Promesas de arena

Con supuestas banderas de cambio se posesionó un nuevo Gobierno en Colombia. Muchas promesas –de arena–, una agenda oculta y ofrecimientos de cambio social. En los primeros 20 días, solo nombramientos, nada de acción. Para empezar, el cambio en algunos casos ha causado malestar, y pareciera que los mismos con las mismas y otros llegaron a experimentar; lo único que se ha escuchado son transformaciones como la de las Fuerzas Militares y la Policía Nacional, última que ha invertido millones de pesos en su nueva reestructuración, que además ya no es nueva, sino obsoleta, y no alcanzó ni siquiera el año. Cambios en la política antidrogas (¿experimento o acierto?) y serios problemas de gobernabilidad y seguridad.


Con bombos y platillos inició el período presidencial del Dr. Gustavo Petro, donde no podían ser la excepción los cambios en el aparato administrativo del país. Es así como los nombramientos en Ministerios, el cambio de cúpula en la Fuerza Pública y el sostener su dicho de que son “el cambio” con una reforma económica que muchos creen que no les va a tocar pagar –porque “a los más ricos les van a quitar para dárselo a los más pobres”– se ha vuelto lo que se escucha día a día por las calles colombianas; pero, ¿qué tan cierto es eso?, ¿qué tan cierto es que se les quite a unos para dárselo a otros?, ¿al caso, no sería mejor buscar la equidad, es decir, tener las mismas oportunidades?

Luego vemos que el cambio que hablaban no era tan cierto, pues algunos que iban a asumir cargos –o los asumieron– tienen o tenían problemas con la justicia ¡y lo peor! aquellos que criticaban brillan hoy por su silencio; también, los que hicieron campañas para llegar a cargos públicos, decían “no a la corrupción” y se rasgaban las vestiduras con los enormes sueldos que gana un Congresista, a tan solo a veinte días, ya no aparecen y ya no critican… ¿Será que andan probando la mermelada?

Ahora bien, ¿qué tan buena es una reforma económica nacional en medio de un vendaval económico mundial?, ¿no deberían el Presidente y sus Ministros realizar una discusión centrada en, primero, organizar la casa? y ¿saber que se tiene?, acaso el cheque para 2023 de 364 billones de pesos ¿no es suficiente?

Otra propuesta que ha causado polémica en los últimos días ha sido el pago de horas nocturnas y dominicales, aunque es preciso recordar que en el momento que se sufrió un cambio en el modelo laboral, el país estaba viviendo una situación muy compleja en materia económica, y que el acuerdo era que después de 2010 tendrían que volver al estado inicial. Nunca se cumplió, y se aplaude al gobierno por la propuesta de restablecer un derecho que los trabajadores ya tienen.

Frente a la propuesta del tema de drogas, el asunto es mucho más difuso y merece un análisis a fondo –lo cual será desarrollado en varios artículos–, ya que la iniciativa es muy amplia e incluye la legalización del cannabis, la erradicación de cultivos ilegales y la extradición de colombianos que hayan cometido delitos en otros países, especialmente, con el tema de drogas.

Luego, la pregunta que debemos contestar ahora es: ¿es posible dejar de erradicar forzosamente? Sencillamente se tiene que responder que NO, y esto es debido a que no existe una verdadera implementación de políticas públicas que permitan al campesino trabajar y tener un sustento digno con el cual satisfacer sus necesidades básicas. A pesar de que el narcotráfico es un delito, no solo nacional, sino internacional, se deben atacar los dos puntos que hacen que el negocio sea viable, es decir, en cuanto a producción y demanda.

Frente al tema se debe trabajar en una política que brinde al campesino la posibilidad de obtener su provisión garantizada sobre una vida digna, y que lleguen al campo la tecnología y los medios de transporte que posibiliten sacar la producción de alimentos a muy bajos costos (trenes), que se impongan medidas restrictivas serias a la deforestación, se cuiden verdaderamente los parques naturales y la riqueza de la Amazonía, y que dejemos de decirles “¡pobrecitos¡” porque nuestro campo es muy rico, aunque a la vez muy precario en métodos de producción y transporte debido a que estamos compitiendo con medios del siglo XIX.

Para los próximos reportes de la ONUDD (Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito) se espera un nuevo aumento en la producción. En Colombia seguiremos produciendo más de un millón de toneladas de droga al año, lo que proporciona mucha riqueza para los grupos alzados en armas para la guerra.

Respecto al modelo de prevención de narcóticos, se hace necesario que el Ministerio de Salud y Protección Social tome las riendas y cree programas sobre el daño para la primera infancia y currículos especializados para adolescentes y adultos, un verdadero tamizaje social sobre el problema de las drogas y sus efectos en la sociedad.

