Privilegio

“pareciera que en Colombia aun estuviera vigente aquel decreto de guerra a muerte que declaró Simón Bolívar aquel 15 de junio de 1813”


En mi intento de este año, de tratar de definir este país en una palabra, encontré esta semana “privilegio”. En estos momentos no se me ocurren más palabras, porque es precisamente esta, convertida en plural, de lo que está compuesta la sociedad colombiana: de privilegios.

No hay en la historia de Colombia un presidente o gobernante que no haya estado afiliado a una familia o un clan adinerado. De hecho, si han logrado llegar hasta tan lejos, es porque en este intento de democracia, no es válida la meritocracia, sino que prevalecen las palancas, los contactos adentro del poder, los apellidos importante y ampliamente renombrados. La historia política de Colombia está llena de los mismos apellidos, pues se repiten de generación en generación, como si nacieran con sus puestos y sus futuros asegurados. Los Duque, los Santos, los Uribe, los Pastrana, los Samper, los Gaviria, los Betancourt, los Galán, los Gómez, los Turbay, los Lleras, los López y un largo listado de apellidos, que aun así son tan sólo algunas familias del total de la población, son los que por siglos han gobernado y hecho leyes en Colombia. Se han adueñado del derecho único y exclusivo de postularse a los cargos públicos que ofrece esta democracia, negándole a los demás apellidos el derecho de participar en la democracia. Aun así, estos mismos viven hoy en día, culpando a los demás del desastre de Colombia, cuando por siglos han gobernado para ellos mismos, y para los poderes económicos.

Estos personajes, que hoy hacen show mediáticos fingiendo ser diferentes los unos de los otros, haciendo un análisis, todos han estado siempre involucrados en el poder y han estado ocupando los puestos burocráticos, llenos de privilegios y altísimos salarios. Todos tienen tantas cosas y beneficios burocráticos en común, que se han ganado por el simple hecho de haber nacido en cuna de oro. Es por eso poco creíble, cuando hablan del hambre; pues sobra explicar que ellos siempre han comido de los mejores platillos y banquetes a costa de los impuestos de los colombianos, mientras que el país, a pesar de ser uno de los más beneficiados de la región por su capacidad de producción alimentaria, tiene de los más altos índices de hambre y desnutrición de América latina. Andan por estos días de pueblo en pueblo, sentándose en las mesas deterioradas de madera de las plazas públicas de los barrios populares de las ciudades y los pequeños pueblos por años olvidados por ellos mismos, sus padres o sus abuelos. Resultan poco creíbles sus discursos sobreactuados sobre educación, pues qué van a entender ellos de las necesidades educativas del país, si sus familias podían pagar las altas cifras semestrales de las mejores y más renombradas universidades de Bogotá o del exterior y sus hijos hoy estudian o han estudiado en las mejores universidades del exterior. Jamás tuvieron que escoger entre un almuerzo y las fotocopias de la universidad, jamás tuvieron que decidirse entre trabajar en labores informales y mal remuneradas para pagar sus estudios o un crédito con el icetex o con las diferentes entidades bancarias que cobran intereses altísimos por un préstamo estudiantil. Lo único que han mendigado es votos en época electoral, pero no se han tenido que pasar largas jornadas bajos el sol y la lluvia trabajando informalmente en las calles de las sobrepobladas ciudades del país.

Cómo hacemos para creerles a este poco de personajes que hoy hacen promesas de campaña cuando dicen que van a mejorar el sistema de salud, si fueron ellos quienes hace unos años legislaron a favor de volver un negocio el sistema público de salud. Si a ellos les debemos que hoy la mayoría de personas con enfermedades terminales o críticas sean medicadas ineficiente o equívocamente, se tengan que morir en las puertas de los hospitales que les niegan la entrada, o simplemente sean enviadas a morir a sus casas a espera de la autorización de la entrega de un medicamento o a la asignación de una cita médica con un especialista, mientras ellos sí tienen el privilegio de pagar con el dinero de los colombianos una buena salud privada.

Nos queda muy difícil creerles a estos politiqueros cuando dicen que van a disminuir la pobreza y el desempleo, cuando por ejemplo hace cuatro años prometieron menos impuestos y más salarios, pero hoy el resultado ha sido la quiebra y el cierre de más de quinientas mil empresas pequeñas y medianas. Pero eso sí cabe aclarar, que las empresas de sus familias y las de los clanes que los financian, crecieron y multiplicaron sus acciones, pues el pago por parte de este y los anteriores gobiernos, ha sido entregarles privilegios y beneficios tributarios que pagan la clase media y trabajadora.

Que no nos vengan hoy con discursos idealistas, que ya sabemos que tan solo son ilusiones. Que no se las vengan a dar de trabajadores poniendo ladrillos al revés en las obras que inauguran y después se convierten en elefantes blancos, pues ya sabemos que durante años han cobrado cuatro veces las obras públicas y las ha entregado incompletas después de muchos retrasos. Que no vengan hoy a hacer un show mediático montándose en el sistema público, pues para eso utilizan nuestros impuestos, para andar en camionetas blindadas y escoltadas. Y que no vayan a hacer el ridículos a los humildes restaurantes de los barrios populares de la ciudad atragantándose de ajiaco o sopas de menudencias, cuando sabemos perfectamente que en sus grandes mansiones, tienen empleadas domésticas, también pagadas por los impuestos de los colombianos, para que les preparen costosos manjares que en ocasiones ni prueban y ordenan arrojarlos al basurero. Que no se hagan los actores, que sabemos perfectamente los privilegios que tienen, y temen perder. Que no se pongan más máscaras de pulcros y honrados, pues ya sabemos que por años han desfalcado las arcas de la nación dejando al país en quiebras, deudas y crisis económicas interminables.

Leonardo Sierra

Soy bogotano, me gusta leer, amante del arte, la literatura, y la música. creo en el cambio, así que propongo cambios para esta sociedad colombiana en la que vivo, creo en la paz, la reconciliación y el perdón. respeto y defiendo toda clase de libertad y expresión.

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