Manizales: Unas de cal y otras de arena

Unas de cal y otras de arena. Esta es la expresión mas apropiada para la 61 edición de la Feria de Manizales donde se vive la feria con gran emoción y afluencia de público pero tantos otros detalles negativos.

Con la tranquilidad del regreso a casa pero con la tristeza obvia del despertar sin la ilusión de ir a la plaza a ver los toros, me siento a escribir este intento de crónica que refleja la percepción de éste aficionado. Espero les guste.
Así lucio la Monumental de Manizales durante la feria
En pasadas ocasiones había tenido la oportunidad de visitar la ciudad de Manizales mas nunca con el propósito de vivir la feria de la ciudad y mucho menos la fiesta de los toros. Con la lógica emoción de emprender un viaje y más aún uno para ver toros, el 4 de enero a primeras horas de la mañana partimos desde Medellín rumbo a la capital del departamento de Caldas. Es un viaje aproximado de cuatro horas en el que tuve el gusto de compartir con una de las familias más taurinas que he conocido. Cuatro horas hablando de toros que hicieron parecer más corto de lo pensado el viaje.
Llegar a la Monumental Plaza de Toros de Manizales y percatarse de inmediato que esta ciudad respira y vive, ama y sobretodo defiende los toros. Ese mismo día se celebraba la novillada de apertura de Feria y aunque el clima no estuvo a favor del público, 3/4 del aforo se dieron cita en los tendidos para ver los novillos de Salento, encaste Murube-Santa Coloma a los que deberían dar muerte el novillero local «El Choni», Guillermo Valencia y el mexicano Leo Valadez. Fue de gran impacto y emoción ver como el tendido 1 de La Monumental estaba repleta de abonados de hasta 24 años y ver cómo el futuro de la fiesta sigue vivo.
La novillada resultó descastada y dura para los novilleros a quienes se les fue vivo a corrales un novillo a cada uno tras evidenciar una falta de entrenamiento brutal con los aceros. Solo Valadez dio una vuelta al ruedo en el sexto. Se abrió la polémica en esta nefasta tarde por el uso del perno cautivo en reemplazo de la puntilla, artefacto que resulta insultante y denigrante en la muerte del toro. En esta fiesta todo tiene un porqué y así como la espada y el descabello, la puntilla es parte fundamental dentro del rito de muerte de reses bravas. Sectores entendidos del público manifestaron su rechazo y hasta ahí llego el perno cautivo en Manizales.
Al siguiente día la ilusión era enorme. En la primera corrida de feria se anunciaban los toros parladeños de Santa Barbara, propiedad del Capitán Carlos Barbero. Willy Rodríguez, de quien me abstendré de hablar, Cristóbal Pardo y Andrés Roca Rey. El encierro no fue bravo en el caballo salvo el toro herrado con el numero 779 que respondía al nombre de Incógnito y que curiosamente pesó 440kg, peso mínimo establecido por el reglamento taurino en Colombia. Por su nobleza, casta y presunta bravura en el caballo -ya que solo fue picado una vez- Incógnito recibió el indulto en manos de Roca Rey que demostró mucha solvencia y conocimiento a pesar de su corta edad. ¡Roca Rey torerazo!. Pardo cortó una oreja en su primero, un toro falto de fuerza pero con una embestida noble por ambos pitones. Toro de triunfo. El encierro de Santa Bárbara se llevó el trofeo al mejor encierro, enhorabuena por el ganadero.
Roca Rey con Incognito, toro del indulto.
La segunda corrida de la feria era la que más interés despertaba para mí. Se anunciaban toros de Mondoñedo, mítico hierro colombiano y de encaste Contreras para Sebastián Vargas, Guerrita Chico e Iván Fandiño. La corrida fue dura, encastada, pero sin fondo. De Guerrita nada que rescatar, Vargas se llevó en quinto al toro más potable de la tarde y a Fandiño el primero de su lote lo mandó por la espada al segundo muletazo. La corrida recibió la dura crítica de la afición que se hizo presente en más de 3/4 del aforo. Pocos fuimos los aficionados que logramos ver en el encierro interés, ya que a pesar de que la corrida no rompió para adelante fue sumamente dura y complicada, de las que piden el carné, característica infalible en el toro bravo. Como dato del cual no tengo 100% seguridad se dice que la corrida presentó un comportamiento atípico posiblemente generado por alguna droga previamente administrada, hechos que no extrañan en esta plaza y menos con esta ganadería. Sabemos que medirse a los Contreras de Mondoñedo no es para cualquier torero. Estaremos al tanto de esta situación e informaremos.
La tercera de Feria corrió de cuenta de los toros de Dosgutiérrez de encaste Murube-Santa Coloma para Diego Ventura, Alejandro Talavante y Sebastián Ritter. De Ventura sólo tengo por decir que su cuadra de caballos es excepcional, todos los rejones de castigo, banderillas puestas en su sitio y en su segundo toro acertó con el rejón de muerte, faena que le valió las dos orejas. Talavante vino, cobró y se fue. Así no más, sin pena ni gloria, de vacaciones. No quiso ver a sus dos toros y se llevó con merecida causa los pitos de gran sector de la afición que, justamente, reclamó al español su falta de entrega y de ganas. El colombiano Ritter vivió una autentica pesadilla en su primero tras pinchar 8 veces al toro de su presentación en Manizales, escuchó los tres avisos. En el sexto se encontró con un toro descastado que tampoco ofreció posibilidad alguna. Personalmente prefiero un torero como Ritter que de su petardo con la espada mostró disposición y ganas a un Talavante que, con todo su bagaje, vino de paseo en la tercera de abono. Al día siguiente se reinvindicaría con la afición. El encierro de Dosgutiérrez fue descastado, sin presentación y manso. Mil veces preferible el de Mondoñedo con sus exigencias al de Dosgutiérrez.