A su vez, con la llegada del nuevo Gobierno, algunos quieren aprovechar la oportunidad para invadir terrenos que no les pertenecen, aludiendo que es “el cambio”, que es “de ellos”, que “esto”, que “lo otro”, que “aquello”. La realidad es que están desconociendo la Constitución, por lo que varios Ministros han tenido que salir al paso; comienza a existir una desconexión en torno al contexto nacional.

En relación con el modelo de justicia restaurativa que propone el Ministro de Justicia y del Derecho, no está mal, y pese a que muchos quieran decir que ya existe, esto no es tan cierto. O es que acaso, cuántos de ustedes han visto a los presos ¿construir vías?, ¿barrer calles?, ¿desempeñarse en trabajos sociales?, o ¿apoyando los frentes de seguridad? Ninguno, ¿verdad?, y esto se debe en gran medida al sistema penal que tenemos. Como lo describe Michel Foucault, los sistemas penales están dados a:

  1. Exiliar, perseguir, desterrar, expulsar fuera de las fronteras, prohibir ciertos lugares, destruir el hogar, borrar el lugar del nacimiento, y confiscar bienes y propiedades.
  2. Organizar una compensación, imponer una indemnización, y convertir el daño provocado en una deuda por reembolsar y el delito en una obligación económica.
  3. Exponer, marcar, herir, torturar, amputar, dejar una cicatriz, y poner un signo en el rostro o en el hombro.

En este ámbito tenemos que existen sociedades que encierran, sociedades de destierro, sociedades de reparación y sociedades de marcación. Tal vez el sueño de muchos colombianos, cuando Darwin propuso la teoría de la evolución, era principalmente eso, la evolución social, y que creciera a tal punto que la legislación triunfe y la opinión pública sea lo bastante fuerte como para castigar por si sola los delitos.

“¡Dichoso el pueblo en el que el sentimiento del honor puede ser la única Ley¡ Casi no hay entonces necesidad de legislación: la infamia, tal es su código penal.”
(Brissot de Warville, 2019)

Esto quiere decir que no se necesitan reformar los códigos de conducta, sino que se requiere una reforma para la sociedad. Pero, ¿cómo se consigue esta reforma? Se debe iniciar por el círculo que sostiene la sociedad misma: la familia, pues es ahí precisamente donde se están dando todos los problemas que afectan al país hoy. No es gratis la violencia que se ejerce en el hogar, la cual, se refleja de forma directa en la sociedad. La disfuncionalidad de los hogares, la falta de oportunidades y la pobreza material son un caldo para la delincuencia; jóvenes consumiendo drogas que no estudian y menos trabajan.

No en vano, el reclutamiento de niños por parte de los alzados en armas ha sido una estrategia para mantener los círculos viciosos de violencia, más aún con la decisión del Ministro de Defensa de no atacar campamentos donde haya menores de edad. Con esto se abre una Caja de Pandora que posiblemente tenga daños a futuro; nadie podrá desmontar esas estructuras que se mantienen gracias a las economías criminales mientras se persista en hacer lo mismo.

El problema de Colombia es estructural. Bien decía el profesor Antanas Mockus: “de la conducta de cada uno, depende el destino de todos” y “nunca debemos olvidar que la vida es sagrada”. En honor a ello, considero que el Gobierno tiene que encaminar sus baterías hacia:

  1. Enfrentar la ocupación de tierras y defender la propiedad privada, incluso, si la agresión proviene de fuerzas del Estado.
  2. Mejorar la seguridad ciudadana (muertos, descuartizados y masacres) que se han presentado en toda Colombia.
  3. Enfrentar el problema económico y la inflación que está viviendo el país.

Y no se debe olvidar que en las instituciones del Estado colombiano trabajan colombianos. Allí es donde también debe empezar el verdadero cambio.

Referencias

Brissot de Warville, J.P. (2019). Théorie des lois Criminelles. (1ª ed.). HardPress Publishing. (Obra original publicada en 1781).


La versión original de este artículo apareció por primera vez en el Blog La era de despertar – Aletheia Investigaciones, y la que le siguió en nuestro medio aliado El Bastión.

James Núñez Dueñas

Magister en Seguridad Pública de la Escuela de Postgrados de la Policía “Miguel Antonio Lleras Pizarro” y Profesional en Relaciones Internacionales y Estudios Políticos de la “Universidad Militar Nueva Granada”. Es también, Técnico Profesional en Servicio de Policía y Estudiante de Derecho de la “Corporación Universitaria Unihorizonte”.

Es además, experto en temas de drogas con un amplio recorrido en investigaciones de caracterización de estas y sus mercados, e investigador del conflicto armado colombiano con experiencia en resolución de conflictos. Ha participado como investigador y editor de diversas publicaciones relacionadas con los temas a los que es afín.

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