Sistema del idealismo trascendental

Sistema del idealismo trascendental

– F. W. J. SCHELLING –


“Friedrich Schelling publica en 1800 el Sistema del idealismo trascendental, manifestando de esta manera un idealismo objetivo, dejando el énfasis en la naturaleza para ponerlo en el Yo, considerándose esta obra lo más perfecto de su producción en este periodo”.


Hacer de la historia una verdadera Naturaleza, justo como la Naturaleza ha dado paso a la Historia y al Yo, es el papel que Schelling va a encomendar al arte como elemento del Sistema de la Filosofía:. El mito artístico es así la Historia detenida, cosificada, naturalizada, convertida en estabilidad como manifestación finita de lo absoluto, como naturaleza que acoge al hombre en su dimensión subjetiva tan rigurosamente como la Naturaleza física le ofrece su entorno, ambas regiones ya ámbitos infinitos (potencias) donde se hace finito y sensible la sustancia infinita, el Uno.  Así justifica su oposición a la reducción de Dios a conciencia moral. Su religiosidad había rechazado la perspectiva de una aproximación moral a Dios y se había mostrado mucho más inclinada a un tratamiento desde el punto de vista estético. Lo finito, lo sensible, la naturaleza estaba atravesada y era testigo de la realidad infinita, que no había posibilidad de mostrar una realidad finita que no fuera al mismo tiempo infinita, que lo infinito no existía en sí mismo de manera independiente, sino en continua Parusía, manifestación y derroche en lo finito, y que éste no podía considerarse a sí mismo, en tanto individualidad, como lo absoluto.

El pensamiento clave de Schelling está dado en que la finitud-infinita de la naturaleza sensible  tenía la misma relación con el Uno que esa otra finitud-infinitud que era la propia subjetividad. Pero por eso mismo ese Uno no podía considerarse ni pensarse en términos de una de sus manifestaciones infinitas, o siguiendo a Espinosa, en términos de uno de sus atributos. Pensar lo Uno como sustancia más allá de sus potencias forzaba la ruina del Yo como  principio absoluto de la filosofía. Schelling podía exigir aquí la más precisa unidad entre Kant y Espinosa, precisamente en el problema del Ideal de la Razón, de la totalidad indiferente previa a toda determinación que es por sí misma tanto real como ideal, mundo y alma, extensión y pensar, porque reúne en sí los dos incondicionados relativos atributos encarnados en las ideas de Alma y Mundo. Con ello se descubre hasta qué punto los idealistas siempre buscaron el modo de ajustar su pensamiento a la sistemática kantiana y de presentarlo como su inevitable perfección.

Toda la filosofía de la Naturaleza de Schelling parte de la tesis de que desde el objeto, desde la naturaleza, también se podía derivar teóricamente el Yo. Pero si la naturaleza podía estudiarse de tal manera que permitiera una deducción de la subjetividad, era evidente que en su esencia era una especie de Objeto que por sí mismo devenía Sujeto. La Naturaleza tenía que pensarse para que por sí misma llegara a desembocar en una subjetividad, en un Yo, en una conciencia, dotada de una teleología objetiva, de una finalidad, de una tendencia a la conciencia. Pero de una teleología real, aunque inconsciente, capaz de conformar productos organizados y, en la cima de los mismos, ese organismo perfecto que permite la emergencia de la conciencia. La naturaleza era creadora, y poseía esa forma de actuación propia del artista, en la que  la síntesis de la actividad inconsciente y consciente termina en un producto que posee infinito significado para cualquier conciencia, si bien se ha formado sin la colaboración de esa misma conciencia. La naturaleza era así realidad, no abstracción.

El Yo tenía el mismo tipo de realidad, porque él también actuaba de esa manera: producía una síntesis de lo consciente y de lo inconsciente, sólo que aquí desde la primacía de lo consciente, que regulaba sus productos hasta realizar una segunda naturaleza, otra subjetividad. Así pues, la Naturaleza era el fundamento del Yo tato como el Yo fundamento de la Naturaleza. Lo que aquí se testimoniaba era la presencia de una realidad absoluta que se manifestaba tanto desde un aspecto como desde el otro, de una realidad que era tanto real y naturaleza, como ideal y Yo; de una sustancia idéntica e indiferente a ambos aspectos, pero que sin duda tenía que manifestarse siempre en uno de ellos.

