Un túnel, ¿verde o de cemento?

Ayer, como todos los domingos, salí a caminar en la mañana por la Avenida El Poblado junto con mi familia, a la altura del Mall comercial Villa Grande el sol nos golpeó con fuerza y el calor se hizo casi insoportable, era evidente el cambio en el paisaje.

Efectivamente, el sábado 26 de diciembre, no bien terminó el toque de queda navideño y aprovechando que en días previos el Tribunal Administrativo de Antioquia revocó en segunda instancia la medida cautelar que les impedía continuar con la tala, llegaron al sector trabajadores de la Alcaldía de Envigado y agentes de tránsito de este municipio, escoltados por el ESMAD, llegaron a cerrar la vía y, motosierra en mano, talaron cerca de 20 árboles para continuar con las obras del Metroplús, que, siendo francos y luego de casi diez años en planeación y ejecución, han sido un fracaso y con esto solo han demostrado que este modelo de transporte es ineficaz hoy en el sur del Valle de Aburrá.

Este tipo de procedimientos, realizados al amanecer y a espaldas de la comunidad, sin ningún tipo de diálogo, no son nuevos en esta administración municipal, están a punto de convertirlo en una especie de ritual para finalizar el año. No hay que olvidar que el 31 de diciembre del 2019 y los primeros días de enero del 2020 también se talaron y podaron decenas de árboles en el túnel verde, lo cual desembocó en una serie de manifestaciones, incluso, un campamento que se mantuvo hasta el mes de marzo, y lograron frenar las talas en ese momento. Lo anterior, sumado a los hechos del sábado pasado, terminó de resquebrajar las relaciones entre la Alcaldía y la ciudadanía, representada en el colectivo “Túnel Verde”, que, con sus mesas temáticas, estrategias de comunicación y jurídicas, lograron detener casi seis años el proyecto, velando así por el bienestar de la comunidad y por el equilibrio ambiental del sector.

Además de este desatino, preocupa la forma mediante la cual se quieren imponen este tipo de obras a la ciudadanía, sin escucharla, sin tomar en cuenta sus reparos y mucho menos incluir sus propuestas dentro de posibles soluciones a las problemáticas que se presenten.  A todas luces la Alcaldía Municipal incumplió su compromiso de escuchar a la comunidad y de establecer canales de comunicación directos entre los ciudadanos, la administración y los contratistas de Metroplús; pues, se ha confundido lo que es la socialización del proyecto con una mera formalidad burocrática, reduciéndolo a una acción informativa sobre decisiones que ya se han tomado.

Para todos es claro que un Tribunal revocó la medida cautelar, también lo es que el Área Metropolitana mediante la resolución 740 autorizó al municipio de Envigado para hacer un “aprovechamiento forestal” de más de un centenar de árboles del túnel verde, no obstante, los cuestionamientos no van en esa dirección, sino en la renuencia de la administración municipal para encontrarse con la comunidad y con los diversos colectivos ambientalistas para conversar con ellos, buscar consensos y llegar a acuerdos que redunden en beneficio de todos, precisamente es en este tipo de acciones tan elementales donde se ven reflejadas la capacidad de liderazgo y el espíritu democrático de un gobernante.

Mientras Medellín ya cuenta con tranvía y se está proyectando un metro ligero por la 80 con emisiones de carbono muy bajas, Envigado continúa atascado en la construcción de una línea de buses pensada para la ciudad de hace 15 años, que es paralela al Metro, que entraría a congestionar, aún más, el ya difícil tráfico vehicular por la avenida del Poblado y que de postre es un sistema de transporte poco amigable con el medio ambiente, pues requiere exterminar un centenar de  árboles que son el hábitat de varias especies de animales, regulan la temperatura y se encargan de purificar el aire que contaminamos  y respiramos los seres humanos.  Este paradigma de progreso, donde el desarrollo se alcanza talando árboles, ensanchando vías y cubriendo todo de acero y cemento debe ser fuertemente cuestionado por todos, pues nos está llevando a la hecatombe ecológica.

En años recientes la presión ejercida por la ciudadanía logro suspender las obras y que se pasara de proyectar la tala de 254 árboles a 133, es decir, 121 menos. Para lograr un rediseño parcial o total del proyecto es necesario vencer la antipatía y la indiferencia e involucrarnos, participando de los distintos espacios de discusión. Únicamente la suma de voluntades a la que permiten las acciones colectivas tiene el impacto necesario para que tanto la Administración Municipal como la empresa Metroplús escuchen y tengan en cuenta las legítimas reclamaciones que se tienen, solo de esta manera se podrá construir una ciudad menos agresiva con el medio ambiente y con quienes lo habitan el territorio.

Daniel Bedoya Salazar

Estudiante de Filosofía UdeA
Ciudadano, creyendo en la utopía.

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