Antioquia Federal

A propósito de la consulta sobre la independencia de Cataluña de España realizada el pasado fin de semana, recordé aquellos días gloriosos del movimiento que promovía una “Antioquia Federal”. Sin desconocer que ambas realidades son disímiles, sobre todo en lo relacionado entre federalismo vs independencia.

La de Cataluña no es el único movimiento de independencia del cual tengamos referencias en los últimos días. Estás frescos la consulta sobre la independencia de Escocia del Reino Unido y el conflicto que se ha desatado en Ucrania que ha resultado en el fortalecimiento de poderes regionales o locales. Frescos también están sus consecuencias, aún cuando no hayan prosperado.

Aún cuando se producen en contextos diferentes, vale la comparación en razón a que, desde mi punto de vista, pueden identificarse con una causa común: la incapacidad del poder centralizado de responder a las exigencias, expectativas y necesidades de aquellos territorios; combinado con una falta de identificación simbólica con el resto del territorio nacional, situación ésta profundizada por lo primero. Y si creen que soy exagerado, basta escuchar un grupo de antioqueños cantando el himno antioqueño y a renglón seguido el colombiano para darse cuenta.

Ya lo dijo Lord Acton en 1887: “El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Y es precisamente el concepto de poder –y para qué se utiliza- lo que está por medio de la discusión en las exigencias de independencia o de un modelo de Estado central o federal. Teniendo en cuenta aquella frase célebre de Lord Acton, nuestra experiencia nos muestra que no es suficiente controlar el ejercicio del poder; también tiene que dividirse para evitar que se utilice para fines que no se deben.

Por lo tanto, un modelo mucho más desconcentrado permitiría que los ciudadanos no sólo se sientan más cercanos a quienes ejercen el poder de tomar decisiones que impactan sus vidas, sino que realmente lo estén. Una cosa es tener que recurrir a la centralidad en una capital de una república para consumar la relación dirigente – ciudadano. El camino resulta largo y tedioso lo que, además, incentiva la poca participación en tan vital tarea. Otra muy distinta es pensarse que ese poder de tomar decisiones está en un orden territorial más pequeño –lo que hoy conocemos como departamentos por ejemplo-, mucho más cercano  a la vida cotidiana de las personas, con mayores facilidades de acceso.

Además, ni qué decir de la posibilidad real de la autodeterminación de sociedades en un nivel más pequeño al definir sus prioridades y su futuro. Posibilidad que hoy día, aunque existe, es muy limitada y prima sin lugar a dudas la realidad impuesta por lecturas extrañas de manera caprichosa, descontextualizada y hasta absurda.

Como en las otras latitudes del planeta, algún día Antioquia reanudará su proceso de exigencia de mayores libertades e independencia de una centralidad que ha sido ineficiente, irresponsable e irrespetuosa. Ese día -espero estar acertando- va a ocurrir más pronto que tarde.

 

@juanp_rendon

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