Carta abierta al presidente

Querido Iván

Te escribo esta misiva con un poco de vergüenza porque sé que debes estar muy ocupado, aunque ni tú ni yo, sabemos bien con qué. Corrijo, entiendo que la creación de la gatopardista Alta Consejería para la Vicepresidencia te debe tener muy estresado, pero me veo en la bochornosa obligación en nombre de toda la población de este país, de decirte que estamos hartos del programa que diriges diariamente de 6:30 a 7 de la noche. A continuación, esbozaré las que considero las principales críticas de tu poco fluido evento televisivo.

Primero.

Iván, tu programa es increíblemente largo y aburrido. Nadie, absolutamente nadie, dejará de ver la tercera temporada de Dark para sintonizar por 30 minutos consecutivos ‘Prevención y Acción’. Tan es así, que casi nos haces extrañar las historias dulzonas, descafeinadas y mal actuadas que trasmitían en Tu Voz Estéreo o las verosímiles y siempre acertadas historias de la Rosa de Guadalupe. Mejor dicho, Ivanchis, te tiraste el Prime Time vespertino de las abuelas y del cada vez más creciente grupo de desempleados e inactivos (como convenientemente les dicen Ángel Custodio y Juan Daniel) del país, quienes seguramente esperaban poder pasar el trago amargo de sus despidos y suspensiones con la más alta calidad de las producciones colombo-mexicanas.

No sé si sepas, pero si omites los intermediarios y las propagandas institucionales, puedes decir lo mismo pero en sólo quince minutos; haz la prueba y verás.

Segundo.

A pesar de que Diego Molano, te aconseja lo contrario, invitar a los alcaldes y gobernadores con la peor gestión en la pandemia, como el de Barranquilla y la de Atlántico, no resulta seductor para el puñado de personas que nos seguimos sacrificando para ver tu programa. Tal vez por eso, cada vez estoy más convencido de que es un error suspender mis capítulos de Betty la Fea en Netflix, para desilusionarme con tus tristemente célebres invitados especiales.

Tercero.

Me da la impresión, aunque puedo equivocarme, que a algunos adultos mayores no les está gustando mucho tu programa porque no les agrada el apelativo de ‘abuelitos’ que tú tiernamente les diste; especialmente a don Humberto, don Rudolf, don Maurice y doña Clara, quienes de manera resabiada −característica propia de su edad− han decidido que no se identifican con la idea de que los septuagenarios son viejitos de dulce mirada, jorobados, sedentarios y desubicados. Sin embargo, yo considero que tu visión no es para nada desacertada, sobre todo para algunos de nuestros eruditos como doña Marta Lucía y don Ernesto, los cuales, sin embargo, deberían trabajar en aquello de la dulce mirada.

Cuarto.

Ivanchis, hay una relación directamente proporcional entre la utilidad de los decretos que expides y el rating de tu programa. Por eso, creo yo, que decretos como el de excarcelación que no excarceló a nadie o el que prohibía la circulación de las personas, pero establecía 43 excepciones, no son elementos con los que tú y tu panel, deban alardear mucho.

Quinto.

Una cosa es que el gran líder te trate como un niño y otra, diametralmente distinta, es que intentes replicar ese mismo modelo en el resto de la población. Por eso, hubiese sido bueno que antes de anunciar la didáctica medida de la carita triste y la carita feliz, diseñaras un focus group dentro de tu propio partido para determinar su efectividad; te doy un par de ejemplos: carita triste para María Fernanda Cabal por haber dudado de que siete soldados violaron a una niña embera; carita triste a Nubia Stella Martínez por haber ingresado y camuflado los USD $300.000 que Oswaldo Cisneros donó a tu campaña presidencial.

Sin embargo, presi, quisiera dejar claro que sí intenté buscar algún mártir del Centro Democrático al que se le pudieses sacar la carita feliz, pero no encontré.

Sexto.

Iván, no nos digamos mentiras, tú no eres un gran orador ni irradias la inspiración y el respeto que tus altos consejeros y tu partido, te dicen que irradias. Tu tono de voz es soso no diplomático; tus amenazas y advertencias son más cómicas que intimidantes; tu tarro antibacterial y tu máscara antifluido sin estrenar, no ejemplifican, irritan; y tu particular manejo del panel te hace ver más como un estudiante que no repasó las diapositivas que como un sólido mandatario de una de las más exitosas naciones de una pujante región llamada a liderar, en el mediano plazo, al mundo.

Posdata:

me creo con la autoridad de escribirte esto, porque soy quizá de los pocos ciudadanos que encuentra regocijo en ver por doce horas consecutivas, las fascinantes plenarias del Congreso y las sublimes intervenciones de nuestros parlamentarios, pero aun teniendo tan exótica cualidad, tu programa me tiene mamado

Marcel Marceau

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