Duros, durísimos, han sido los últimos días del señor Jorge Carrillo, inopinado gerente de EPM. Su calvario empezó con la decisión del Tribunal Administrativo de Antioquia de declarar nulo su nombramiento por presunta inhabilidad. Luego vino la carta del consorcio constructor de Hidroituango en la que se niega a la cesión del contrato, pedida por EPM, por no estar incurso en ninguna inhabilidad que lo obligue a ello, y en la que lo conmina a tomar decisión sobre la continuidad del contrato que vence el 31 de diciembre. Finalmente, la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios le hace un perentorio requerimiento de información sobre las consecuencias de la cesión del contrato y el eventual retiro del BID de la financiación del proyecto.
No la tiene fácil el señor Carrillo. Es claro que aún si el Consorcio CCC facilitará las cosas, la entrada de cualquier contratista sustituto atrasaría el proyecto por lo menos un año. Con ese retraso, EPM perdería US$ 650 millones por las asignaciones de ENFICC que dejaría de recibir en los próximos años, más unos US$ 300 millones por la energía que dejaría de producir y vender en un año, más US$ 211 por las garantías que se ejecutarían por el incumplimiento con el mercado. En total unos US$ 1211 millones, que, a un tipo de cambio COP/US$ 3750, equivalen a poco más de 4.3 billones de pesos. Monstruoso detrimento fiscal. No la tiene fácil del señor Carrillo.
El señor Carrillo debería recordar que él es quien firma y que mañana no podrá salir a decir que sacó a los contratistas, causando ese monstruoso detrimento fiscal a EPM, porque ese era el querer del alcalde. Está probado que el alcalde tiene su mente blindada contra cualquier argumentación racional y razonable y que, por ello, no se detendrá ante ninguna insensatez. Pero el señor Carrillo si puede hacerlo, le convendría hacerlo, por EPM, por Medellín, por el País; por usted mismo, le convendría hacerlo, señor Carrillo.
El año pasado, por esta misma época, el gerente de entonces, Álvaro Guillermo Rendón, adelantaba con el consorcio las negociaciones que condujeron a la renovación del contrato, dándole tranquilidad a EPM y a todos los stakeholders. Esto se hizo contra el querer del alcalde Quintero Calle quien no le perdonó a Rendón esa desobediencia y por ello – con la complicidad de una junta directiva cuyo rol, ni entonces ni ahora, nadie entiende – lo sacó abruptamente del cargo inventándole un infundio. El doctor Rendón está pleiteando en tribunales la legalidad de su salida, pero, por lo pronto, ya salvó su reputación y quizás su patrimonio evitándole a EPM una catástrofe.
Haría bien el señor Carrillo en aprender de la experiencia del señor Rendón que ha mostrado que a Quintero Calle no le importa pasar por encima de sus amigos en la ejecución de su oscura y dañina agenda. No lo olvide señor Carrillo: usted es el que firma.
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