Los niños quieren volver a casa

“…ahora soy un niño normal. Me espera la calle y de manera espontánea observo mis muñecos que he dejado en el suelo y me pregunto ¿volveré a casa? en Colombia no lo sé.”


La levedad de hoy se hace interesante para jugar con mis muñecos. Un buen huevito revuelto en los platos de flores que tanto me gustan, acompañado de un pan cargado de mantequilla y como no, la  aguapanelita con leche, así empieza la alegría de no sé qué día, no me importa, ni tampoco indagaré, solo basta con vivir el momento y ver qué sucede en las horas venideras, un concepto abstracto en un esférico reloj colgado en uno de los pasillos de mi casa.

Es normal el agite que se vive y tengo la plena certeza que apenas mis padres se híper-conecten a la maquina me tocará convertirme en un superhéroe, eso sí con mi súper poder impuesto, el silencio. Pareciera ser que los enemigos detrás de las pantallas no pueden saber que estoy en la casa. En sí, ya me acostumbre a saltar sin hacer ruido, ¿se imaginan tremendo reto? Muchas veces prefiero refugiarme en mi cueva secreta para que no me vean y no me escuche, pero en la paradoja de la circunstancialidad debo ser visible, no puedo estar oculto ¿Por qué? no me lo han dicho todavía.

Tic tac, tic tac, me canse de jugar, no hay colegio y muchos menos parques, no es justo, quisiera estar estudiando con mis amigos, haciendo huequitos en la arena y columpiándome hasta tocar las nubes, pero el momento no es propicio dice un señor en la televisión; siento que las paredes me observan, escucho voces que no entiendo, veo papeles llenos de jeroglíficos que a mi corta edad no logro entender, observo números y letras todos combinados en una locura que me inquieta pero que a la vez me aburren mostrándome que no puedo hacer nada, ¡oh! pero no está permitido aburrirse en la condición de superhéroe.

¡Chas!, ¡plush!, ¡ahhh!, me estiro, saco mi súper puño, me arrojo al suelo, la batalla está reñida, estoy que venzo al enemigo (la fatalidad del tiempo) me falta poco, sin embargo la orden es clara: – joven, póngase el tapaboca que nos vamos.  Ahora no soy un superhéroe, soy un niño normal. Con el deseo ardiente de tomar aire, así sea ese trapo aburridor que me asfixia, salto de alegría, ahora sí puedo hacer bulla, recuerden, llegó el momento de ser niño normal. Me espera la calle y de manera espontánea observo mis muñecos que he dejado en el suelo y me pregunto ¿volveré a casa? En Colombia no lo sé.

Nota: En memoria de los niños que sufren la inclemencia de la pandemia y que no volvieron a casa por circunstancias inhumanas, el llamado es a la reapertura urgente de las escuelas, la infancia no puede seguir cargando la locura de monstruos escondidos en los mismos hogares. Hoy se reafirma de manera tácita que las instituciones educativas son el escenario primordial de la protección de los menores.

Sergio Augusto Cardona Godoy

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