Los pecadillos de su presidente

“Semana de pasión será el escenario propicio para que su mandatario comience a repensar las bases de actuación que emplea para refundar los pilares de los estamentos colombianos y establecer un nuevo orden de planteamiento social.” 


El entramado político, económico y poblacional que se teje en Colombia llama a cuestionar y revisar dónde se está fallando, establecer cómo recomponer el camino que hoy muestra que se perdió el rumbo. Agenda de mentiras, o verdades a medias, que se establece desde la Casa de Nariño denota que, el Pacto Histórico, apuesta por rodearse de actores del componente social con baja, o cuestionable, concepción de la ética. Respeto por los derechos y las libertades comienzan a desdibujarse al interior de un colectivo ciudadano que es incapaz de reconocer las diferencias propias y del otro. Falsos testimonios, o señalamientos, traen consigo diversidad de situaciones que dan relevancia al todo vale, todo se puede, en la carrera de lograr las metas que se trazan desde una política, caudillista y ególatra, que gira entorno a Gustavo Francisco Petro Urrego.

Codicia que sustenta una injusticia política, económica y social atiza los delirios de persecución que invaden a un sector político, alineado a la izquierda, que se niega a aceptar la crítica con argumentos y entender que la solución a los problemas del país va más allá de su pensamiento activista ideologizado. Triste es mirar atrás y ver que poco y nada se aprendió de los errores del pasado y las bases que se tenían como sociedad. Las divisiones de las clases sociales, los orígenes étnicos y las doctrinas políticas, antes que ser un factor de divergencia, deben ser la base para constituir una visión de país capaz de congregar a todos como comunidad alrededor de unos principios y bases de justicia social en pro del bien común. Gobierno cegado por la improvisación, el fanatismo, la corrupción, el resentimiento, la rabia, la obsecuencia y la radicalización, se nubla y desdibuja ante los errores que develan que se hizo elegir prometiendo un cambio que resultó siendo más de lo mismo, pero con peores intenciones a las que un sector poblacional había dimensionado.

Arrogancia de la izquierda, y los sectores de coalición, no tapa con un dedo la podredumbre, que ya expele hedor, en una corriente que tanto juzgo a la derecha y en su actuar está haciendo la peor gala para imponer una testaruda transformación escudada en el anhelo de paz total. Primer gran pecado de su presidente ha sido la condescendencia con el hampa, ser el enemigo interno de las fuerzas armadas. Perverso liderazgo que ejercer el comandante en jefe del Ejército y la Policía es la versión más fidedigna de lo que se pretende en las mesas de diálogo con los actores al margen de la ley, diálogo con garantías extremas que rinda a los agentes del orden ante las pretensiones de terroristas, narcotraficantes, genocidas, violadores y todo tipo de criminales. Bloqueo estratégico que redunda en la intención de abrir camino a la imposición de reformas totalitarias y sin consenso, comprar aplausos y aprobación para una administración que solo sabe mentir, mentir y mentir.

Planeación incorrecta del trabajo por parte de su mandatario es propio de un personaje artero con afán de destrucción y sin visión más allá de su ideología. Pomposas reformas, que fueron anunciadas en campaña y se radicaron en el legislativo, se hunden por concebir proyectos de ley que hacen gala de las incompetencias de personas, sin la suficiente preparación, que están empoderadas en los ministerios. Segundo gran pecado de su presidente está en los palitos de agua tibia que se cocinan alrededor de las reformas, pisotear los valores y principios fundamentales de la vida para dar la espalda a la verdad y no ser congruente, ni consecuente, con lo que se dijo en elecciones y se suponía que se pensaba. Gobierno, del Pacto Histórico por Colombia, delinea, en casi nueve meses en el poder, que fácil fue prometer el mundo ideal para llegar a la presidencia, pero luego de obtenerla es amplio el camino para defraudar a sus seguidores y decir que se cambió de opinión.

