Silenciar palabras puede explotar en violencia

“La escucha activa es un bien que puede satisfacer necesidades y que está escaso en nuestra sociedad”


Los desacuerdos son cotidianos y constantes en la vida, estos pueden escalar a conflictos los cuales pueden desencadenar en violencia, y con el tiempo en guerras. Colombia puede ser la ilustración de las consecuencias de conflictos no resueltos.

En la necesidad de construir una identidad propia y de restaurar nuestra verdad tras heridas, decepciones, problemas y desacuerdos, podemos encontrarnos con otras verdades que se interponen en nuestro camino y nos hacen entrar en conflicto. Las frustraciones que producen estos obstáculos -otras verdades- se evidencian en remolinos de emociones e impulsos, que sin herramientas para manejarlas nos pueden conducir a un bucle de violencias, odios y combates.

Lo anterior nos puede llevar a una pregunta inicial: ¿qué herramienta puede romper el ciclo de sombras enfrentadas? En un país de desigualdades, de prioridades que incluyen el sobrevivir y no el vivir, donde la salud mental es uno de los últimos ítems de la lista, ¿cómo podemos digerir emociones antagonistas de la paz?

La respuesta puede estar en la acción más básica -que creemos manejar- y que no necesita de grandes estructuras, de leyes ambiguas ni de sumas de dinero desorbitantes: escuchar. ¿Nos estamos escuchando? ¿Sabemos realmente escuchar? ¿Entendemos lo que implica escuchar?

La escucha activa es un bien que puede satisfacer necesidades y que está escaso en nuestra sociedad. Su importancia la podemos evidenciar en las líneas de ayuda psicológica donde el principal pedido ante una crisis es ser escuchado; en Medellín los Escuchaderos ubicados en puntos clave de la ciudad y en ciertas estaciones del Metro beneficiaron a más de 26.000 personas en el 2022. La Alcaldía y los psicólogos de estos espacios sostienen que la premisa con la se trabaja allí es el escuchar sin juzgar, así las personas puedan expresar sus emociones.

La Fundación Cuidados Críticos de Buenos Aires afirma que la escucha tiene la capacidad de aliviar tensiones, hacerlo activamente -con conciencia, dejando los prejuicios y la tendencia a dar consejos no solicitados- proporciona apoyo emocional y un espacio seguro para que la otra persona pueda manifestar su verdad de preocupaciones, dolores y experiencias.

Reconocer la vivencia del otro no significa invalidar la propia, en realidad permite que el otro pueda empezar a aceptar su realidad y trabajar en esta. La escucha activa es terapéutica para ambos lados involucrados, el que es escuchado puede desahogarse, en su narración puede repensarse la situación y las posibles decisiones frente a esta. El que escucha con atención está en disposición de entender fuera de sus prejuicios, empatiza y se sensibiliza frente a otras verdades comprendiendo que está no es absoluta e individual.

Lo anterior nos puede ir dando una luz frente al bucle de frustraciones, emociones encerradas y violencias en nuestro país. Necesitamos escucharnos más, construir verdades colectivas que involucran las vivencias y emociones de los demás. En la ilustración de nuestro país, la escucha activa se convierte en un acto de ayuda que reduce la hostilidad.


Otras columnas del autor en este enlace: https://alponiente.com/author/fuentesariasgaby/

Gabriela Fuentes Arias

Comunicadora social con énfasis en comunicación política, en la escritura me reconcilio con el mundo para seguir (re)conociéndolo.

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