A Petro, a Leyva y al lector

Cuatrocientos treinta y seis días. Pasan las horas y los minutos. Corre el tiempo desbocado, indiferente ante las insanias de la vesánica y las necias palabras de quien la preside: a Colombia; este pedazo de tierra de geografía accidentada y esta raza mansa que la habita. Pasan los días y se degrada la patria. La patria y nuestras vidas. Se degrada nuestra realidad vertiginosamente y se apaga nuestro destino ante las mentiras y la demagogia de estos bribones que nos gobiernan y quienes quieren hacerlo; la demagogia de los ambiciosos; crimen horroroso, perverso, que se reproduce con estúpida facilidad y representa sublime la perversa naturaleza de esta especie.

Gustavo Petro Urrego, máximo exponente; Álvaro Leyva, defensor del diablo.

Petro: demagogo reyezuelo, que ante la estupidez del rebaño nunca serás expresidente cuando no sea para elegir a un muñeco tuyo y manipularlo como ventrílocuo, aprovechándote de este sectarismo pernicioso que has azuzado junto a tus diferentes, que son iguales a ti; mentiroso, que repudias la violencia cuando te conviene y la reproduces ante las cámaras y en el teclado de tus aparatos ignominiosos. ¿Serás tan autoritario como pareces?

Leyva: eterno burócrata. Caíste tan bajo como pudiste. Te acostumbraste a vivir del erario y terminaste convertido en adulador de plagas.

Salen los sabuesos. Como esos perros del capitolio que pintaban nuestra realidad hace ya algunos años, mostrando rabiosos los dientes ante los ataques a su mesías Alvarito, se perturba hoy éste y ladra alucinado a los arribistas que osan condenar al suyo.

Al lector, que me expresa siempre su cariño y su desprecio: nos jodieron. Habla con descarada libertad, sin tapujos ni tontos eufemismos, este narcisito, intelectualito, nuestro dictadorcito, y nos amenaza como cual Pablo Escobar. A ellos y a nosotros, los vasallos. Porque la advertencia no tiene destinatario. La amenaza es a todos; a los de allá y a los de acá.

Que al presidente de Colombia se le respeta. ¡A él! Ojo pues. Y que convoca a toda américa latina a unírsele ante los atropellos de Israel. Que porque no necesita el señor a esos judíos alzados; esos mismos que proveen a nuestra milicia de armas y equipamiento militar. Armas que, entre otras cosas, ostentan a su vez los mismos guerrilleros que combaten, que se pasean por las selvas matando zancudos y uno que otro campesino, con sus fusiles de última generación. ¿O será que esos solo los llevan a las ceremonias?

“Si hay que suspender relaciones exteriores con Israel las suspendemos”. Y listo. Como cual Duque.

Verraquito. Ése no se deja…

Se repite la historia; la de Uribe, el caudillo; cambia la cara:

Allá trepado el tirano, con su favorabilidad intacta, mantenido por su secta, señala, manipula y condena enloquecido. Se nos está creciendo el enano. Este señor se nos está convirtiendo en su propia caricatura; la inconcebible, la impensable. ¡Pendejos! Para esta patria loca ni lo inconcebible ni lo impensable es imposible. Ésta se supera.

Nos dedicamos a descabezarnos a punta de machete y a volarnos los sesos a bala, pero ante la amenaza de quien debemos ver hacia abajo y no hacia arriba, callamos estupefactos. Porque es que la formulación de Petro es deliberada, calculada. Éste será todo menos pendejo.

Este país no es finca suya, presidente Petro. Y lo que se diga a usted no importa un carajo, señor.

Condenado sea el terrorismo de Hamás y el terrorismo perpetrado por Israel a sus hermanos. Maldita sea la guerra y quienes se aprovechan de ella y de sus efectos para elegirse y reelegirse.

 

Santiago Montoya Gómez

Actualmente curso Negocios en la Universidad Central de Florida y estudio para ser piloto. Vivo hace unos años en el exterior, desde que me gradué del colegio. Soy quindiano, de Armenia. Me fui del país en la búsqueda del conocimiento de pensares nuevos y diferentes, y con el motivo de asumir una posición alejada, una perspectiva exterior que me permitiera visualizar la vida del país desde otro escenario. He aprendido mucho de la vida y he crecido significativamente durante estos últimos años. Quiero aportar a Colombia. Todos los días trabajo en eso.

Comentar

Clic aquí para comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.