El país rechaza la «politiquería» y el concubinato entre poderes que se dicen autónomos; pero cuando Duque llega a convocar un gran acuerdo para quitarle los «costos» a la gobernabilidad y a recuperar la dignidad de la política, entonces la clase política se une, mas no en defensa del interés general, sino de la preservación de privilegios y corruptelas, a costillas de los impuestos que usted paga y de la institucionalidad como moneda de cambio.
Hoy la noticia política es la «Nueva Coalición» entre Cambio Radical y los partidos Liberal y de la U, que suena a Unidad Nacional, disfrazada de nobleza y con agenda legislativa propia: la paz, el hambre, la salud, la justicia, etc.
Pero ni los medios ni la opinión les creyeron, aunque juran que no son oposición, que no buscan cargos, que no van en contra de nadie, que su intención es «constructiva» y solo pretende «llenar un vacío legislativo», que le achacan al Gobierno eludiendo sus responsabilidades.
Mientras tanto, Gaviria, Vargas Lleras e Iragorri, tras bambalinas, mueven los hilos para torcerle el brazo a Iván Duque, en un pulso que no es entre Gobierno y oposición, sino entre la preservación de la justicia como institución democrática y la defensa de la impunidad en la JEP, y entre la recuperación de la dignidad en la política y el gobierno y la continuidad de las costumbres que llevaron al país a niveles aberrantes de corrupción.
A pesar del ropaje de legislar para los problemas del pueblo, dejan entrever sus intenciones cuando repiten con arrogancia: «Que el Gobierno se dedique a gobernar», desconociendo su legítima iniciativa en la formación de las leyes; o cuando confiesan que «Nos une la defensa de la paz y la coincidencia contra las objeciones de la JEP».
Por ahí va el agua al molino; es una gavilla para minar la confianza ciudadana en el presidente, para no dejar gobernar, para despreciar la invitación al consenso, para bloquear las iniciativas legislativas del Gobierno sin debatirlas siquiera. Frente a las objeciones a la JEP, la orden a las bancadas es oposición sumaria.
Sin embargo, la coalición mostró sus debilidades. La U se acomodó tras su parapeto de «partido de gobierno», en Cambio Radical no todos aceptan la disciplina del coscorrón, y los liberales muestran el cobre de sus intereses clientelistas, mientras la izquierda promueve paros y, con la mira en las próximas elecciones y en 2022, se ríe de quienes le apuestan al fracaso del Gobierno.
Es un pulso que no se puede perder porque está de por medio el futuro del país. Iván Duque no abandonará su propuesta de un gobierno concertador pero independiente, sin peajes para la gobernabilidad. La historia se lo reconocerá.
Nota bene. Bloqueo legislativo de la Nueva Coalición; bloqueo violento de la minga y reaparición de los estudiantes, también con violencia inusitada. ¿Casualidad?