama y a Francisco, profundizando la crisis venezolana a extremos inauditos. Sin que ni el jesuita ni el demócrata aparenten comprender el papel que juegan sirviéndose a llenar el cáliz del sufrimiento de los venezolanos.

La irresponsabilidad y la locura se adueñan del escenario mundial. Nadie puede esperar que todas esas causas y azares no provoquen un desencajamiento telúrico. Huele a podrido en Dinamarca. Nada nuevo.

Somos Ciudadanos Venezuela

Somos ciudadanos es un movimiento de venezolanos demócratas independientes en busca de retomar los derechos ciudadanos y promover la democracia en Venezuela y Latinoamérica. Nuestra misión es divulgar la violación sistemática de los derechos humanos en Venezuela, así como la diaria violación de la Constitución Nacional. Difundimos opiniones acorde a nuestros valores ciudadanos y buscamos la interacción masiva con ciudadanos del mundo usando las redes sociales. El objetivo final es retomar la paz y la democracia en nuestra Tierra de Gracia, VENEZUELA.

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