Obstinación por destruir lo que medianamente funciona, en lugar de corregirlo y mejorarlo, será el detonante de un boomerang que acabe con la propuesta de cambio de la izquierda política colombiana. Pecado ancestral del primer año de gobierno ha sido incentivar la corrupción agrandando la burocracia del estado, pulverizando el crecimiento y aumentando la inequidad. Política regresiva de los progresistas, en un mundo ad-portas de la inteligencia artificial, hace inconcebible que su mandatario, y el equipo de gobierno, construyan una propuesta de nación que apueste por devolver a Colombia al siglo XX en salud, productividad, inflación y empleos de baja remuneración. Complejo fue utilizar a jóvenes ingenuos, “primeras líneas”, vendiéndoles una esperanza de vida basada en una historia reescrita a su conveniencia para llegar al poder y hoy denotar que se es un completo inútil para enfrentar los retos que impone el devenir social.

Justificar y normalizar lo que escandalizaba de otras administraciones es la incongruencia más grande de un Pacto Histórico que pasó de la crítica al silencio, total, ante los comportamientos non santos de las fuerzas políticas aliadas del gobierno. El lobo que sale de esa oveja que se hizo elegir, como opción de cambio, hace pensar que llegaron con la firme intención de destruirlo todo a través de un gobierno inmisericorde con malos nombramientos, reformas y planeación. Traición al constituyente primario que redundan en la politiquería y mermelada de la tradicional clase política. Ilusos eran quienes esperaban algo diferente de la izquierda en el poder, prueba fehaciente de su incompetencia en la gestión son los alcaldes de Medellín y Cali, o el lastre que carga Bogotá que está sumida en el caos y la dejadez con 20 años de pésimas administraciones plagadas de corrupción.

La potencia mundial de la vida, que se ofreció construir, se diluye en la crisis perfecta que se confecciona para perseguir a la empresa privada, asfixiar con impuestos al pueblo, destrozar el empleo, desmoronar el sistema de salud y acabar con la infraestructura minero-energética de la nación. Lo que hoy vive Colombia es la consecuencia de no haber elegido un estadista que realmente apostara por el mejoramiento de la calidad de vida de los ciudadanos y el desarrollo efectivo del territorio. El poder en manos de un tuitero populista es el que conllevó a creer que se cambiaría el petróleo por turismo, pero en el corto plazo se vio cómo en los primeros meses de gobierno llevan dos aerolíneas quebradas, se generaron miles de obstáculos para los viajeros y se diluyeron las esperanzas económicas de los lugares vacacionales como San Andrés.

Reformas equivocadas, politización de Ecopetrol, la seguridad fuera de control, una inflación desbordada, la desconfianza inversionista, la devaluación acelerada, el IVA sumando para hacer inalcanzable el costo de los productos, aerolíneas quebradas, masacres en la Colombia profunda, vínculos de la familia de su presidente con dineros calientes y personajes de dudosa reputación, las indelicadezas con los recursos públicos de quienes hoy son poder, el éxodo de las capas jóvenes de la población, son tan solo algunas de las estaciones del viacrucis que vive su mandatario en un camino en el que cada vez se le ve más solo. Debilitamiento de una opción de cambio que no pasó de ser una ilusión sin músculo político y administrativo, caudillo que carece de acciones de contención, capacidad para tomar medidas drásticas, severas y extremas para hacer frente a la complejidad de hoy. Sujeto que ha sido incapaz de demostrar inteligencia social, con una mínima cuota de sensatez para asumir la responsabilidad que le asiste en lo que ahora vive Colombia.

 

 

Andrés Barrios Rubio

PhD. en Contenidos de Comunicación en la Era Digital, Comunicador Social – Periodista. 23 años de experiencia laboral en el área del periodística, 20 en la investigación y docencia universitaria, y 10 en la dirección de proyectos académicos y profesionales. Experiencia en la gestión de proyectos, los medios de comunicación masiva, las TIC, el análisis de audiencias, la administración de actividades de docencia, investigación y proyección social, publicación de artículos académicos, blogs y podcasts.

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