Pobres Criaturas

Jorge Diego Mejía Cortés

«Sí, apartarte, que me estás tapando el Sol»

Diógenes a Alejandro Magno.


Espero que no sea muy tarde para hablar sobre esta película, en cartelera desde enero en nuestro país, dado que proviene de la mente retorcida de un genio cineasta contemporáneo: Giórgos Lanthimos, no es ninguna sorpresa que cause incomodad, repulsión, malestar y por supuesto que genere, polémica, más aún, dada la reconocida trayectoria dirigiendo o escribiendo obras de carácter trastornado;  desde Canino (2009) una domestica historia perturbadora de sobreprotección y abuso, pasando por “La favorita” (2018) en la que puede verse a un director mas maduro y proyectado a un público más norteamericano, (en ella cuenta una historia que, aunque escandalosa, tiene bases en los anales de la historiografía inglesa, ambientada en la vida de la Reina Ana de Bretaña, protagonizada por la genial, Olivia Colman), hasta llegar a Pobres Criaturas, basada en la novela homónima de Alasdair Gray, escritor, pintor y poeta británico fallecido en 2019.

Los impulsos eróticos y tanáticos presentes en Bella, (personaje principal), se hacen latentes desde las primeras escenas, apuñalar cadáveres en los ojos en medio de la frustración del encierro y las diferentes vendas que la pequeña Frankenstein va develando paulatinamente; la primera venda: el descubrimiento de la “felicidad” cuándo experimenta el placer del onanismo, la segunda, salir al mundo y observar todas sus facetas, (incluyendo las mas dolorosas), la muerte, la desigualdad, la pobreza. En contraste con la historia, la fragilidad masculina que padece el villano, frente a una mujer indescifrable, la hipocresía de la alta sociedad y los protocolos rotos por la inocencia de una mujer que apenas se encuentra explorando el mundo y de como el mundo sucumbe a sus encantos.

El periplo físico de Bella Baxter por varios países de Europa, la Europa mediterránea, es por tanto un despertar de los sentidos, una apertura de la mente hacia el placer y también hacia la ilustración, la literatura como germen, la filosofía como manera de abordar el mundo, las ideologías que moldean el carácter y la sociedad. Poor Things, es una cinta cargada de símbolos y simbolismos, es un guiño a la libertad femenina, al libre albedrio, a la autodeterminación, pero también, de algún modo a la perdida de la inocencia, es una exhortación a la emancipación de las estructuras patriarcales y un llamado al despertar del marasmo que nos impone Hollywood con producciones estrepitosas sin mayor contenido.

Es notable, además, el manejo de las luces y las sombras, especialmente en la fotografía, las escenas que se viven dentro del castillo-prisión son lúgubres, en escala de grises y se utiliza  la técnica del ojo de pescado, como si se advirtiera la presencia de un observador omnisciente, “God” interpretado por el maestro William James Dafoe, quien intenta mantener su criatura en una burbuja, alejada de la realidad, quizá por eso en algún momento de la cinta el científico loco lamenta el hecho de “permitirle sentir” a la joven-experimento, encarnada en una espectacular Emma Stone, quien demuestra su versatilidad y profesionalismo. Todo ello, acompañado de una música incidental irritante que busca indisponer y que, en efecto, lo logra.

Las expresiones faciales de Emma Stone, sus inmensos ojos y las escenas eróticas añaden un plus a esta cascada de sensaciones, la escena del baile de salón y el caustico humor negro rompen con cualquier estereotipo visto hasta ahora. El color en las escenas aparece cuando aparece la esperanza del “libertador” de la cautiva (que, por supuesto quiere algo a cambio) y también cuando logra abrirse al mundo, el viaje a Lisboa, en colores que evoca a los hermanos Lumière, el pobre e ingenuo héroe, encarnado por el actor estadounidense de origen egipcio, Ramy Youssef y el villano: Duncan Weddenburn, en la piel de Mark Ruffalo, que termina siendo “victima” de Bella, quien termina recitando las palabras engañosas con las que el avivato pretendió usarla.

Hay dos aspectos sensibles que también se tratan someramente en esta producción pero que no pasan desapercibidos, las filias y la ablación. El primero expuesto en cada uno de los amantes de la etapa como prostituta en París de la protagonista y el segundo casi al final, cuando el antiguo esposo de ésta (Victoria) quiere realizar la mutilación genital para calmar la “histeria sexual” de su amada, a la que pretende retener en una jaula de oro, en medio de un ambiente ostentoso pero hostil y violento. Aunado a ello, el “reemplazo” de Bella, con una nueva mujer-zombi, una joven alienada a quien llaman “Felicity” (protagonizada por la actriz Sarah Margaret Qualley) que pretenden adiestrar a su imagen y semejanza los científicos, pero sin caer en los errores cometidos en el procedimiento con Bella.

Este film, aunque posee un sello propio, pueden identificarse diversas influencias fílmicas e incluso literarias. En sus escenas puede sentirse una amalgama de sensaciones que fluctúa entre las escenas góticas de Tim Burton, La irreverencia psicodélica de Wanda Visión (Disney), la crudeza perturbadora y surrealista de Pier Paolo Passolini, el sutil suspenso de David Lynch y una aproximación al gusto por la carne y el terror de David Cronenberg (director de Crimes of the future 2022) entre otras aberraciones (película que contó con la participación estelar de Léa Seydoux).

Así pues, son muchas las aristas que pueden extraerse de esta obra, la maternidad no deseada, el suicidio, la violencia física y psicológica, los experimentos científicos, la crueldad animal (…) aspectos, que sin duda Lanthimos, abordará en algún otro momento y sobre los cuales seguirá dando de que hablar entre críticos y aficionados. Su trabajo, que rompe con los cánones occidentales, que presume (quizá sin querer) de iconoclasta nos pone en el pasillo del cinema a la espera de sus nuevos proyectos…

En cualquier caso, quienes no la hayan visto, se las recomiendo, no sin antes advertir de sus escenas no aptas para publico sensible ni mojigato y, por supuesto para mayores de edad. Bueno, por ahora se sabe que, el lanzamiento de su nueva película, Kind of kindness, será el próximo 21 de julio, y que muy seguramente dará de que hablar gracias a las excentricidades del ya afamado e irreverente director griego. Hasta pronto.

PD: el epígrafe, hace referencia a una frase mencionada por la protagonista sobre la cual no daré mayor contexto.


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Jorge Diego Mejía Cortés

Coordinador de la Tertulia Literaria U de A. Docente Normalista. Politólogo Universidad de Antioquia.

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