Una revocatoria que nació muerta

El pasado 15 de enero la Registraduría Nacional dio vía libre para que comience el proceso de recolección de firmas por parte del colectivo que busca revocar el mandato del alcalde de Medellín, Daniel Quintero. Son cuatro los movimientos que conforman el que han denominado “Pacto por Medellín te salvará; porque te amamos te vamos a recuperar”. La convocatoria ha calado muy bien en cierto sector de la sociedad, logrando agrupar, entre otros, políticos de extrema derecha, fanáticos religiosos, reconocidos homófobos, enérgicos defensores de la tradición y de las “buenas costumbres” y una decena más de personaje con ideas trasnochadas.

Aunque este proceso ha logrado tener un cubrimiento mediático significativo, no es el único que se está llevando a cabo en nuestro país, en lo que va corrido de este año la Registraduría ha recibido otras 28 solicitudes similares. Si bien la Ley Estatutaria 1757 del 2015 establece que la revocatoria del mandato es un derecho político de todos los ciudadanos, parece se ha desvirtuado totalmente y se ha convertido en la herramienta que utilizan quienes fueron derrotados en las elecciones para buscar una segunda vuelta tardía, aprovechándose de las circunstancias para pescar en río revuelto.

Dejo claro que Daniel Quintero no es santo de mi devoción, creo que su autosuficiencia lo ha llevado a encerrarse en una burbuja que le impide aceptar las críticas, retractarse de los errores que comete su administración y lo lleva, además, a cazar peleas innecesarias con sectores que no son de su complacencia, distrayéndolo de las problemáticas que apremian a Medellín. No obstante, la solución no está en revocarlo, esta decisión solo contribuiría al caos, pues dejaría acéfala a nuestra ya inestable institucionalidad y le sumaría a nuestro calendario unas elecciones atípicas donde seguramente pulularían las propuestas mesiánicas de unos y otros, que al fin y al cabo no pueden ni tienen intención de cumplir.

Los argumentos con que los integrantes del “Pacto por Medellín” se justifican giran en torno al incumplimiento del programa de gobierno de Quintero y su gestión frente a la pandemia del Covid-19. Podríamos decir que lo primero es consecuencia de lo segundo, ninguno de nosotros estaba preparado para asumir todas las consecuencias que han traído esta pandemia, mucho menos los alcaldes que acababan de asumir sus cargos. Como era de esperarse, se tuvieron que hacer ajustes, cambiar prioridades, gestionar recursos para ayudar a los más vulnerables y poner en marcha planes de contingencia para intentar minimizar los daños.

Por otra parte, ni siquiera líderes mejor asesorados han tenido éxito en la contención del virus, gran parte de los países europeos se encuentran en medio de cuarentenas estrictas y con números de contagios al alza, pero, como algunos continúan sintiendo que esta ciudad es el ombligo del mundo y que lo que pasa aquí no pasa en ninguna otra parte, le pide a los funcionarios públicos lo imposible, o ¿será qué alguno de los que promueven la revocatoria tienen la fórmula para hacer desaparecer este virus? Si es así, es hora de que la compartan y nos libren de este embrollo.

El panorama político de este año para Medellín no parece ser fácil, de una parte, estarán aquellos oportunistas que se aprovecharán de los errores de la administración municipal y del malestar generado por las medidas restrictivas para promover sus campañas mezquinas y por otra estará un alcalde sordo ante los justos reclamos de la ciudadanía, pues se encuentra absorto y ensimismado ante el espejo. Lastimosamente, gran parte de la discusión se centrará en la revocatoria y nos distraerá, de nuevo, de temas fundamentales para el desarrollo y la superación de las enormes desigualdades que se viven en la ciudad.

Este proceso revocatorio nació muerto, a estas alturas sería más probable que el Vaticano acepte la canonización de Judas. Pero no es propiamente porque este gobierno sea la panacea, sino porque se han abanderado de esta iniciativa unos nostálgicos de la Antioquia Federal con ideas pseudofascistas, que pretenden devolvernos al siglo pasado. Si, todos ellos deben asimilar de una vez por todas que Medellín no les pertenece y que los avances logrados en materia de libertad, igualdad e inclusión son imparables.

Daniel Bedoya Salazar

Estudiante de Filosofía UdeA
Ciudadano, creyendo en la utopía.

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