-Viacrucis- Libreta militar

Semana santa se supone que para los católicos es una tiempo en el que debemos reflexionar y participar de los actos religiosos. Digo se supone porque la mayoría de personas cumplen solo una de las dos o ninguna, y prefieren usar esta semana para cometer el pecado capital por excelencia, la pereza.

Semana Santa se supone que para los católicos es un tiempo en el que debemos reflexionar y participar de los actos religiosos. Digo se supone porque la mayoría de personas cumplen solo una de las dos o ninguna, y prefieren usar esta semana para cometer el pecado capital por excelencia, la pereza. Debido a que hago parte de esa mayoría, además de que me daba pereza ir a misa y de que no que me quería sentir tan mal por no hacer ninguna de las dos, decidí reflexionar.  Después de haber estado meditando unos diez minutos de manera seria, llegué a la siguiente conclusión: Si a Jesús le hubieran dado la oportunidad de escoger entre hacer el recorrido donde cargó la cruz tres veces (con latigazos, corona de espinas  y el resto de equipo necesario) o intentar sacar la libreta militar sin intermediario, estoy seguro que hubiera escogido la primera.

Lo más probable es que más de una persona esté pensando que estoy siendo exagerado. Pero también lo más probable es que la persona que piense eso es porque: hace parte del ejército, prestó servicio, utilizó intermediario o es mujer (ya que esta pena es exclusiva a los hombres).  Ahora con intención de que las personas que no entiendan esta pena, y las que sí lo hacen les de risa o ira al acordase de esta, permítame yo le narro la viacrucis que muchos llevamos a cabo. Primero usted se tiene que registrar en una página web  que está más tiempo caída de lo que está habilitada. Además de que uno no se puede equivocar haciendo el registro, ya que en caso de hacerlo la única manera de arreglarlo es mandando un correo electrónico donde le informan que se demoran tres meses mínimo en hacer la corrección.  Después es necesario presentarse a una de las convocatorias asignadas  en las cuales uno tiene tres opciones, hacer fila desde la noche anterior  aguantando frío afuera del sitio de citación, pagarle a alguien cuarenta mil pesos para que le venda un puesto o desocupar todo el día ya que no le va dar el tiempo para hacer otra cosa.

Pero esto es solo el comienzo ya que en la citación empiezan a dejar entrar personas siempre con un retraso que varía entre media hora y dos, sino es que la cancelan porque “El general no puede asistir”. Cuando por fin lo dejan entrar uno cree que ya la mayor espera ha pasado, pero la ilusión no dura ya que toca hacer otra fila al interior del estadio o cancha o cual sea el lugar de citación. Y en esta fila toca aguantarse las presiones psicológicas que los soldados hacen con la intención de que uno abandone su excusa y preste servicio como voluntario. Además de que nunca falta el colado que confunde la viveza con inteligencia. Esto sin mencionar que toca ver como los hijos del general y sus amigos los pasan por un lado y resuelven su situación en diez minutos, mientras para uno se demora horas. Pero al final uno logra firmar un librito y le dicen “en dos meses sale su liquidación en el sitio web”.

Cualquier persona pensaría que ahí acabó todo, pero se equivocaría. Como a los dos meses no ha salido la liquidación uno decide ir a preguntar, ya que no contestan el teléfono, y otra vez toca hacer una fila, pero esta vez afuera de la oficina de reclutamiento. Después de hacer la fila y poder hacer su pregunta le responden que espere seis meses y si no ha salido la liquidación que vuelva a preguntar. A los seis meses usted decide ir otra vez para que le vuelvan a dar la misma respuesta, y empieza un círculo vicioso que acaba en “le toca reiniciar su proceso” o “Debe pagar multa de remiso”.  Al momento de escuchar esas respuestas usted se da cuenta de dos cosas. La primera es que el Estado es tan ineficiente que hasta para pagarle se le debe rogar. La segunda es que abusaron de su tiempo, le vieron la cara de bobo y aun así le toca aguantarse porque donde lo pare un policía y usted no tenga libreta lo llevan a pagar servicio militar.

Santiago Fiallo

Estudiante de economía de la Universidad Eafit. Apasionado por la lectura y el buen café.

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