Daniel y su caballo de Troya

Esta historia de la mitología griega describe muy bien lo que le pasó a Daniel en Medellín. Metió sus enemigos políticos a su gobierno. Celebrando la victoria decidió confiar en algunos representantes de un tipo de poder antioqueño y resultó que lo que querían no era gobernar con él sino fracturarlo por dentro.

Esto no es una defensa de Daniel pero no se puede  estar en contra de lo que se cree. Algunos  mucho más inteligentes o con mucha más preparación deciden apostar por la revocatoria de Quintero así no lo digan y admito que la participación no debe ser tachada como antidemocrática, quizás sí sus intereses.

El personaje más nefasto de la política colombiana  viene agitando las gentes de barrios populares, quienes fueron los que le dieron la victoria a Daniel (cabe recordarlo) para que se le volteen, ya que en sectores mucho más acomodados ya tienen el apoyo ganado.

Sé que no solo los sectores populares han sufrido la pandemia, también mucho uribista se ha dado cuenta de la incapacidad de sus representantes y aunque la clase media ha perdido mucho los más vulnerables no han tenido que perder. Incluso soy consciente de que la política de migajas, la del asistencialismo, vino a los barrios populares de la mano de los sectores uribistas y de algunos que sin ser uribistas también viven muy bien económicamente por sus capacidades y disciplinas desarrolladas.

Sin duda alguna, no puede existir algo más bajo que aprovecharse de la necesidad de la gente para fines políticos, pero bueno ya el CENTRO DEMOCRÁTICO nos tiene acostumbrados a sus delirios y celos enfermizos por el poder. Es como el hombre que dice amar a su pareja pero la golpea. Así se encuentra la dupla Duque-Uribe intentado de cara a 2022 inflar un poco sus desinflados buches de votos.

Los sectores involucrados expresan varias cosas: son elitistas a más no poder; son los típicos clasistas que se creen mejor que aquel que tiene menos o ha tenido menos (Daniel); son sectores que se han distinguido por su “hombría” (violentos); y sobre todo saben qué es disfrutar de la dulce miel que proveen los recursos del Estado para hacerse más ricos y despreciables con el que menos tiene. También como pasa en todas partes están los que creen en los mesías o salvadores (con mente de rebaño) que son engañados; el problema es que muchos(as) de este último carácter hacen parte de sectores populares.

La satanización siempre ha de ser negativa pues desde Uribe 1, Colombia se divide entre buenos y malos y sus derivados, entre negros y blancos, entre homosexuales y heterosexuales. Sin embargo hay que decir que tachar a los grupos interesados en esta revocatoria de “fuerzas oscuras” les queda corto. Gente que no le importa el poder constituyente, ni sus votos ni sus vidas, pues fueron vencidos por ellas (os) mismos(as) en las urnas hace un año y que les quieran negar su derecho a elegir dice mucho de sus intereses y de sus maneras en el poder.

Se les olvida a los que consideran válida la revocatoria “en sí misma” por propiciar  “discusión pública” que los que promueven la revocatoria son del sector que no le dio la victoria por lo que de facto, si resulta una auténtica pataleta de malos perdedores o más que eso de los que creen que no pueden perder, ejemplo de eso son las firmas involucradas en el detrimento de Hidroituango.

Para finalizar tendremos que decir que las mayorías no siempre tienen la razón y muestra de ellos es el gobierno que muchos sufrimos directa e indirectamente (aún los uribistas); pero que todos los intereses minoritarios no resultan legítimos por pertenecer al lado contrario del que gobierna, ni que los intereses del que gobierna deben pertenecer solo a la minoría o mayoría pues ya fue electo y su condición ideológica si bien no desaparece no es lo que debe primar para tomar decisiones, ya que como pasa en Colombia en el plano nacional los perdedores no pueden seguir siendo los mismos.

Además dejen de joder que el principio fundamental de las democracias liberales es la alternancia en el poder político que se supone debe equilibrar los desafueros del poder económico aunque eso no pase, acepten pues que el único poder que existe no es el de ustedes y que la gente así no tenga en qué caerse muerta puede ganar, además ya era hora que la minoría que nos gobernaba perdiera.

En definitiva, es necesario preguntar si la actitud antidemocrática viene de Daniel o de sus contradictores, pues les había permitido seguir acompañando el gobierno de Medellín pero sin su imposición.

Julián Stiven Velásquez Martínez

Estudiante de Ciencia Política con énfasis en los estudios culturales.

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