Es mágico cómo la vida le da información a una persona que la necesita, como migajas de pan para una persona extraviada. Todo empieza a tomar sentido parte por parte y encaja como si fuera un rompecabezas que ibas a olvidar por no haberlo completado antes. Cada detalle es claro, aunque no lo notaste en el pasado: las palabras de cariño perdidas, los gestos de amor opacos, los silencios incómodos, las pantallas en medio de los dos, el recelo del celular que nunca está sin vigilar, la cama tan grande, el sueño inquieto.
¿Cómo darse cuenta de que una relación agoniza cuando aún no encuentras un por qué? Y entonces un nombre aparece. Lo confrontas y aparecen más. Una lista.
El amigo que contiene los secretos, un guardián.
Tu tan sola, sin nadie a quién contar lo que sientes, intuyes o alucinas.
El mundo tan grande, la vida tan desierta.
Los libros que lees te están diciendo algo.
¿Por qué querer terminar Ana Karenina ahora? ¿Qué me dices de La insoportable levedad del ser? ¿Sigue en tu bolso?
La excusa de que él siempre ha sido así: espíritu libre, ahora atado, cautivo.
La sensación de saberlo y querer acabar con todo. El amor que ata… quiero decir, el apego que ancla.
El sexo insignificante.
El otro tan simple.
El otro tan otro.
Y entonces hay un deseo:
Desaparecer como el viento, sin dejar rastro, para una persona que actúa como si no existieras. Lo mínimo sería desaparecer de su vida como si nunca hubieras estado ahí.
Notas:
- SOBRE LA OBRA PRINCIPAL EN EL MONTAJE DE LA IMAGEN DESTACADA: Dalí, S. (1925). Figura en una finestra (Figura en una ventana) [Óleo sobre cartón piedra]. Madrid: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. https://www.museoreinasofia.es/coleccion/obra/figura-finestra-figura-ventana.
- Esta narrativa apareció por primera vez en nuestro medio aliado El Bastión.
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