La andanada del caso Pretelt

El escándalo que involucra a la corte constitucional en estos días ha tenido una repercusión gigantesca en la vida política nacional, no sólo por el simple hecho de una tutela de fidupetrol en la que acusan al magistrado Jorge Pretelt de interceder sobornado, sino por la tormenta mediática coyuntural en la cual se debate en un hilo fino la credibilidad de la corte.

Pero este no es el precedente más preocupante para Colombia, porque todo lo que ha venido sucediendo con el magistrado y su familia (a la esposa de Pretelt la fiscalía la acusó de delitos de lesa humanidad y tuvo que salir del país), empieza a restarle credibilidad a las acusaciones que se le hacen al magistrado, sobre todo si analizamos ¿cómo una empresa podía ofrecerle quinientos millones de pesos a un magistrado para luego encontrarse en liquidación?, ¿Sí tenía liquidez para ofrecer ese monto?, Son varias dudas las que generan en este caso particular una sensación de inconsistencia.

El magistrado Pretelt guardó prudencia y se ausentó de los micrófonos, en cambio varios de sus compañeros se dedicaron a crecer el enano con declaraciones, acusaciones y demás. Pretelt contraatacó y se fue en contra del fiscal y el gobierno a quienes acusó de estar detrás de este escándalo, no es descabellado pensar eso,  ya que el fiscal ha demostrado tener un claro sesgo político y este gobierno acostumbra a regirse por trampas, cartas marcadas y ases debajo de la manga, como cuando firmó en piedra que no subiría los impuestos pero al final lo hizo.

El punto central de todo esto es el fiscal, ya que sus declaraciones en medios, shows acusatorios en emisoras etc. y su sed de impunidad para el terrorismo lo han llevado a convertirse en un mercenario desbocado entre los bolsillos del gobierno y enamorado del trabajo social para reclutadores de niños. Su intolerancia al disenso y la posición política de Pretelt sugieren que detrás de una simple tutela hay es un interés oscuro en la posición que ocupa  hoy el magistrado Pretelt a quien puso allí el ex presidente Uribe.

Desde el ministro de justicia Yesid Reyes (no le incumbe) hasta los compañeros de Pretelt en la corte han pedido su renuncia, el magistrado válidamente no se ha ido, porque en éste país se volvió costumbre ser culpable hasta que se demuestre lo contrario y renunciar porque sí o sí, no le han comprobado nada, no debe irse, no hay por qué. Otro item llamativo  es el tufo político que se ha levantado, con las acusaciones tontas de la fiscalía hacia la esposa de Pretelt y su abogado Abelardo de La Espriella a quien ridículamente ¡oh sorpresa! Le reviven un proceso por injuria de hace cinco años justo en el momento en que representa al magistrado. Más piedras en el zapato.

 

La deslegitimación de la justicia en Colombia es un problema latente y muy difícil de superar, pero toda esta andanada política y judicial de la fiscalía y el gobierno contra Pretelt lo único que hace es seguir llevando hacia el borde del abismo la credibilidad de la institucionalidad colombiana.  ¿Por qué?, porque salta a la vista que el gran problema de Pretelt es que no avala la negociación de paz con el grupo terrorista FARC, como él denuncia “más de una vez fue el fiscal a mi casa a convencerme del proceso de paz y no lo logró”, el fiscal (que se la pasa de emisora en emisora) nunca salió a desmentirlo.

Éste es el meollo del asunto, el gobierno y la fiscalía con su afán de firmar lo que sea en La Habana necesitan controlar la corte constitucional, y el magistrado Pretelt es su obstáculo. El gran problema de ellos es que no han tenido una claridad cohesionada en los hechos y se han ido lanza en ristre contra el Cordobés, a quien no defiendo, pero me genera cierta solidaridad ante el atropello moral al que somete este gobierno y sus áulicos quien piensa diferente.

Ya para terminar, Santos con su propuesta de crear un tribunal de aforados para reemplazar a la comisión de acusaciones creyó salvar a Colombia, eso sí, el primer grupo de investigadores serían escogidos por él, así se echa el tribunal al bolsillo y asalta la rama judicial. Es un tramposo tremendo. Porque no se me ocurre que a un hombre tan deslegitimado como él, no se le ocurra elegir para este tribunal a sus propios amigos o a amigos de sus amigos, a quienes presentaría como “idóneos”.

Este tema dará para hablar mucho tiempo, pero lo que esperamos los colombianos es que si ha de ser así, que Pretelt no se vaya hasta que destape totalmente la olla podrida que hay puertas para adentro, para conocer de primera mano la conducta hipócrita de esos que posan de impolutos y hablan de rectitud.

Rafael Aristizábal

Periodista especializado en temas de Justicia. Columnista.

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