¡Ni uno más!

 De: La golpeada Colombia.

Para: Sr. Iván Duque, presidente de la república.

Querido señor presidente de la República, Iván Duque Márquez, el día de hoy me dirijo a usted con el mayor sentimiento de impotencia y desazón. Los últimos hechos ocurridos a lo largo y ancho de mi territorio me dejan perpleja. Quisiera yo, la señora Colombia, antes conocida como la ‘Gran Colombia’, la ‘República de Nueva Granada’, ‘Estados Unidos de Colombia’, manifestarle el porqué de mis sentires.

El sinsentido de la guerra me está quitando uno a uno a mis hijos y aunque no los engendré naturalmente, reciben la dignidad que de mí se les otorga: colombianos. Durante más de doscientos años la guerra ha sido paisaje para cada uno de nosotros. Fatalmente, las muertes violentas se han ido naturalizando de tal forma que no nos sorprenden ni nos conmueven; hemos llegado a un estado de indiferencia general que poco o nada nos importa la vida del otro. Sin embargo, y lo cual alienta mi espíritu, es que en las semanas anteriores a este escrito se ha levantado una voz de rechazo a cada una de las masacres ocurridas en mi zona suroccidental.

No puede ser que mis muchachos, que son quienes están saliendo del camino de la guerra, sean masacrados. ¿Quieren acabar con la esperanza? ¿Quieren acabar con la juventud? ¿acaso no les basta con desangrarme a mí? ¿con mis recursos, mis riquezas naturales? ¿no era cierto acaso que fui fundada en el respeto a la dignidad humana? Eso que nos es inmanente e inexpropiable, que no necesita más fundamento que la humanidad misma. El papel lo aguanta todo, dicen por ahí. Hablar de respeto a la dignidad mientras es peligroso ser joven, niño, mujer, campesino, afro, indígena, sindicalista y líder social no puede ser más que una falacia que se plasmó en nuestra carta magna.

Por esto, usted como jefe de estado debe demostrar su compromiso con todos ellos. Nada de “lamentamos la muerte de…”; “expresamos nuestra solidaridad con…”; “he dado instrucciones precisas a…” mientras esos rufianes y asesinos acaban con todo y todos. El abandono estatal ha sido cómplice de estos grupos. No se trata de estar en el lugar de los hechos sino de llegar antes que los hechos. Recuerde muy bien que nuestra Constitución Política afirma que ustedes, los servidores públicos, son responsables ante las autoridades no sólo por infringir las leyes sino por cualquier acto de omisión en sus funciones. Omisión que hoy está desangrando a los míos en los departamentos de Chocó, Cauca, Valle y Nariño. Los jóvenes, una vez más, son el centro de disputa no sólo de grupos al margen de la ley, sino de un Estado que actúa como agente de represión; que no los escucha y los protege, sino que los violenta y los atropella.

Esa vieja táctica de infundir terror a las comunidades por medio de múltiples asesinatos, hoy cobra vida de nuevo. La lucha por rutas del narcotráfico u otros negocios ilegales no tienen piedad con quien piensa diferente o no quiere ser parte de sus filas. No puede seguir ocurriendo que sean estos grupos quienes funjan como autoridad que administra la justicia a su amaño. Le llegó la hora de actuar sin contemplaciones, señor Duque.

De forma contundente le digo: ¡Ni uno más! basta de justificar sus asesinatos, paren de revictimizarlos. El vacío que deja cada uno de estos jóvenes y líderes en sus familias y comunidades es inmenso. La verdad y la justicia son los únicos caminos hacia el perdón y necesitamos que ustedes, como entes gubernamentales, desplieguen todo el aparato del Estado para dar con la captura de aquellos que se atreven a cometer tan desagradables hechos.

No queda más que seguir luchando por una paz estable y duradera, y aunque sea cliché, es la única salida a esta guerra que tantas víctimas – no sólo humanas – nos ha dejado. Insistir en la conservación y protección de la vida es nuestro trabajo; como diría Gabo: “la ilusión no se come, pero alimenta” Y tengo la ilusión de que este país despertará, de que este país preferirá la vida antes que la muerte. Con esto me despido y espero haber sido lo más cordial posible. Recalcarle, de nuevo, la necesidad de trazar una ruta común de país, encantada yo de acogerlos a todos con sus múltiples y bellas diferencias.

Andrés Trujillo Ossa

Mi nombre es Jorge Andrés Trujillo Ossa, estudiante de noveno semestre de Pedagogía de la Universidad de Antioquia. Soy un ciudadano inconforme al cual le gusta escribir y expresar sus ideas en el papel, pero que se siente en la obligación de compartir su opinión con el resto de la ciudadanía y de esta forma ser la voz de muchos que hemos permanecido relegados y casi silenciados.

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