Dejar de romantizar

Después de las noches en que los ciudadanos se volcaron contra la policía por culpa de su abuso de poder, y, al ver el inepto proceder del gobierno en todo lo que ha hecho hasta hoy, se nos abre una maravillosa posibilidad que, para algunos, será difícil, para otros, es el camino. Se trata sencillamente de dejar de romantizar todo. Dejar de romantizar el hecho de que un CAI es más valioso que una vida, por el efímero argumento de “seguridad” que puede brindar un pedazo de concreto en el cual, se han tejido abusos que no son desconocidos por la ciudadanía, que no es algo extraño para la justicia, que no es indiferente para esa institución. En lo corrido de estos casi veinte años, se ha creado un afán por darle a las fuerzas militares y a la Policía un papel de héroes, de perfectos, de señores y amos del bien social, cuando en realidad, lo que se ha construido es un monstruo que, en nombre de la paz y el orden, andan por sus anchas haciendo fechorías.

Dejar de romantizar un gobierno asesino como el de Álvaro Uribe Vélez y el de Iván Duque por el simple hecho de que ese discurso sobre la seguridad y bienestar con el cual venden su política, ya no funciona. Se ha descubierto-desde hace tiempo- que este nunca buscó proteger, sino desproteger para matar y ganar espacio en todo lo que fuera posible. No romantizar más la expresión: “gente de bien”, que en este país ninguno lo somos. Échele usted cabeza al momento en que ha sacado partido, ganancia de algo en su trabajo, en una tienda, con una persona. Piense en las veces que ha mentido para ampliar el pazo en un servicio público que no pagó por comprar ese algo que lo hace sentirse importante, pero, irresponsable con la sociedad. Piense las veces en que se ha pasado semáforos en rojo, colado en filas, peleado después de salir de misa, deseado el mal al otro; las veces que fue homofóbico, racistas, machista-hombres y mujeres-, indiferente al dolor, xenofóbico, que no voto, que crítico y difamó a otro para que saliera de un proyecto o un trabajo. Solo recuerde una cosa: usted no es ni puede exigir ser gente de bien solo porque no ha roto un bien público, ya que, la gente de bien- si eso existe- construye valores y eso en la mayoría de hogares colombianos no se da muy bien.

Deje de romantizar el dolor ajeno. Esto no se trata de decir: yo apoyo, cuando no cambia de mentalidad y no utiliza lo más importante que tenemos en estos tiempos para alzar la voz: las redes sociales. Deje de romantizar los buenos modales y señalar a los que usted cree diferente, porque el hecho de que usted no participe de ninguna manera en lo que pasa en este país, lo hace cómplice de cada muerte y defalco económico que ha vivido Colombia. No venga con su doble moral de construir familia, cuando usted no sabe mantener la suya. Dejemos de romantizar la educación, de criticar a los profesores e instituciones porque usted mismo les ha enseñado a sus hijos que cuando no puede hacer la tarea, siempre hay una excusa, una amiga, un primo, o usted mismo para hacerle los deberes. Que cuando no está de acuerdo con una nota, envía correos o va al Colegio con palabras ofensivas y agresivas para imponerse ante el que usted cree, es su empleado, pero en realidad es el formado de sus hijos en el campo académico. Deje de creerse que gracias a usted la empresa anda adelante cuando trabaja más de doce horas, cuando es explotado por el simple hecho de que su misión es esa. Usted tiene otra misión que pasar la vida cumpliendo los caprichos de un jefe abusivo.

Deje de romantizar a un país que lo único que ha sufrido es la indiferencia, los eufemismos de un periodismo inteligente para vender ideas. Deje de pensar que antes estábamos mejor, si este país desde que conoció la importancia del poder no ha hecho otra cosa que la guerra, que recular a lo cavernícola, a lo bestia. ¿Qué hacer con esas personas que cree que hacen país cuando realmente sus acciones son nocivas? ¿Cómo le explicamos que la policía no es una entidad de confianza, que tiene intereses en el microtráfico de todo tipo? ¿Cómo le decimos a la gente que la expresión: “por algo lo mataron” es tan inhumana, dolorosa y tan alejada de la realidad? Romantizamos todo, excusamos todo, explicamos todo desde los intereses de los malandros, porque ni siquiera somos capaces de construir argumentos propios. Que fea esa sensación de sentirse bien cuando el muerto no es mío. ¡Que ciego estamos!, ¿qué tan difícil es abrir los ojos? ¿A qué le estamos apostando? ¿Qué defendemos? No ven que la sociedad y el país se cae a pedazos y usted defendiendo valores que nunca existieron. Deje de romantizar esa historia de bienestar que nunca fue real, que es un invento del cual todos somos víctimas. Habrá marchas y gritos a favor de la vida, conciertos, obras de artes y muchas columnas de opinión, investigaciones y todo lo que se imagine para seguir denunciando. Esas personas dejaron de romantizar. Pero, muchos siguen idolatrando una vida y un país que solo existe en la imaginación.

Juan Camilo Parra Martínez

Escritor. Autor de la novela corta: Siempre quedará y del libro de ensayos literarios Domingo, 3 de abril.

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