En El Sistema proponía una ordenación de la filosofía trascendental y de la filosofía de la naturaleza en términos de coordinación y no de subordinación dentro de dicho sistema. Schelling busca un principio que unifique en perfecta identidad la naturaleza –lo real- y la conciencia –lo ideal- como ámbitos infinitos en los que primaba cada una de estas dimensiones. La única manera de mostrar la identidad entre lo real y lo ideal  era conocer abiertamente que la dimensión real, la naturaleza, acaba produciendo la otra dimensión, la conciencio a Yo, mientras que el Yo acaba por su lado produciendo una naturaleza. La naturaleza no puede considerarse separada de lo ideal, antes bien, es lo ideal objetivo, el Yo objetivo, si bien por sí misma es la menor potencia ideal en tanto que es inconsciente. Pero el Yo que posee autoconciencia, el Yo de la filosofía Trascendental, no es por sí mismo algo separado de la Naturaleza, sino que es su mayor potencia ideal, con lo que también es su menor potencia real, esto es, su menor manifestación de actuación productora inconsciente. La ordenación del principio de Identidad en Potencias es así el mecanismo para poder seguir hablando de una identidad de base diferenciada por el mayor o menor exponente de cada uno de sus atributos, lo ideal o lo real. Es el expediente real para pensar la existencia de lo Uno en el Todo: cualquier realidad es sujeto-ideal y objeto-real, sólo que en mayor o menor potencia.

Schelling reconoce que la doctrina de la Ciencia es la ciencia por excelencia porque nunca en ella se hace abstracción de la identidad sujeto-objeto o idea-real. En sí misma es una ciencia acabada y perfecta. Pero no lo es la filosofía por sí misma que tiene que ser complementada por la filosofía de la Naturaleza y por la filosofía Trascendental. Estas dos ciencias son abstracciones. La filosofía de la Naturaleza surge por una abstracción de la actividad subjetiva intuyente, de la autoconciencia. Pero como aquí tiene que estar el Uno, la Naturaleza es el sujeto-objeto, lo ideal-real en su menor potencia de autoconciencia o en su mayor potencia objetiva. Mediante una abstracción del Uno idéntico, se crea una antítesis entre Real-Naturaleza-Objeto por una parte, e Ideal-Yo-Sujeto por otra. Pero la relación entre los elementos de esta antítesis  es superarse entre sí, superar la antítesis, reconocerse como el Uno. Por eso, el objeto de la primera abstracción, el principio teórico como tal, acaba produciendo el principio práctico, el Yo finito, la conciencia: lo ideal es el último momento de despliegue de la naturaleza a través de todas sus potencias, y por tanto, una prueba decisiva de la unidad real de potencias, y por tanto, una prueba decisiva de la unidad real de ambos reinos escindidos. Pero el Yo así producido tiene que superar también su unilateralidad, cerrando definitivamente las consecuencias de la primera abstracción introducida: debe llegar a ser naturaleza. La actividad práctica debe constituirse en objeto real, autónomo respecto a la voluntad del hombre, sometido a su propia ley y voluntad infinita como objetividad productora. “La superación de la antítesis que se ponía por aquella abstracción nos proporciona un Ideal Realismo no meramente filosófico, sino efectivamente práctico, el arte. Aquella superación acontece en la filosofía del arte, que es la tercera parte de un sistema de filosofía”. Pero no hay que olvidar que ese arte no sólo es mitología por la que la religión directora de la praxis humana se hace naturaleza y se perpetúa, sino también el estado como objeto autorregulador a partir de la naturaleza de la autoridad absoluta.

Se tiene así un sistema perfectamente compatible con la doctrina de la ciencia, que permanecería en la cima del sistema filosófico. No hay posibilidad de oposición, para Schelling, entre doctrina de la ciencia y filosofía de la Naturaleza: se relacionan como la filosofía teórica y la práctica, según la previsión de la propia doctrina de la ciencia, quedaría como la ciencia suprema real-ideal, teórico-práctica.

La filosofía de Schelling pretende mostrar la unidad ideal del todo como sustitución del mundo moral. Esta filosofía trascendental considera lo finito-infinito como una única realidad idéntica; no hacer de lo infinito unilateralmente el principio de la Filosofía porque entonces lo finito es impensable, mantener firmemente unido a todo particular al principio de lo eterno, de lo Uno, de la Infinitud también. La naturaleza, la subjetividad y la práctica del arte como epifenómeno de toda actuación realmente espiritual, esto es, finita-infinita a un tiempo.

 


 

  1. Mauricio Chaves-Bustos. Escritor de cuento, ensayo y poesía. Facilitador en procesos de diálogo para construcción de paz. Columnista en varios medios escritos y virtuales.

 

 

J. Mauricio Chaves-Bustos

Escritor de cuento, ensayo y poesía. Facilitador en procesos de diálogo para construcción de paz. Columnista en varios medios escritos y virtuales.

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