Todo es una farsa

El marketing electoral es un juego de estructuras a través del cual se activan, refuerzan, persuaden y neutralizan emociones e ideas, para ganar una elección, dividir los votos o posicionarse políticamente.


Los mejores ejemplos de ello, para cada caso, son los gobiernos o regímenes de gobierno que se mantienen por mucho tiempo en los “espacios de poder”. Colombia es gobernada por un grupo en representación de un régimen que lleva casi 30 años, por lo menos el que funge desde la Constitución de 1991, y ese grupo en particular ha conseguido permanecer por casi 20 años. La única ruptura, si se le pudiera llamar de esa forma, se ha dado en las administraciones de Samper y Santos, no obstante, varios de sus ministros y funcionarios ya son integrantes de la administración actual.

En agosto de 2020 se dio un hecho histórico, imputaron y detuvieron a Álvaro Uribe por orden de la Corte Suprema de Justicia. La evasiva a ese juez ya se tenía planeada desde antes, para lo cual habían elegido fiscal y se servirían de la pérdida del fuero con una renuncia que no se hizo efectiva cuando supieron del inicio del proceso, con el fin de ganar tiempo en el Senado. Las primeras declaraciones del imputado incluyeron lo que iba a ser la estrategia de marketing electoral para reaccionar a la crisis del escándalo por los falsos testigos, habló de la necesidad de una reforma tributaria y activaron la campaña con el Plan “Ojo con el 22”. Reforzaron el discurso del castrochavismo, en otras palabras, voltearon la torta. Más adelante operaron la persuasión con la inflada del globo Petro en las encuestas, le ayudaron con su discurso anti-establecimiento con salidas en falso frente a una posible reforma tributaria, la cual se sabía exacerbaría los ánimos, y ahora, la presentaron, incendiando todo como se preveía.

Ahora sigue la operación neutralización y para ello, sale nuevamente el imputado Uribe, además con sus hijos, a decir que todo lo que le sugirieron al Gobierno elegido por ellos, no fue tenido en cuenta. En otras palabras, voltearon la torta de la imputación con una estrategia electoral y ahora que llevaron al país al máximo fervor por una reforma nefasta, alzan a Uribe como el redentor que hará que todo lo incluido en esa reforma se cambie. Más temprano que tarde, surgirán inescrupulosos a arengar “Gracias Uribe”. Todo está fríamente calculado, los medios de comunicación masifican el mensaje de la supuesta desconexión del gobierno con el pueblo y con su propio partido y líder. Las marchas fueron opacadas por el vandalismo, el mensaje es ese, pero esta ya es una estrategia vieja; lo que sigue ahora es la entrada del imputado a representar todo ese fervor en una trasmutación de la reforma. No se entiende por qué, si todos los temas de fondo eran proclives de cambiarse como dice el Gobierno hoy, se la jugaron con semejante bomba de tiempo.

Lo cierto es que todo coincide con una estrategia de marketing electoral para limpiarle la imagen a nada más y nada menos que a la persona que pone los votos en el Centro Democrático. Ojo, la movilización social, el posicionamiento de Petro, los cambios de la reforma, la supuesta desconexión del gobierno con el partido y líder del partido de gobierno, son una estrategia coordinada de activación, refuerzo, persuasión y neutralización de cara a las elecciones del año 2022. Todo es una farsa.

Nicolás Echeverri Marín

Soy Nicolás Echeverri, profesional en filosofía estudiante de maestría en gobierno, políticas públicas y desarrollo territorial. Trabajo como gestor de proyectos de género, juventud, innovación social y docencia virtual. Opino sobre el acontecer político de Colombia y algunos asuntos de interés internacional.

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