Sin el pan y sin el queso

Son muchas las metáforas útiles a través de las cuales podemos explicar de qué manera la contundencia electoral, en Medellín, puso en evidencia la distancia ocurrente entre ciudadanía y sus dirigentes. Pocas veces las urnas ponían en la mesa la necesidad de que el dirigente entendiera que su administración fue, a lo menos, desastrosa, irrelevante, dañina. Perforó las hendijas de una sociedad que se sintió atropellada. Y se entregó de pies y manos a quien primero le ofreciera un cambio. Fico no es un barón electoral. Es un hijo de las circunstancias a quien las urnas le ha ofrecido resistencia. No se votó por su candidato (Santiago Gómez) porque la sociedad estaba cansada de su reduccionismo político a la persecución de pequeños testaferros. No ganó la presidencia porque es un líder local. Vanidoso y camuflado entre la apariencia cool de quien quiere parecerse a Fajardo y el dirigente bravucón bautizado en el uribismo.

¿Por qué arrasó con todo lo que se puso a su paso? Porque su contendor fue una caricatura de comienzo a fin. Sin libreto, sin causa, sin norte, sin legitimidad, sin argumentos, sin creatividad, y con un padrino político que puso sobre la espalda de un desahuciado el peso de un camión de 5000 toneladas. La llegada de DannyQ a la campaña confirmó dos cosas: (i) que el candidato era electoralmente incompetente y, (ii) que a DannyQ y sus saltimbanquis no les importó la ciudad. Junticos, se quedaron sin el pan y sin el queso. Les entregaron una tacita de plata y devuelven un zafarrancho. Politizaron la distribución del gasto en la educación superior. Adjudicaron recursos en proyectos que escondieran su displicencia en un destello mediático. Transformaron las empresas públicas en una natillera. Usaron las curules del Concejo y las secretarías de despacho, a destajo, para evitar la revocatoria del mandato y entregarse a la campaña presidencial.

En una ocasión se utilizaron las urnas en señal de hastío. Fue el caso de la candidatura de Uribe Vélez contra las Farc. La ciudadanía no toleraba que la zona de distensión se convirtiera en lugar de reclusión de sus secuestros y almacenamiento de sus laboratorios de coca. Otra ocasión tuvo lugar este 29 de octubre, en Medellín, cuando la sociedad hizo saber que era hora de ajustar cuentas y castigar la ineptitud. DannyQ regresará a su nicho natural: un viceministerio del tomate. A Medellín tocará empezar a reconstruirla. Con obras, colores, grafitis, flores, silletas y educación para la vida ciudadana lo que casi nos arrebatan los saboteadores profesionales que venden humo. Ahí está la tarea para Fico. Ojalá no sea inferior a lo que se le demanda. Deberá ser fiel a la promesa de no dejarla tirada por sus aspiraciones presidenciales y gestionar sin peleas innecesarias lo que requiera la ciudad de la Nación porque el liderazgo que la sociedad necesita no da espera y no es negociable.

 [email protected]


Todas las columnas del autor en este enlace: John Fernando Restrepo

John Fernando Restrepo Tamayo

Abogado y politólogo. Magíster en filosofía y Doctor en derecho.
Profesor de derecho constitucional en la Universidad del Valle.

Comentar

Clic aquí para comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.