La cultura de la cancelación, que se ha visto intensificada por la influencia del petrismo y las acciones del gobierno actual en Colombia, pone en grave peligro tanto la democracia como la libertad de expresión en nuestro país, generando un ambiente hostil y carente de diversidad de pensamiento.
“Gustavo Petro y sus seguidores recurren a la cancelación en redes sociales para silenciar y desacreditar a quienes discrepan de sus políticas.”
En los últimos años, hemos sido testigos del auge de la llamada cultura de la cancelación, un fenómeno en el que grupos de personas intentan boicotear a individuos, empresas o instituciones por expresar opiniones o actuar de manera que consideran ofensiva o inapropiada. Este fenómeno ha tomado un giro preocupante en Colombia con la llegada del petrismo y su influencia en el gobierno actual.
Este ismo, liderado por Gustavo Petro, ha mostrado en diversas ocasiones una postura intolerante hacia las opiniones que no coinciden con su visión de país. Esto ha llevado a que sus seguidores, respaldados por el gobierno, utilicen las redes sociales y otras plataformas para silenciar, intimidar y desacreditar a quienes se atreven a cuestionar o criticar sus políticas y decisiones.
Esta cultura de la cancelación, en lugar de fomentar un debate democrático y plural, está erosionando la libertad de expresión en Colombia. Se ha creado un ambiente hostil en el que cualquier disenso es tachado de antidemocrático, lo que dificulta la posibilidad de un diálogo constructivo entre diferentes sectores de la sociedad.
Es fundamental reconocer que la crítica y el debate son pilares esenciales de cualquier democracia. La cultura de la cancelación, promovida por el petrismo y el gobierno colombiano, va en contra de estos principios al limitar la diversidad de opiniones y desincentivar el cuestionamiento de las políticas gubernamentales.
Para revertir esta tendencia, es necesario que los ciudadanos, periodistas y líderes políticos de Colombia defiendan y promuevan la libertad de expresión y el debate constructivo en el país. Solo así podremos construir una sociedad más tolerante, inclusiva y democrática.
Gustavo Petro y la cancelación
Esta tendencia de cancelar todo aquello que nos disgusta se ha intensificado gracias al alcance de las redes sociales, las marcadas divisiones en nuestra sociedad y los desafíos que enfrentamos al intentar corregir las desigualdades históricas. Un claro ejemplo de la cancelación llevada a cabo por el presidente Petro es el siguiente:
Gustavo tomó represalias y echó a los ministros; pero, en un comportamiento vergonzoso, los partidos intermediarios se niegan a dejar la coalición. Aparentemente, esperan las sobras burocráticas que les proporcionarán fondos para sus campañas electorales en octubre.
Esta situación evidencia cómo la cancelación se ha convertido en una herramienta política que el presidente Petro utiliza para mantener a raya a sus opositores y asegurar el control sobre su coalición. De esta manera, quienes no se alineen con la visión del petrismo se ven amenazados por la cancelación, lo que genera un ambiente de miedo e inseguridad en el ámbito político.
Sin embargo, esto no es lo único preocupante, el presidente también se ha vuelto experto en cancelaciones a través de Twitter, lanzando propuestas al aire para luego admitir que se «despiporró» al reconocer su error. Mientras tanto, sus seguidores más radicales, sin avergonzarse y sin evaluar la viabilidad de las ideas, se dedican a silenciar y desacreditar en masa a aquellos que se atreven a pensar diferente. En este ambiente de censura y cancelación, la democracia y la libertad de expresión se ven seriamente amenazadas.
Cancelación: Argumentos y retrovisores
El petrismo, tanto líderes gubernamentales como ciudadanos comunes, recurre a la cancelación ya sea basándose en argumentos, o validando errores y perpetuando el pasado a través del retrovisor, sin permitirse construir un país mejor.
La llamada «cultura de la cancelación» es una práctica moderna de ostracismo o exclusión dirigida a alguien que se percibe como inaceptable en sus acciones o palabras. El individuo «cancelado», puede ser socialmente rechazado o boicoteado profesionalmente. Un ejemplo de ello es William Ospina, quien ha sido objeto de cancelación en distintas ocasiones, solo por pensar diferente a las masas que hoy abrazan el poder y la burocracia.
Resulta paradójico que aquellos que alguna vez marcharon en favor de la libertad de expresión, hoy la censuran a través de la cancelación, como si fueran poseedores de la verdad absoluta o como si tuvieran la última palabra en cada tema. Concluyo diciendo que el petrismo amenaza la diversidad de pensamiento y la esencia misma de la democracia, contrario a lo que pretende vender de cara al país.
Datos curiosos
- Polarización extrema: La cancelación política contribuye al aislamiento y refuerzo de creencias, aumentando la polarización.
- Efecto Streisand: La cancelación puede generar más notoriedad y atención hacia la persona o idea «cancelada».
- Herramienta de poder: Políticos en el poder emplean la cancelación para desacreditar y silenciar a opositores.
- Cancelación y noticias falsas: Desinformación exacerba la cancelación basada en datos erróneos o tergiversados.
- Redes sociales como caldo de cultivo: Facilitan la difusión rápida de la cancelación, sin verificación de hechos o análisis crítico.
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