“Básicamente nos embriagamos de positividad y cuando el efecto de aquel dulce licor pasa, la resaca de la negatividad extrema nos logra abatir con toda su fuerza.”
A lo largo de la historia la sociedad ha establecido modelos a seguir que determinan si una persona es o no exitosa, si ha llegado a “ser alguien ”en la vida o no, como si el existir, estar dotado de unas características, aptitudes, virtudes y vicios no fuera ya suficiente para afirmar sin el más mínimo temor que se es alguien. Por lo que, en ese afán, en esa carrera hacia el éxito, se han generado secuelas considerables, esas secuelas se manifiestan con unos síntomas que a primera vista se creería no son resultado de estas dinámicas competitivas y agotadoras.
La sociedad del cansancio es una obra del filósofo contemporáneo Byung-Chul Han, esta apunta hacer un análisis crítico respecto a la sociedad del siglo XXI, presenta al hombre como ser egocéntrico, agotado, cansado, absorbido en esencia, no por el exterior, si no por el interior mismo y para ello lo define también como el “Prometeo cansado”, inmerso en un ciclo interminable de auto explotación. Evidentemente todo este fenómeno ha sido producto de la presión externa, los medios de comunicación, los estereotipos, los modelos empresariales y la economía, entre otros, pero lo que Byung-Chul Han refiere y resalta es que ya no se es esclavo de un ente externo, sino por el contrario del hombre en si, yo esclavizando mi propio ser.
Los rezagos en la salud mental se han ido manifestando fuertemente, pero también han salido a la luz paulatinamente. La sobre estimulación que recibimos y lo forzado que se ve el ser humano a alcanzar el éxito le pone de frente obstáculos que superar a toda costa para evitar el fracaso. El emprendimiento como muestra de independencia laboral, el desempeño en múltiples actividades económicas y la sobreinformación y/o sobreestimulación del ser nos han dado una sensación de libertad. Hace unas décadas existía un ideal laboral, donde encontrar un trabajo fijo y permanecer en él hasta alcanzar una jubilación era soñado, sin embargo actualmente la dinámica social no permite alcanzar ese idílico estatus laboral y esto ha llevado a nuevas lógicas como las ya mencionadas. Esta libertad, según Byung-Chul Han, nos ha llevado a un encadenamiento propio.
En nuestra sociedad actual la depresión es una enfermedad representativa, siendo uno, pero en lo personal, el principal rezago de la llamada sociedad del cansancio. “El hombre depresivo es aquel animal laborans que se explota a sí mismo, a saber: voluntariamente, sin coacción externa. Él es, al mismo tiempo, verdugo y víctima.” (La sociedad del cansancio, Byung-Chul Han). El ocio, los espacios de autocontemplación, dejan de ser entonces relevantes y se encasillan dimensiones del ser humano que requieren ser desarrolladas. El no poder poder mas incita entonces a un reproche insano continuo, a un proceso de autodestrucción, que en efecto es generada por pensamientos y sentimientos negativos pero que a su vez provienen de un exceso de positividad previa en los procesos de auto explotación. Es decir, cuando nos llegan mensajes continuos como “Tu todo lo puedes”, “Nada es imposible”, “El éxito a tu alcance”, y entramos en ese viaje agotador de excesiva positividad, donde creemos que podemos alcanzar todo y aun más de lo que nos proponemos es posible, pero por alguna razón fallamos, la ausencia de herramientas de afrontamiento al fracaso nos tumban en esos turbios males y afecciones mentales, como en este caso la depresión. Básicamente nos embriagamos de positividad y cuando el efecto de aquel dulce licor pasa, la resaca de la negatividad extrema nos logra abatir con toda su fuerza.
Hace aproximadamente un mes escribí una columna llamada “Enemigo Silencioso”, donde se relacionan en la misma datos y estadísticas respecto a ideación suicida en el país en los últimos años y donde curiosamente los grupos etarios con mayores índices de afectación en su salud mental son jóvenes, no mayores de 25 años, las mismas generaciones que tras la hiperconectividad se encuentran centrados en ese proceso de producirse a si mismo, de alcanzar al éxito a toda costa.
Como reflexión final, basado en lo desarrollado en la obra ya mencionada, la cual daría para realizar un análisis realmente amplio, es importante rescatar el aburrimiento, la importancia de dejar de centrarse y concentrarse en diversas tareas por espacios que le permitan a nuestra mente, a nuestro cuerpo y nuestro ser simplemente no hacer nada, como un proceso necesario pero sobre todo sano, y no es que haga apología a la pereza, pero definitivamente en estos tiempos nuestra salud mental nos exige mirar hacia dentro para afrontar lo que viene de afuera.
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