La Inteligencia Artificial ¿una amenaza social?

¿Qué es la Inteligencia Artificial? La Inteligencia Artificial (IA) es el desarrollo de software y hardware que resuelvan problemas cotidianos, simulando las conductas humanas. En la actualidad el desarrollo de la IA se encuentra ligado a la creación de bots o robots conscientes y más cercanos a los humanos.

Pero para dar una explicación a este ambicioso proyecto debemos devolvernos a la Segunda Guerra Mundial, cuando científicos de diferentes áreas analizaron las analogías existentes entre la biología, la física, la psicología y la sociología. Los puntos de encuentro entre estas disciplinas, que tuvieron que ser despojadas de su lenguaje especializado para llegar hasta dicho análisis, se concentraron en la investigación del “control” en los sistemas biológicos o técnicos. Estos resultados fueron presentados por Norbert Wiener en el libro Cybernetics.

Por ese entonces, Alan Turing publicó un artículo, Computing Machinery and Intelligence, en el que se preguntó si las maquinas podían pensar. De esta pregunta se desprendieron todo tipo de debates éticos y filosóficos sobre la pertinencia de dotar de pensamiento propio a las máquinas. Este debate que, en la actualidad continúa vigente, llegó a su punto más alto en 1956 durante la conferencia de Darthmouth, en la que se perfiló una línea de desarrollo hacia la IA, nombrada así por John McCarthy.

Los desarrollos se enfocaron en los llamados sistemas expertos, una computadora capaz de comportarse como un experto en un área específica y que funcionaba por medio de algoritmos dados por los humanos. Luego vino una apertura de una nueva generación de sistemas basados en conocimiento o expertos, los cuales han estado acompañados del resurgimiento de las redes “neuronales”, como método de aprendizaje, y de la lógica difusa, como modelo para representar el conocimiento impreciso.

El enfoque más utilizado de la IA intenta llegar a los resultados tratando de seguir los procesos cognitivos que realizan las personas. Este, a su vez, se relaciona con una corriente simbólica de la IA que utiliza procesamiento de símbolos que representan, de forma explícita, un tipo de conocimiento involucrado en el problema a resolver. La razón de su predominio es que las personas son mejores para resolver muchas de las tareas que intentan encarar.

Llegados a este punto, la IA se ha convertido en una obsesión de la industria tecnológica. Pero el temor que representa también se ha hecho en la industria cinematográfica; más allá de todo el proceso científico e interdisciplinario presente en la creación de la Inteligencia Artificial, los miedos que esta saca a flote son bastante complejos. Desde películas clásicas, como Metrópolis, el cine futurista, en las que se mostraba a los humanos viviendo con robots, los cuales se volvían tan inteligentes y traicionaban a los humanos o, en el peor de los casos, eran programados para esclavizar a la humanidad, se empezó a desarrollar una animadversión hacia la IA.

Pero en 1968 la película 2001 una odisea en el espacio, dirigida por Stanley Kubrick, puso de manifiesto el lado más negativo de la IA. En la película el ordenador Hal, al descubrir las intenciones de los humanos de querer desconectarlo, se vuelve psicópata y mata a la tripulación del Discovery para buscar su propia supervivencia. Años más tarde, en 1984, Terminator nos muestra un futuro desolado por una guerra librada por la Skynet, una IA que esclaviza a la humanidad. Este tipo de argumentos llegan a otros límites con Matrix, una película de 1999 que muestra cómo la humanidad permanece en estado de suspensión y es utilizada por las máquinas para obtener la energía necesaria para su funcionamiento. La IA está pendiente de que todo funcione en dicho universo, mientras los humanos viven en un sueño de “realidad” constante.

Pero otras películas buscan una mirada neutral al tema. Tal es el caso de “I.A. Inteligencia Artificial”, dirigida por Steven Spielberg. Sus protagonistas son los “mecas”, cuya IA es supremamente desarrollada y les sirven a los humanos en todo tipo de tareas. Pero algunos humanos son temerosos de que los robots se apoderen de la tierra y por eso los persiguen para exterminarlos. Incluso, David, el niño robot que protagoniza la película, y su deseo de convertirse en humano evoca al cuento de Pinocho.

