Entre posesos

«Esperábamos que los primeros días del Gobierno Duque se vieran menos azarosos, porque sinceramente no le apostamos a su fracaso ni lo queremos, pero los primeros pasos desconciertan.»

Desperdiciaron Iván Duque y el Centro Democrático (CD) la magnífica oportunidad de la posesión presidencial para haber clausurado el ambiente tenso y peligroso de la polarización al que ellos llevan años contribuyendo. Ni la naturaleza les ayudó, porque además del temblor de esa mañana, la pertinaz llovizna que debieron padecer los asistentes a ese acto, que en ocasiones pareció más la clausura de un colegio que la solemne asunción del mando por un nuevo presidente, deslució todo.

Cuando termina la posesión de un nuevo gobernante al menos por unos días se respira aire de esperanza, pero no ahora, porque las palabras de Macías y el tibio discurso del nuevo mandatario dejaron la sensación de que Duque estará prisionero de los odios y rencillas de su jefe y sus copartidarios.

Para empezar, el país tiene que estar muy pendiente de los nombres que están por llegar a la “Casa de Nari” para asumir los temas de seguridad. Todo indica que serán viejos alfiles de los generales Mauricio Santoyo y Flavio Buitrago, ambos de ingrata recordación, bien cercanos al expresidente Uribe. ¿Los conocía Duque o le serán impuestos?

En otras palabras, Duque da la sensación de no controlar todos los hilos del Estado, porque en materia de seguridad y fuerza pública es notorio que el propósito es entregar puestos clave a personas que cuentan con el beneplácito del senador Uribe. Mientras Duque les gasta tiempo a otros ministerios y cargos menores, lo que se ve claro es que el hombre de la seguridad de este Gobierno será su jefe. Por eso no fue gratuita la grotesca petición de Macías para que se remueva cuanto antes la cúpula de la fuerza pública. Los invitados extranjeros debieron de salir aterrados de tan brusca solicitud de la cabeza del Legislativo a la del Ejecutivo, en materia tan sensible.

En esa misma dirección, la ministra del Interior incurrió en la imperdonable ligereza de considerar como directora de la Unidad Nacional de Protección a una señora que se cayó sin posesionarse porque resultó una fanática uribista insultadora, en las redes sociales, de quienes piensan diferente, además relacionada con ciertos halcones del uribismo que creen que la seguridad del Estado pertenece sólo a quienes ganaron las elecciones. Están repitiéndose los ataques mezquinos que durante los gobiernos de Uribe lanzaron él y José Obdulio, censurando a sus críticos por la supuesta contradicción de tener esquemas de seguridad estatales, porque, en su estrecho universo de perseguidores, asumen que mientras ellos estén en el Gobierno la seguridad es para su exclusivo beneficio, y no para atender la obligación constitucional de proteger la vida, honra y bienes de todos los colombianos.

Veremos si nombran en la Dirección Nacional de Inteligencia a un almirante en retiro que desde antes de quitarse el uniforme ya militaba rabiosamente en las toldas del CD y hoy obedece ciegamente a Uribe. Fácil resulta imaginar en qué quedaría la supuesta reconciliación sobre la que teoriza Duque cuando el servicio de inteligencia se ponga en manos de un expresidente que ya demostró que no hizo buen manejo del mismo en el pasado. Por lo pronto, lo que no pudieron concretar fue el nombramiento del general(r) Guatibonza, de quien se esperan explicaciones sobre ese nuevo cartel de “chuzadores” del que hacen parte exoficiales con inquietantes conexiones políticas.

Esperábamos que los primeros días del Gobierno Duque se vieran menos azarosos, porque sinceramente no le apostamos a su fracaso ni lo queremos, pero los primeros pasos desconciertan. Mientras en la campaña dijo estar de acuerdo con la consulta anticorrupción, ya Nancy Patricia Gutiérrez presentó un proyecto de ley para debilitarla; y el canciller, en tono serio, deslizó la molestia del Gobierno por el reconocimiento de Santos al Estado palestino, como si tal decisión no le hubiese sido comunicada previamente a Duque.

Debe ser obra de la inexperiencia, que entre otras cosas le aguó sus ojitos cuando recibió el abrazo del “presidente eterno”. Confiemos en que el nuevo jefe de Estado no sucumba a los gritos de guerra y presiones de su partido y que no acabe con los esfuerzos de paz con el Eln.

Adenda. De nuevo Avianca haciendo de las suyas y nadie puede remediar ni evitar sus abusos con los usuarios.

[email protected]

 

Ramiro Bejarano Guzmán

Abogado, especialista en Derecho Procesal. Profesor universitario de la Universidad Externado y de la Universidad de los Andes. Columnista de opinión y analista político.