Otra vez…    ¡Ojo con el 2026!

Un helicóptero de la Policía es derribado en Amalfi, Antioquia, y al rato, un camión bomba explota cerca de la Escuela de Aviación Marco Fidel Suárez en Cali. 18 compatriotas pierden la vida, entre ellos 12 héroes de la patria, que pronto serán olvido en un país con Alzheimer selectivo.

Las víctimas de Cali lo fueron de una guerra ajena, y los héroes de Amalfi de una contra el narcotráfico que perdió el norte cuando Santos, con argumentos espurios, cedió a la presión de Chávez y Correa en sus fronteras y de las Farc en la mesa de negociación, para suspender la fumigación aérea y reabrir la puerta al narcotráfico y la violencia que hoy nos acorralan. Tremenda responsabilidad histórica.

Frente a esta ola de violencia, que no será la última, hay consejo de seguridad, declaraciones oficiales, recompensas, explicaciones estrambóticas de Petro acusando a la Junta del Narcotráfico en Dubái que intenta asesinarlo, y hasta conmoción interior; pero, una vez más, en este país amnésico todo sucede… y nada pasa.

No hay duda de que hay un contubernio narcotraficante, pero acá mismo y en la vecindad, surtido por grupos armados ilegales colombianos que hoy, sin excepción, son mafias narcoterroristas, aunque sorprende que Petro haya solicitado al mundo declarar como tales al Clan del Golfo y las disidencias de las Farc, excepcionando al ELN, grupo ilegal con probados vínculos con el dictador en Venezuela, donde funge como grupo paramilitar a su servicio, mientras acá es mafia narcotraficante, ejército de ocupación y financiador del terrorismo, como se comprobó en el tal estallido social en Cali.

Tampoco dudo que “estamos ante una ofensiva por la toma del Estado en buena parte de Latinoamérica por la mafia”, como trinó Petro a raíz del atentado contra Miguel Uribe, pero no se trata de una amenaza también lejana, pues Petro, aunque lo niegue, hace parte de esa ofensiva que ha puesto presidentes progresistas en toda la región con recursos del narcotráfico, siguiendo el modelo de Chávez en Venezuela y del Foro de Sao Paulo, que ante el fracaso de la toma del poder por las armas, opta por el asalto a la democracia desde adentro. En esas estamos en Colombia.

Es claro que ese contubernio narcotraficante está detrás de los ataques terroristas, para allanarle el camino a la continuidad del progresismo comunista en la próxima contienda electoral. Es claro que Estados Unidos tiene información sobre el Cartel de los Soles y su cabecilla, Nicolás Maduro, que soporta 50 millones de dólares de recompensa por el dictador y 25 por Diosdado.

Es claro que Trump no manda por capricho una armada con capacidad letal insospechada, como es claro que la zona binacional es un piloto del sueño de Petro y Maduro de una Gran Colombia progresista y aliada de potencias terroristas.

Es claro que el narcoterrorismo seguirá atacando. Y si es tan claro…, ¿qué estamos haciendo? ¡Ojo con el 2026!

 

José Felix Lafaurie

Presidente Ejecutivo FEDEGÁN y Director del periódico virtual http://www.contextoganadero.com/

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