El quinto día de feria se realizó el festival nocturno en honor a La Vírgen de La Esperanza Macarena, patrona de los toreros. En la mañana, en compañía de mis amigos del Club Taurino El Albero nos dirigimos a la Plaza de Toros de Soldado, una pequeña placita ubicada al interior del Batallón Ayacucho donde se lidiarían 4 ejemplares de la ganadería San Rafael de la Merced, parladeña de procedencia Santa Bárbara, un buen plato taurino para calentar un día lleno de toros. En la noche y frente a una plaza totalmente llena, se lidiaron toros de Ernesto Gutiérrez, encaste Murube-SantaColoma y quien actualmente lleva Miguel, hijo del fallecido Ernesto Gutiérrez. Sobresalieron dos ejemplares de los cuales uno registró casi 5 años edad, algo inusual en un festival. En una noche de fiesta de solidaridad hablar de toros no me parece prudente. Basta con decir que nuevamente el toreo mostró su lado humanitario y solidario y con los ingresos de los 14700 aficionados que llenaron los tendidos colgando el cartel de NO HAY BILLETES, más los honorarios de los 7 espadas que torearon esa noche, los niños del «Hospitalito» tendrán recursos para seguir su valiente lucha contra el cáncer. Olé por estos pequeños valientes.
Foto: La Patria
Sexto día de feria. Toros de Achury Viejo de encaste Conde de la Corte-Jandilla propiedad de Felipe Rocha. Matarían la corrida El Cid, Sebastián Castella y Santiago Naranjo. El encierro cumplió en presentación sin ser sobrado, salvo el tercero, primero en el lote de Naranjo y que respondía al nombre de Soler. Precioso toro con hechuras perfectamente en tipo y con el trapío que toda plaza de primera debería exigir. Soler se llevó los aplausos de salida y como la suerte en los toros es así, pues calló en las manos menos experimentadas y lastimosamente Soler se fue al desolladero sin ser toreado. El Cid se encontró en su primero con un toro manso con peligro. Embestía con la cara suelta y tremendo susto le propino a El Cid tras pegarle un arreón peligroso. En su segundo toro bordó una faena bella, con ritmo, pureza y temple. Contra todos los pronósticos Manuel Jesús no pinchó al toro y paseó una oreja. Por el lado de Castella, sin ser muy seguidor de su concepto, es obligatorio reconocer el momento que pasa el francés. Con un conocimiento, técnica y poderío innegable bordó una faena de alta nota y se llevó las dos orejas. Júbilo al interior del Club Taurino El Albero donde la gran mayoría de sus miembros son castellistas. Enorme alegría por ellos y por el toreo cuando se hacen bien las cosas.
Y se llegó la tarde de mayor expectativa para el grueso de la afición. En el cartel toros de Ernesto Gutierréz para Ponce y Juli en mano a mano. En los tendidos gente de todo el país y uno que otro antitaurino que no se quería perder el evento taurino y social del año. Tras la aceptable presentación de los de Gutiérrez en el Festival alcanzamos a ilusionarnos con la presentación de la que supondríamos sería la corrida fuerte que pastaba en sus potreros, pero luego de ver las fotos de un encierro que con recelo taparon de la vista de la afición recordé que en el cartel se encontraba López Escobar y Ponce, quienes no se han caracterizado propiamente por lidiar encierros serios. Comenzó la tarde con el cartel de NO HAY BILLETES colgado en las taquillas. Lidió Ponce en primer lugar al único toro de la tarde que cumplió en presentación y comportamiento. Ponce, dando un magisterio de torería, pureza y elegancia bordó la faena de la feria y que le mereció el trofeo de La Catedral de Manizales. De resto nada. Y digo nada por que nada tiene sentido cuando falta el rey de la fiesta. Lidió Ponce dos utreros (si, utreros por que no tenían los 4 años cumplidos) con torería que carece de sentido, aunque realmente me impactó fue el matrimonio enfermizo de Lopez Escobar con la afición de Manizales que por poco se convierte en una barra brava de fútbol a favor de Julián. Desde los tendidos sólo se escuchaba el grito palmero de «Juli lopecinas» y tras arrimarsele a un toro con hechuras de becerro, y de una nobleza tan absurda que hasta podía acariciarlo de así quererlo, se le otorgaron las dos orejas incluso tras haber pinchado el nefasto Julipié y verse obligado a descabellar. Mano a mano como lo esperamos, fiestero, orejero y sin toro. Condiciones que caracterizan a la numerosa afición de Manizales, sobretodo la que se hizo presente ese día. Dobló el sexto y esa sensación extraña en el estómago característica de la tristeza que da saber que habrá que esperar un año entero para volver a la ciudad más taurina de América (ojo, no entendida) y volver a besar tu nombre querida Manizales.

Alejandro Franco

Amante, defensor y activista de la verdad tras la Tauromaquia. Con el Toro en la sangre. Estudiante de Ingeniería Civil en EAFIT e hincha del DIM cómo buen paisa.

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