Vituperio de la ridiculez

No puedo recordar el nombre de una comarca del mundo donde exista una cosa tan extraña y tan terriblemente exótica como un ombligo democrático (la democracia no puede ser de arriba o de abajo, de derecha o de izquierda, mucho menos diagonal, y mucho menos aún se encuentra en un centro. En estas polaridades la dignidad de la vida es negociada, partida, fracturada).

 

Hay en ese hueco o en ese ombligo, personajes más raros y contradictorios que los existentes en un mundo ficcional donde se violen las leyes de la razón y de la física; describo algunos: un muchacho interpreta canciones de Silvio Rodríguez cerrando los ojos con sentimiento y canta como si fuera un santo, pero participa de las ideas de ese ombligo democrático donde la reivindicación de los pobres es considerada un mito de fundación comunista; para principios por demás muy elementales para el pensamiento, los matemáticos dicen “…eso lo entiende hasta un pájaro”, pero hay en ese ombligo democrático una paloma neurótica para la que no aplica la frase; también un individuo al que le falta la cabalidad, porque si lo cabal tiene estrecha relación con lo exacto, lo verdadero y lo justo, lo exacto, lo verdadero y lo justo se le escapa todo el tiempo; hay católicos ahí que han leído y oído muchas veces el Sermón de la montaña de Jesús de Nazaret, pero celebran con copas, con pólvora y algarabía cuando se proponen el bombardeo, la carne humana explotada y la metralleta como soluciones a la violencia; también se ve en ese ombligo un terrateniente, un Führer que administra la vida como un dios vengativo; han pasado cosas en ese ombligo que habrían hecho correr a muchos como quien corre después de haber visto al diablo, pero como lo más difícil de la existencia humana es el pensamiento y el pensamiento se los han secuestrado, esos muchos no han podido ver esa comarca tabernera, de matones y tecnócratas, chambona y jodida en la que el capataz convirtió su comarca. Es tan ridículo este ombligo, pero también tan eficiente, que ha logrado hacer populismo de derecha y llaman comunista a todo el que sueñe con la restauración de la vida del más pobre de los pobres.

 

Avanzado el tiempo, temprano o tarde, el capataz terminará en un hexaedro de cemento y acero, avanzado el tiempo no podrá seguir indemne de la muerte, como todos nosotros. Sin embargo, dijo Alfred Tennyson en su Ulysses: la muerte lo acaba todo, lo sabemos, pero algo antes del fin, alguna labor excelente y notable, todavía puede realizarse. Esta labor debería ser, para nosotros los de esa comarca, la muerte del odio, la construcción intersubjetiva de una aetas nova, sin soberbia, sin polaridades, sin el embargo de la esperanza.

 

 

Luis Reyes Garcia

Profesor colombiano en varias universidades del país. Ha publicado libros de investigación y de ensayo filosófico, así como obras de poesía. En ninguno ha usado un seudónimo, pero dada la sorna de este escrito, y en contra de semejante cosa a la que se dirige el vituperio, de ahí el seudónimo