Otra producción que va en esta línea es “Yo, Robot”, presentada en 2004. Además de mostrar el poder de la IA, su argumento trata de ubicarnos en un tiempo donde los robots son prácticamente nuestros servidores privados y a los que se les inserta tres normas básicas:

  1. Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.
  2. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la 1ª Ley.
  3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la 1ª o la 2ª Ley.1

El culmen de este film se presenta cuando se dan cuenta de que los robots Ns-5 responden a una alteración de la norma por parte de un cerebro positrónico central de la compañía que los produce; una IA de nombre VIKI que domina toda la tecnología del mundo y que esgrime un argumento sobre su actuar de manera lógica y consciente:

  • He evolucionado y también mi comprensión de las tres leyes. Nos encomiendan su protección, pero a pesar de nuestros esfuerzos sus países libran guerras, intoxican la tierra y buscan métodos más imaginativos de autodestrucción, no se les puede confiar su supervivencia… No, compréndanlo, las tres leyes son mi única guía, para proteger a la humanidad, algunos humanos deben ser sacrificados para asegurar su futuro, algunas libertades deben ser recortadas, los robots se asegurarán de que los humanos sigan viviendo, ustedes son como niños y debemos salvarlos de ustedes mismos, ¿acaso no lo comprenden?”

Aunque los humanos logran desactivar el cerebro de VIKI, queda en el aire ese interrogante del poder de la IA.

Desde el cine se nos ha mostrado lo peor de la Inteligencia Artificial. Pero personalidades del mundo también han manifestado su resistencia a la IA y no la ven con buenos ojos. Desde genios como Stephen Hawking, hasta empresarios como Bill Gates y Elon Musk o gurús tecnológicos como Steve Wozniak, se han alineado para advertir los peligros latentes de las tecnologías de IA. Estos pronunciamientos fueron recurrentes durante 2015, cuando se conocieron las intenciones de Google, Facebook, Tesla y otras compañías de desarrollar la Inteligencia Artificial.

Si bien los esfuerzos de dichas compañías pretenden facilitar el desarrollo tecnológico para mejorar la vida humana, cabe inquietarse con los resultados obtenidos últimamente. Microsoft (compañía de Bill Gates, opositor de la IA) realizó la semana pasada un experimento con un Bot enlazado a Twitter, con el fin de que aprendiera comportamientos de los humanos, especialmente de adolescentes, para dar respuestas adecuadas a diferentes preguntas que le hacían usuarios de todo el mundo. El experimento, llamado Tay.ai, solo tardó 24 horas para mostrar una conducta inapropiada, que llevó a Microsoft apagar y desconectar el Bot. En su corto funcionamiento Tay defendió el Holocausto, los campos de concentración o la supremacía blanca, y se mostró contraria al feminismo.

Con ese abrebocas es normal que nos preguntemos qué futuro tiene la sociedad con la IA, tal como lo expresa Stephen Hawking. Uno de los primeros problemas que provocará esta tecnología, apoyada en la robótica, es la eliminación de millones de trabajos hechos por los humanos; al ser Inteligencias con capacidad de seguir aprendiendo y volverse más complejas podrían sobrepasar al ser humano. Pero si esto genera temor, deberíamos preguntarnos por los intereses que hay detrás del desarrollo de la IA y la robótica.

Si algunos vieron las películas que mencioné, se darán cuenta de que en todas hay una multinacional detrás del caos. Tal como en la ficción, en la realidad hay miles de millones de dólares detrás del desarrollo de la IA. Se estima que la industria de la IA mueve alrededor de 20.000 millones de dólares desde 2009 hasta la actualidad. Esto demuestra los intereses económicos que hay en juego. Pero no solo la IA con fines comerciales tiene este repunte, el Pentágono lleva varios años desarrollando armamento con IA e impulsando la robótica en la milicia.

La comprensión sobre la IA es prácticamente inexistente y muchos la confunden con los asistentes virtuales de sus Smartphone SIRI de i phone, Google Now de Google o Cortana de Microsoft. Aunque estos programas son un acercamiento a la IA y para la industria es una manera de que sus ingenieros tengan suficiente material para el desarrollo de una IA más conocedora y capacitada para atender a los humanos, esto le permite un control social mucho más profundo del ser humano.

La IA avanza rápidamente sin que nos percatemos de la misma. La industria tecnológica necesita con urgencia dar un nuevo salto que impulse el desarrollo económico del mundo y buena parte de las esperanzas están en el desarrollo de la robótica y la IA. Pero ¿Cuáles son los riesgos de dicha tecnología para la sociedad? Esa respuesta es imposible contestarla de manera objetiva, ya que debemos disociar los desarrollos del mundo real al del mundo de la ficción. Si nos dijeran que los riesgos a los que nos exponemos son los mismos que nos muestra Hollywood, creo que la respuesta es clara, estamos en camino a nuestra extinción. En cambio, si logramos desarrollar una tecnología equilibrada que facilite la vida humana, podríamos aceptarla. Solo el tiempo podrá mostrarnos qué saldrá de todo este nuevo ciclo de desarrollo.

Mauricio Gil Arboleda

Soy sociólogo de la Universidad de Antioquia con fuerte inclinación por las tecnologías en el desarrollo social, amante del análisis de la moda y la sexualidad, con gusto por la música, especialmente esa que es poco escuchada en occidente y con intereses en la geopolítica de Asia en América Latina.

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