Asesinatos, desapariciones y violencia, el terror en México que se ha convertido en rutina

«Seguimos hundiéndonos en asesinatos, desapariciones y una violencia extrema, que parece que se ha vuelto una normalidad entre nosotros.”.


Hace unos días descubrí en una plataforma de streaming, un documental que se llama Antes de Que Nos Olviden. Una producción que se estrenó en 2014, dirigida por Matías Gueilburt y que enfrenta la crueldad que hasta ese momento, había dejado la “guerra contra el narcotráfico” en México.

Las narraciones de los protagonistas, sobre todo de los familiares de personas asesinadas o desaparecidas, son terribles. Padres que se quedaron sin hijos; hijos que se quedaron sin padres, familias destruidas y un entornos social totalmente vulnerable ante el crimen organizado, el Ejército y un sistema de justicia inexistente.

En ese entonces, hace 8 años, parecía que estábamos al borde del colapso. Pero estamos en 2022 y seguimos hundiéndonos en asesinatos, desapariciones y una violencia extrema, que parece que se ha vuelto una normalidad entre nosotros.

Hago referencia a ese documental, porque en él entrevistas a políticos e intelectuales, que ahora forman parte del gobierno de Andrés Manuel López Obrador y que criticaron la estrategia de seguridad que se aplicó para enfrentar al crimen organizado.

Entre ellos estaban el historiador y escritor, Paco Ignacio Taibo II, que ahora es director general del Fondo de Cultura Económica. También participó Marcelo Ebrard, actual secretario de Relaciones Exteriores de México.

En el documental exponían, la peligrosidad que representaba tener al Ejército en las calles haciendo labores de seguridad pública. Los abusos a los derechos humanos que cometían los militares y la enorme red de corrupción con que operaban.

También hablaron del drama humano en que se había convertido esa “guerra”. En retrospectiva, tenían razón en sus argumentos. Lo que jamás se imaginaron en esos momentos cuando grabaron el documental, es que ellos iban a ser parte de un gobierno que ha perpetuado esos actos, con una estrategia de seguridad muy polémica.

De acuerdo a cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), de diciembre de 2018 a mayo de 2022; es decir, en lo que va del gobierno de AMLO, se han registrado 118 mil 192 homicidios dolosos y 3 mil 463 feminicidios.

Mensualmente en promedio, durante ese periodo hubo 2 mil 896 personas asesinadas. Estas cifras apuntan a que el sexenio de López Obrador, será uno de los más violentos en la historia reciente de México.

El presidente ha enfrentado las críticas por esto, diciendo que ellos solo heredaron la ola de violencia que se comenzó a producir desde el 2006, además asegura que su gobierno tiene una estrategia en donde se “atienden las causas” con programas sociales.

Lo cierto es que los asesinatos y la violencia no han dejado de crecer en los últimos 16 años. Ya son más de 100 mil personas desaparecidas, con cifras acumuladas desde 1964 al 2022.

Pero de diciembre de 2018 a abril de 2022, han desaparecido y no han sido localizadas 30,623 personas, de acuerdo al Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas de la Secretaría de Gobernación.

Y si antes se criticaba que el Ejército estuviera patrullando las calles y enfrentado a los narcos, ahora López Obrador pretende convertir la Guardia Nacional, en una dependencia más de las Fuerzas Armadas, cuando la ley estipula que este organismo debe ser una institución de seguridad pública de carácter civil.

El discurso del presidente es contradictorio. Habla que atienden las “causas sociales” de la violencia, pero hasta el momento no ha dado resultados positivos. La cifra de homicidios y desapariciones, pone en tela de juicio el mantra de “abrazos y no balazos”, esa frase que usa AMLO para justificar algunas acciones en donde los soldados o las fuerzas federales de seguridad, no responden a las agresiones en su contra.

El país se sigue pintando de sangre. En las últimas semanas hubo  incendios de autos, camiones y negocios por parte del narco, en Irapuato y Celaya, en el estado de Guanajuato.

En Ciudad Juárez, Chihuahua, pasó lo mismo pero los criminales dispararon contra personas inocentes, sin ningún motivo aparente.

Cada día, en muchas regiones del país los cárteles desafían a las fuerzas federales y de manera paralela, consolidan su estructura criminal en las zonas donde tienen presencia, amedrentando a la población con extorsiones, secuestros, cobro por derecho de piso y desapareciendo gente.

López Obrador sigue prometiendo que habrá “bienestar” para la sociedad, pero no puede haber bienestar social si las personas viven todos los días, atemorizadas de que en cualquier momento, puede morir o desaparecer un miembro de su familia.

O pueden perder su pequeño negocio, porque no pueden pagar las cuotas que les exigen los criminales. Por más que el presidente diga que las cosas van bien en temas de seguridad, la realidad es muy diferente y cada vez se acumula más dolor en la sociedad.

Lo preocupante y decepcionante, es que parece que nadie en el gobierno, incluyendo al propio AMLO, quiere aceptar esta terrible realidad en la que vivimos. Actúan como si la violencia fuera algo muy normal y nada hace cambiar la estrategia de seguridad oficial.

Después de ver el documental Antes de Que Nos Olviden, parece que nada ha cambiado pero todo indica que las cosas han empeorado de manera desproporcionada. ¿Será que no hay forma de detener esto? ¿O en realidad, será que no hay ninguna estrategia alterna que pueda aplicar el gobierno para frenar este tsunami de violencia?

 

Daniel Higa Alquicira

Nací en México y estudié periodismo en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); me encanta el fútbol, la música, el cine, la literatura y los viajes. Además de un buen café, la cerveza, tequila y mezcal (puro sabor mexicano). También me encanta platicar con las personas y descubrir lo que piensan y lo que sienten. Soy un enamorado (y lo digo con todo el romanticismo posible) del poder que tienen los individuos para cambiar su entorno a través de acciones simples y que la mayoría de las veces, pasan desapercibidas. La tarea que me he propuesto es encontrarlas y hacerlas visibles.

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