El futuro del sindicalismo en Colombia

Después de que  Hugo Chávez se tomó el poder en Venezuela, ante la rebeldía de la mayoría del movimiento sindical   frente a  su gobierno, el dictador arremetió  en contra de la autonomía y afirmó:  “la revolución no necesita de los sindicatos”, desatando una persecución feroz hacia  los dirigentes que no se plegaron  a su proyecto totalitario; y en Colombia a raíz del triunfo de Gustavo Petro el pasado 19 de junio, se empiezan a ver fracturas internas dentro del sindicalismo, como lo destacan diferentes medios de comunicación, por la llegada del Pacto Histórico  al poder; dichas contradicciones  no solo se dan por razones burocráticas, sino también  por diferencias ideológicas y políticas; de ahí  que de cara al futuro del sindicalismo en Colombia se deben organizar foros y encuentros   a corto plazo, para  dilucidar lo que le espera al movimiento de los trabajadores en materia de libertad sindical, especialmente.

Es evidente que dentro de la Reforma Tributaria del próximo gobierno, se pretende recaudar un 5,5% del PIB, que implica conseguir más de 55 billones de pesos, en consecuencia  personas de las capas  medias y bajas de la población tendrán que pagar más impuestos; de modo que así como el sindicalismo en el pasado se movilizó  para rechazar las iniciativas lacerantes en contra del bolsillo de los colombianos, ahora no  puede haber  excusas de tipo retórico burocrático, para no hacer lo mismo; además hay que estar alerta en asuntos como el de las pensiones,  los hidrocarburos, la capacidad energética, el estatuto del trabajo (artículo 53 de la Constitución Política de Colombia), el sistema de salud, la reforma a los créditos de vivienda, y  el incremento del  IVA, entre otros temas.

Debido a que no se puede renunciar a la independencia sindical en ningún  gobierno, puesto que las organizaciones obreras especialmente las  de tercer grado  que es el caso de las centrales, bajo ninguna circunstancia  se tienen que convertir en gobierneras, sin importar el signo ideológico de quien esté  en el  manejo del estado; dado que es aberrante imitar a la Central de Trabajadores de Cuba que es un simple apéndice del partido comunista, igual sucede con la Federación Nacional de Sindicatos de China, la Federación de Sindicatos de Norcorea y  la Confederación General del Trabajo de Vietnam, teniendo como común denominador en esos países, que las centrales mencionadas son las  únicas que existen, ya que no hay ninguna clase de disenso, puesto que son manejadas por las dictaduras marxistas, a lo que se debe agregar el remedo de sindicalismo que tiene la tiranía de  Venezuela con  su  Central Bolivariana Socialista de Trabajadores, debido a lo cual para el caso  colombiano la mejor manera de impulsar la lucha social se hace  conservando  la autonomía del sindicalismo en el  gobierno petrista.

El denominado “sindicalismo clasista” que tanto promocionan las fuerzas totalitarias marxistas, no es más que una entelequia que pretende  convertir al movimiento de los trabajadores en correa  de transmisión del comunismo quitándole su autonomía, siguiendo las enseñanzas de Marx quien planteaba que los obreros no debían tener ideología sino conciencia de  clase, lo que lleva a que los trabajadores  con sus organizaciones se convirtieran en simples rebaños de las élites comunistas, negando el carácter libertario impreso  desde los albores en  las primeras luchas sindicales, siendo el caso más emblemático el de los Mártires de Chicago en 1886, quienes abrazaban los ideales anarquistas que eran contrarios al absolutismo marxista.

Cuantas veces sea necesario hay que reiterar, que el marxismo jamás puede ser un precepto para la lucha de los trabajadores, ni mucho menos la brújula que guía hacia un mundo mejor, sino que como secta perversa  lo que busca es  subyugar a los pueblos mediante lineamientos totalitarios, que necesariamente conducen a la esclavitud,   culmen  del comunismo para avasallar a las naciones, como lo ha demostrado durante su tenebrosa existencia.

No se puede ignorar que en Colombia el marxismo-leninismo con sus bandas armadas ha sido uno de los principales predadores del sindicalismo, asesinando a cientos de líderes  en las ultimas 6 décadas, de ello se han encargado las Farc y el Eln, principalmente, pero sin olvidar el magnicidio de José Raquel Mercado en 1976 presidente de la CTC por parte del M-19, quien con este crimen buscaba amedrentar  a los dirigentes sindicales que no seguían las orientaciones del comunismo.

El sindicalismo en toda su concepción tiene que ser democrático y  pluralista, obviando el término clasista.

Ariel Peña

Comentar

Clic aquí para comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.