Los Enésimos

Debemos pensar en el futuro que construimos. Admiramos cómo otros territorios, tanto en Colombia como a nivel internacional, han alcanzado estándares altos de desarrollo y se nos olvida que nosotros materializamos en nuestro territorio lo que queremos ver en el futuro próximo…


 

– ¡Mira que ahí vienen!

El pequeño grupo miró a las personas venir. Aunque era de mala educación, yo también, a medio giro, tratando de disimular la indiscreción, logré enfocar ese objeto de atención que tanto cautivaba a los presentes. No tan elegantes, algo casuales. Parecían más mimetizarse con la gente, como queriendo decir: “somos de pueblo”.

-Ahí vienen los enésimos… – continuó diciendo.

Era medio día. La ola de calor era intensa. El viento parecía no soplar. Hacía ya dos horas que el pueblo estaba sin energía eléctrica. De forma inexplicable, el barullo hacía más caliente el momento. Yo traté solapadamente de preguntar por qué ese nombre. Y justo, justo en ese preciso instante cuando me respondieron, reflexioné al respecto, escribiendo esta columna.

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Se acerca una nueva jornada nacional de elecciones de los gobiernos subnacionales, entiéndase aquellos del orden departamental, distrital y municipal. Equipos de trabajo de cada candidatura se apresuran a estructurar estrategias innovadoras, acompañadas de elementos de la ‘vieja escuela’, todo con el firme propósito de no quedar relegados en el conteo temporal regresivo y ganar.

Dentro de las estrategias innovadoras están las técnicas disruptivas de diseñar programas de gobierno pertinentes, coherentes y visionarios de los territorios, si bien ya todo está definido en la materia, hay diferencias imperceptibles. La ciudadanía es convocada y escuchada en el proceso. Se reviven esperanzas.

Pasado el día de los comicios, y luego de la posesión del ejecutivo, todos los actores sociales y partes interesadas esperan verse reflejados, en sus necesidades y expectativas, en el nuevo Plan de Desarrollo Territorial. He aquí donde mandatarios solicitan a sus equipos estructurar este instrumento de planificación de forma – ¡por qué no decirlo! – novedosa e innovadora. La ciudadanía nuevamente revive sus esperanzas.

Surtidas todas las fases de planificación, la sociedad espera ver el fruto de sus elecciones. El Plan de Desarrollo aprobado si bien, no recogió todas las necesidades poblacionales, priorizó técnicamente las más apremiantes y todos los actores sociales aceptan esos mínimos de proyección de desarrollo. Se inicia su ejecución. Es aquí donde se gesta un divorcio, pequeño o grande, que dependerá del mandatario.

Los procesos de planeación, desde la óptica del autor, son sagrados y respetan los intereses generales de todos los grupos poblacionales en el territorio. Difícilmente cualquier escenario de planeación participativa llenará todas las expectativas y cubrirá todas las necesidades de mayorías y minorías, básicamente porque los recursos públicos son bastante limitados en relación con el número de habitantes. Aunque parezcan una gran fortuna, dividiendo dichos recursos por habitante, descontando impuestos por ejecución, resultan en una cifra moderada que obliga a ser quirúrgicos en el establecimiento de metas financieras, de productos y de resultados.

La planificación territorial no debe tomarse sólo como una estrategia de deslegitimización de los demás actores políticos una vez el aspirante toma el poder. Aunque lo anterior se aprecia mejor en algunos municipios de primera, segunda y tercera categoría, no deja de ser un patrón recurrente de una parte de los mandatarios. Tanto como un instrumento de planificación territorial sofisticado, los stakeholders esperan altos porcentajes de ejecución física y financiera que se reflejen en niveles de calidad de vida adecuados y cierre de brechas sociales, económicas y tecnológicas. Traducido esto: la ciudadanía espera el pago de la deuda social dejada por los mandatarios anteriores durante muchos períodos constitucionales.

Menos debe tomarse la planificación territorial como un ejercicio netamente intelectual con el propósito de tranquilizar a ciertos actores sociales con pensamiento estructurado, como un primer anillo de crítica ante medios de comunicación, para luego en el ejercicio de lo público, en la ejecución de lo planeado, manifestar dificultades y utilizar frases cliché y eufemismos técnicos para sustentar el no cumplimiento del Plan de Desarrollo e, incluso, luego de un cambio de jefe o asesor de planeación, solo por citar un ejemplo, expresar públicamente el mandatario que hubo mala planeación de metas conforme la situación macroeconómica del país y el comportamiento económico del mismo territorio que no fueron previstas, pero nunca aceptan los constantes traslados presupuestales que desfinancian dichas metas… Nuevamente la ciudadanía se decepciona, la deuda social crece… el caos social, institucional, económico en el territorio aumenta.

Debemos pensar en el futuro que construimos. Admiramos cómo otros territorios, tanto en Colombia como a nivel internacional, han alcanzado estándares altos de desarrollo y se nos olvida que nosotros materializamos en nuestro territorio lo que queremos ver en el futuro próximo. Incluso a veces solo pensamos en nuestros hijos, y también olvidamos que tenemos familia más allá de nuestro núcleo: padre, madre, tíos, primos, sobrinos… Tal vez en el ejercicio político pensamos en trabajar para lograr estándares altos de autobienestar, desconociendo, muchas veces adrede, que nuestro actuar tiene efectos familiares y comunitarios. Y a veces nuestra familia y comunidad quedan relegados y sin oportunidades en el territorio por nuestro actuar. ¡Se puede cambiar! ¡Es hora de cambiar!

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¿Qué fue lo que me hizo reflexionar tanto? Una simple pregunta al que lanzó aquella expresión:

-¿Por qué los llaman así? – le pregunté en aquel momento.

Con un rostro pasivo, una sonrisa escondida en su mirada, como denotando que parecía más un extraterrestre que no conoce su propio planeta, como un extranjero en su propio terruño, me dijo con voz suave:

-Cada cuatro años nos repiten lo mismo: que vienen a cambiar este pueblo. Ya es la enésima vez que pasa. Por eso les decimos “los enésimos”.


Todas las columnas del autor en este enlace: https://alponiente.com/author/erlincarpiovega/

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Erlin David Carpio Vega

Ingeniero Ambiental y Sanitario, Especialista Tecnológico en Procesos Pedagógicos de la Formación Profesional y Magíster en Ciencias Ambientales. Más de 15 años de trayectoria en el sector público y privado. Docente, Instructor e Investigador. Autor de varios artículos científicos, capítulos de libro y libros de investigación. En la actualidad es Instructor del Área de Gestión Ambiental Sectorial y Urbana del SENA. También es columnista en El Pilón.

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