El fútbol femenino rompiendo estereotipos

José María Dávila Román

“Cuando empezó el fútbol femenino de manera profesional, las audiencias eran mínimas, sin dar la más mínima oportunidad, a la gente le parecía aburrido ver jugar a unas mujeres, porque se pensaba que no eran tan buenas como los hombres”.


El desempeño de Colombia en el mundial femenino celebrado en Australia y Nueva Zelanda es sobresaliente, igualando la mejor participación del seleccionado masculino en Brasil 2014, llegando ambos combinados a cuartos de final. Más allá del sabor amargo que deja la derrota frente a las mujeres de Inglaterra por perder una ventaja de 1-0 y competir de tú a tú, sintiendo que el pase a semifinales estaba cerca, estas mujeres colombianas nos dejan grandes lecciones de disciplina, de foco para no dejarse nublar por los prejuicios y espíritu de lucha.

El viernes escuchaba en Blu Radio a dos de las madres de las futbolistas colombianas hablando sobre el apoyo incondicional que les dieron a sus hijas para alcanzar sus sueños de ser futbolistas. Explicaban que al inicio -hace 20 años aproximadamente- no era fácil, primero por los comentarios de vecinos y familiares que pegaban el grito en el cielo porque sus hijas estaban practicando un deporte que en teoría era solo para hombres, segundo, porque al ser “solo de hombres” no encontraban espacios ni clubes de fútbol para entrenar, y tercero, por los recursos económicos. La mayoría de las futbolistas que nos representaron en el Mundial de Fútbol Australia – Nueva Zelanda, en sus inicios, no tenían para costearse los pasajes para ir a los entrenamientos y mucho menos “para chuparse un bolis” como mencionó una de las madres, pero buscaban la manera de lograrlo porque su felicidad era jugar fútbol.

Esa convicción dio sus frutos, varias de estas jugadoras tuvieron trabajos paralelos porque con el fútbol no alcanzaban a vivir. Cuando surgía una convocatoria para representar a Colombia en alguna competencia, renunciaban a su trabajo y cuando volvían les tocaba conseguirse otro, hasta que los buenos desempeños les fueron abriendo las puertas del fútbol profesional femenino -sobre todo en Europa- que está más consolidado que el de Colombia y así empezar a vivir su sueño completo de ser futbolistas profesionales.

Del combinado nacional actual, ese camino lo empezó a abrir Catalina Usme, ahora de 33 años. Comenzó a jugar fútbol a los 5 años y después de mucho perseverar hoy juega fútbol profesional en el América de Cali. Linda Caicedo de 18 años ya es una de las figuras del Real Madrid, como Cata Usme del Real Betis también de España.

Cuando empezó el fútbol femenino de manera profesional, las audiencias eran mínimas, sin dar la más mínima oportunidad, a la gente le parecía aburrido ver jugar a unas mujeres, porque se pensaba que no eran tan buenas como los hombres. Los mismos medios de comunicación y federaciones de fútbol no daban mucha difusión y apoyo.

Ahora, con este Mundial, el fútbol femenino se puso de moda. Los ratings de transmisión fueron altos y la gente valoró el talento y la habilidad de las futbolistas colombianas.

A las mujeres les ha tocado a lo largo de la historia remar a contra corriente para abrirse paso y demostrar su talento en diferentes disciplinas: literatura, dirigentes políticas, en el campo profesional y ahora en el fútbol, y, siempre demuestran, que son tan capaces o más, que los mismos hombres.


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José María Dávila Román

Comunicador Social - Periodista de la UPB con Maestría en Gerencia para la Innovación Social y el Desarrollo Local de la Universidad Eafit. Creo que para dejar huella hay que tener pasión por lo que se hace y un propósito claro de por qué y para qué, hacemos lo que hacemos. Mi propósito es hacer historia desde donde esté, para construir un mundo mejor y dejar un legado de esperanza y optimismo para los que vienen detrás. Soy orgullosamente jericoano.

Nota al pie: El columnista tiene o ha tenido vinculación laboral con la minera AngloGold Ashanti. 

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