Logoi – “CRASSUS ERRARE” – “CRASO ERROR”.

Esta columna es un espacio dedicado a la búsqueda del sentido de las palabras. Un ejercicio arqueológico, etimológico y, si se puede decir, biográfico. Cada entrega nos permitirá conocer la historia, el significado, el uso y el sentido de una palabra.
Mauricio Montoya y Fernando Montoya

 

El hombre que ha cometido un error y no lo corrige,

comete otro error mayor.

Confucio.

En el mundo antiguo eran comunes las confrontaciones bélicas entre pueblos, dinastías e imperios. Los deseos de expansión territorial, el control de rutas estratégicas y la consecución de súbditos e impuestos, constituían los principales intereses.

Babilonia y Asiria fueron los primeros que conquistaron gran parte del mundo conocido hasta ese momento. Posteriormente vendrían los persas quienes, bajo la dinastía Aqueménida, extendieron sus dominios desde Capadocia hasta el valle del Indo. Luego aparecerían los macedonios, encabezados por Alejandro Magno, y cómo olvidar a los cartagineses y por supuesto a los romanos.

Estos últimos (romanos) consolidaron un imperio, no sin antes atravesar por una serie de pruebas que marcarían su historia, entre ellas derrotas militares que muchas veces trataron de ocultarse. Uno de esos traspiés se presentó en Carras (actualmente Harrán – Turquía) en el año 53 a.C, cuando un contingente de legiones romanas fue derrotado por el Ejército de los partos, un pueblo iranio que dominaría el imperio persa entre los años 247 a.C y 227 d.C.

Los arsácidas, dinastía parta, infligieron una monumental derrota a Roma. Tal infortunio le costó la vida a Marco Licinio Craso, uno de los triunviros de la República, y a su hijo Publio Licinio Craso. Esta batalla pasaría a la historia, no solo por haber sido el lugar en el que los romanos conocerían la seda, la cual adornaba los estandartes de los partos, sino por los errores estratégicos, militarmente hablando, cometidos por Marco Licinio Craso al momento de organizar la caballería frente a los arqueros enemigos. Desde ese momento, cometer una grave equivocación, en cualquier escenario, es catalogado como un craso error.

Tal expresión, en latín “crassus errare”, se popularizaría con el tiempo, siendo utilizada como advertencia, reproche o de manera ejemplarizante para otros. Aunque para los dos ejemplos que citaremos a continuación, la expresión todavía no era conocida, sí que puede pensarse como válida. Craso error el de Ciro II al intentar someter a los maságetas, liderados por la reina Tomiris, los cuales terminaron por derrotarlo y causarle la muerte a orillas del río Jaxartes (hoy río Syr Darya en Asia central). Y craso error el de Alejandro Magno, cuya terquedad y arrogancia arrojaron a sus hombres a una guerra en un territorio desconocido (India) y contra un Ejército que le superaba. La mayor consecuencia de esto no sería la derrota, sino la posterior muerte del joven emperador.

En este sentido, los errores crasos de los hombres pueden contarse por montones. Craso error el de los romanos que al tratar de conquistar Alejandría, incendiaron su biblioteca; craso error el de los fundamentalistas cristianos que destruyeron parte de la cultura clásica; craso error el de Diego de Landa al quemar los códices mesoamericanos (auto de fe de Mani de 1562); craso error el de Napoleón (repetido siglos después por Hitler) al querer invadir Rusia en época de invierno; y craso error, a lo mejor ingenuidad, el de Robert Oppenheimer al entregarle a Truman la receta para que desarrollara la bomba atómica.

Por último, las expresiones latinas parecen estar de moda en estos tiempos. Donald Trump, el presidente de los Estados Unidos, ha cruzado varias veces el Rubicón (enunciado que rememora el paso de César por el río Rubicón, para llegar a Roma y ser nombrado dictador), primero cuando incitó a sus seguidores a tomarse el Capitolio en 2021, y ahora cuando decide bombardear a Irán y “comprar” una guerra que le puede resultar a los americanos tan costosa como la de Vietnam o la de Irak. En palabras de Julio César: “alea iacta est” (la suerte está echada). Solo queda esperar y comprobar si el craso error lo cometió Trump o quienes lo eligieron.

 

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Esta columna es un espacio dedicado a la búsqueda del sentido de las palabras. Un ejercicio arqueológico, etimológico y, si se puede decir, biográfico. Cada entrega nos permitirá conocer la historia, el significado, el uso y el sentido de una palabra. Por: Mauricio Montoya y Fernando Montoya

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