Turbulencia

“Dejaremos el análisis del dato en esta columna, para entrar al discurso menos denso pero sincero sobre la turbulencia por la que pasa el país”


 

A veces los colombianos somos de memoria corta o nos cuesta reconocer los éxitos y los fracasos de la patria, no solo en el futbol, el ciclismo, la música, el arte, o cualquiera otra manifestación que nos llena de orgullo. Hablo de la economía, del empleo, de las expectativas de cada hogar, de los sueños de cada familia, de la forma como vivimos en conjunto como sociedad. Una sociedad que está dividida, polarizada, que no cree, que desconfía, que se está convirtiendo en autista, en ente a-social, en simple observadora. Una sociedad que cree en TikTok más que en 200 años de historia de la República.

Pasamos turbulencia y no preguntamos, no gritamos, no nos movemos, la parsimonia y la entrega al silencio, a la opinión, al miedo de reconocer que no hacemos lo posible por mejorar, colmaron nuestra capacidad para construir país. Últimamente hemos dejado el campo a las ideologías, a las formas subjetivas, a las prácticas inmorales, a la confusión cultural que nos ofrece la hiper realidad de la información donde ya no sabemos que es cierto y que verdad.

Pasamos del humanismo al canibalismo social, cometemos errores sistemáticos en nuestra forma de concebir respetuosamente la opinión, el recuento, el argumento, ya no somos más que acéfalos de costumbre siguiendo la “tendencia” no nos gusta que nos expliquen, nos molesta que haya alguien con más conocimiento a nuestro lado, nos fastidian los nerds de biblioteca, amamos el representante de la procrastinación, nos encanta divagar en nuestro ego, somos simplistas y a la vez, complejizamos lo fácil.

No nos toleramos, nos fascina el dicho “el mundo es de los vivos” para justificar nuestra falta de respeto con el vecino, el ciudadano, el pariente, el paisano, el colega, el amigo, nos encanta mostrar lo que no somos, porque eso nos da la marca personal. A la violencia, el robo, la extorción el homicidio, el aborto, nos hacemos ciegos, sordos, mudos, mientras expectantes pasamos los días en quejumbres y lamentos, pero volvemos al meme y la angustia se calma.

Turbulencia económica, que pone a pensar a los padres y madres que luchan por su hogar, que trabajan, cumplen, viven y ayudan en lo mínimo o lo poco que puedan, cientos de jóvenes que van desmotivados en sus estudios ante una condición laboral frágil, con barreras, sin sentido, donde la experiencia supera el conocimiento, donde todo es operativo. Profesionales que temen perder sus trabajos, que sueñan con emprender, pero todo está caro, el riesgo es alto y la deuda crece, niños que se enfrentan al bullyng cada día más violento, parejas que se destruyen psicológica y moralmente, jóvenes que adelantan su partida de vida, presiones que fortalecen la turbulencia.

Entre tanto, hay colombianos que le apuestan a la empresa, al negocio, a la tecnología, a la capacitación, al aprendizaje constante, aquellos cuyo nivel de educación no les permite discriminar, comparar, burlar o incumplir la ley, aquellos a los que la presión fiscal los persigue, que no tienen opción de ser subsidiados, que les toca si o si pagar el costo de oportunidad de la desigualdad en mayor proporción, aquellos que se denominan familia media, pero también aquellos que siendo de hogares con bajos ingresos también con coraje enfrentan la mejor forma de superar sus límites.

No se trata de pobres, ricos, medios, se trata de 52 millones de colombianos, que en su mayoría no la pasan bien en esta turbulencia, pero que buscan y luchan por su bienestar sin esperar el subsidio, la ayuda, el pago fraccional de una tasa de contribución, se trata de jóvenes que quieren convertir su futuro en un modelo seguro, amable, tranquilo, próspero.

No se trata del TikToker, del influencer, del procrastinador, se trata de todos los que van atravesando la turbulencia, no se trata de gobiernos y funcionarios, se trata de los que votaron, no se trata de la voluntad del líder, se trata del querer del constituyente primario.

No se trata de ideología, se trata de LIBERTAD.


Todas las columnas del autor en este enlace: Gustavo Sepúlveda

Gustavo Sepúlveda

Economista de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Especialista en proyectos de la Universidad Católica de Colombia y Magíster en Economía de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Actualmente analista económico, en temas de legislación económica, crecimiento, sector productivo. Investigador y académico.

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